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“Si no dábamos abasto con cinco mil camas UCI, menos vamos a poder con diez mil”

Colombia cuenta con 1.200 intensivistas que, antes de la emergencia, ya atendían 5.346 camas de 390 unidades de cuidados intensivos. Con la emergencia sanitaria, y la falta de personal calificado, se pusieron en marcha capacitaciones a otros especialistas de cuidado crítico. José Luis Accini, presidente de la Asociación Médica de Cuidados Intensivos, habló del tema.

Juliana Jaimes Vargas
10 de julio de 2020 - 02:00 a. m.
"Será imposible cubrir las 10 mil camas que el Gobierno Nacional prometió entregar para sobrellevar la emergencia sanitaria", afirma el presidente de la Asociación Médica de Cuidados Intensivos
"Será imposible cubrir las 10 mil camas que el Gobierno Nacional prometió entregar para sobrellevar la emergencia sanitaria", afirma el presidente de la Asociación Médica de Cuidados Intensivos
Foto: AFP - JOAQUIN SARMIENTO
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Con más de cien mil casos de COVID-19 confirmados en Colombia y con las unidades de cuidado intensivo que ya bordean el 90 % de ocupación en diferentes departamentos del país, para José Luis Accini, presidente de la Asociación Médica de Cuidados Intensivos, los cálculos matemáticos son simples: con un promedio de 1.200 intensivistas críticos activos será imposible cubrir las 10 mil camas que el Gobierno Nacional prometió entregar para sobrellevar la emergencia sanitaria. “Estamos en una situación epidemiológica complicada y la curva que sigue creciendo representa un riesgo para el paciente que requiere el talento humano capacitado para tener una posibilidad de vida”, señaló. (Lea también: Así está la ocupación de las UCI en las principales ciudades del país)

En entrevista con El Espectador, Accini aseguró que si los contagios continúan aumentando vertiginosamente mucha gente morirá en la puerta de su casa. Y aunque la inversión en equipos es necesaria, el entrenamiento a otros especialistas es una posibilidad, criticada por muchos, pero necesaria en tiempos de crisis.

¿Cuántos intensivistas se encuentran activos en este momento en Colombia?

Hay 1.200 intensivistas activos y este número sigue creciendo. De esos 1.200, cerca de 170 son intensivistas pediátricos. Así que, para poner una cifra un poco más cercana, contamos realmente con 1.000 intensivistas que integran el cuerpo de especialistas en medicina crítica y cuidados intensivos en todo el país. Y esto es un esquema matemático simple: 1.000 intensivistas había en el país antes de la pandemia, que atendían 5.346 camas, lo que corresponde a 390 unidades de cuidados intensivos, y existía un problema en tener una cobertura de 24 horas durante siete días a la semana, y en ese momento no había una ocupación UCI que ahora bordea el 90 % en lugares como Barranquilla.

Si la falta de especialistas en cuidado crítico era ya un problema de antes, ¿qué se puede esperar de la emergencia sanitaria a la que se enfrenta el país en este momento?

Es apenas natural que diga que si antes no dábamos abasto para cubrir 24/7, menos vamos a dar abasto cuando se pretende que en la cuarta fase de la epidemia se obtengan 10 mil camas UCI, que representarán aproximadamente 900 UCI. Con seguridad va a quedar insuficiente el talento humano y no solo con los intensivistas, hablamos de que el cuidado crítico requiere a enfermeras especializadas, actualmente contamos con 1.400, fisioterapeutas respiratorios hay 980 aproximadamente y auxiliares de enfermería. Si antes no se podía dar cobertura a cinco mil, menos se va a poder hacer a 10 mil camas.

Desde el mes de marzo se iniciaron varios proyectos de capacitación a otros especialistas para solventar la falta de personal intensivista. ¿Cómo va ese proceso?

La norma de habilitación ordena que otras especialidades como medicina interna, anestesia, cirugía, emergentología y obstetricia puedan asumir esta responsabilidad luego de haber tomado una capacitación denominada “Plan de formación continua”, lo cual, incluso antes de la pandemia, nos permitía tener un cubrimiento de 24/7 en los servicios de cuidado crítico. Claramente no son intensivistas, pero así han funcionado las UCI del país, especialmente en lugares donde solo hay dos o tres intensivitas que hacen la cobertura parcial. Esa norma de habilitación salió el 12 de diciembre de 2019, es reciente, y exige la presencialidad del intensivista de al menos 20 horas, pero también plantea la modalidad de la telemedicina, haciendo la redistribución de esos especialistas que cubren 24/7 en algunas instituciones.

¿Cómo aseguran que las personas que son capacitadas pueden asumir un servicio crítico de COVID-19?

Queremos a un intensivista que sea el líder y que pueda hacer los asesoramientos a través de la telemedicina. También estos especialistas pueden encontrarse a través de nuestra red de soporte intensivo, que está funcionando desde el 27 de abril, que es una red de apoyo de telesalud y teleapoyo, donde una persona puede llamar gratuitamente de una UCI porque está enredado con un medicamento o porque no sabe cómo poner boca abajo al paciente. Más de 70 intensivistas y otras especialidades multidisciplinarias los atienden. Es una forma de apoyar esta situación en las UCI que no pueden contar con intensivista presencial 24/7.

