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La diabetes tipo 2 está reconocida como un importante desafío de salud pública mundial, con más de 400 millones de personas afectadas en todo el mundo. Un número que va en aumento año tras año. Pero el fenómeno no es exclusivo de los humanos pues la prevalencia de la enfermedad en perros y gatos también podría estar aumentando como un reflejo de los malos hábitos que proyectan los dueños sobre los animales: la dieta, la obesidad y el bajo nivel de actividad física.
Diversos estudios han indicado una asociación entre la obesidad en los dueños de perros y sus mascotas y por lo tanto el riesgo compartido de diabetes. Aunque al vivir en un mismo hogar se cree que también podrían estar igualmente expuestos a factores diabetogénicos ambientales, incluidos contaminantes y químicos disruptores endocrinos.
Investigadores de la Universidad de Upsala, en Suecia, junto a colegas de la U. de Liverpool y el Instituto Karolinska se dieron a la tarea de cruzar datos y hacer seguimiento a 208.980 parejas de dueño-perro y 123.566 parejas de dueño-gato para establecer hasta qué punto los diagnósticos de diabetes aumentaban o no en estas poblaciones.
Los resultados publicados en el British Medical Journal son interesantes pues constituyen una nueva pista para médicos, endocrinólogos y los mismos pacientes a la hora de sospechar la presencia de esta enfermedad.
“Los datos indicaron que los dueños de un perro con diabetes tenían más probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2 durante el seguimiento que los dueños de un perro sin diabetes. Es posible que los perros con diabetes puedan servir como centinelas para los comportamientos de salud diabetogénicos compartidos y las exposiciones ambientales”, concluyeron los autores.
No ocurrió lo mismo con los gatos y sus dueños. “En comparación con tener un gato sin diabetes, tener un gato con diabetes no se asoció con un mayor riesgo de diabetes tipo 2″, concluyeron.