En un momento de crisis, ¿cuáles son los intensivistas que pueden hacerse cargo del servicio de telemedicina?

Estamos en una situación de crisis, es una emergencia y tenemos que recurrir a otras alternativas. Hay muchos intensivistas que, por la edad o por las comorbilidades, tuvieron que dejar los servicios y en este momento están en casa, algunos incluso sin sueldo. Ellos tienen la formación y la experticia, y pueden ayudar. Estamos utilizando esa telesperticia para liberar la carga de tres o cuatro UCI acompañando el servicio con rondas en la mañana y en la tarde.

¿Han recibido críticas por estas capacitaciones?

Creo que se ha dicho de manera muy ligera que he capacitado a 28 mil personas en Colombia en cuidado intensivo y los primeros que se están burlando son los mismos intensivas. Pero se trata de un problema de salud pública grave, pues van a colapsar las instituciones prestadoras de servicios y las unidades de cuidados intensivos si seguimos con la tendencia. Esto es un problema de salud pública, pues si no bajamos la curva en Barranquilla, por ejemplo, muchos podrían llegar a morir en la puerta de su casa y en las salas de urgencia. Creo que esos cursos no dan todo el bagaje, el entrenamiento para poder manejar a la perfección el cuidado intensivo, pero sí aportan de unos conocimientos alrededor de COVID-19 que pueden servir. Sin embargo, cada institución debe escoger el personal idóneo, que acompañe el proceso de las personas que ya fueron capacitadas.

¿Cuántos intensivistas se han contagiado de COVID-19 y en cuánto tiempo pueden retomar su trabajo si no se complican?

No tengo el número exacto, pero sé que hay 10 que han muerto. En Barranquilla, por ejemplo, se han reportado cerca de 12 o 13 contagios, y de estos han vuelto al ruedo 3 o 4. Ese es un tema complicado, porque de lo que se ha sabido hasta ahora, quienes salen de un cuadro de COVID-19 y que luego del día 14 se hace una prueba y es negativa, se les cataloga como recuperados. El procedimiento es notificar a la aseguradora y son ellos quienes confieren el permiso para volver a trabajar. Ahora ha surgido un nuevo esquema que fue traído de los Estados Unidos y es que si la persona después de 10 días de haberse hecho la prueba está asintomática puede volver a trabajar. En Colombia las ARL no comparten esa apreciación y por así que nosotros seguimos con la premisa de que se retoma labores después de que la prueba de negativo. Otro de los problemas es que no se les da prioridad a los resultados del personal de salud, demorar los resultados de 11 a 12 días limita las capacidades de trabajo.

¿Considera que además de la inversión en ventiladores debe hacerse refuerzo en prevención?

Pienso que los dos frentes de trabajo hay que hacerlos y me parece que el Gobierno Nacional ha sido consonante con la situación. Sin embargo, nosotros somos quienes vemos llegar a muchas personas totalmente desinformadas que nos exigen que les demos de alta porque alegan no tener COVID-19 y en realidad están muy mal, y esto se liga a la demora de las pruebas, ese tiempo de decisión es crucial. Muchos se atreven a decir “usted me está mintiendo. Eso se los está inventado porque me quiere llevar a una UCI para ganar plata”. Eso me ha pasado y en efecto se van para la casa y llegan una o dos horas después con fallas más graves. Eso tiene que ver con la prevención y la información del tema. Con respecto a los ventiladores, es claro que tienen que ir de la mano con otros elementos porque cuando lleguemos a las 10.000 camas UCI no solo vamos a necesitar más ventiladores. Vamos a necesitar más medicamentos, más insumos, más guantes no es solo el tema del ventilador mecánico. (Le puede interesar: Ventiladores, otra decisión difícil de la pandemia)

¿Hay inequidad en la distribución de intensivistas en Colombia?

La distribución del recurso humano intensivo es totalmente inequitativa. Por ejemplo, en Bogotá hay 170 intensivistas y en Barranquilla 39, seis de ellos están en casa. De Bogotá no me voy a traer a nadie porque allá están también en una situación compleja, pero es posible que en Cúcuta, por ejemplo, tengan personal que pueda ayudar, pues vienen de una parte epidémica más baja. Por eso no se puede dar una respuesta de Colombia en general, sino del comportamiento de los diferentes territorios para redistribuir la tecnología y el talento humano.

Hace unos meses se hablaba de la presión psicológica del personal en salud. ¿Cómo ve el panorama actual por lo menos para los intensivistas?

Imagínese la escena: entrar a turno de siete de la mañana y saber que se tiene a más de 20 pacientes críticos. Ponerse un overol caliente, una máscara que asfixia y que lesiona. Además de la incomodidad física hay que enfrentarse a la complejidad de los casos. Algunos deben ser volteados para intubarse y todo en el menor tiempo posible. Es una demanda de trabajo dramática. Los intensivistas están exhaustos y fuera de eso dolidos emocionalmente por la presión. Pero siguen ahí al frente. Me encargo de felicitar a mi grupo todos los días cuando empieza el turno, de darles ánimo y de decirles que de esta vamos a salir adelante.

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