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“Estuve conectada de pies a cabeza en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Cuando desperté solo recuerdo que le pregunté a la enfermera si me había ido y ella no supo responderme”. Esta es la escena con la que recuerda Lina González su primer intento para retirarse los implantes de sus senos. De acuerdo con el reciente reporte de International Society of Aesthetic Plastic Surgery, en Colombia el número de explantes mamarios subió en un 62%. (Lea: El drama de explantarse las prótesis mamarias)
Lina tomó la decisión de quitarse sus siliconas luego de haber sido diagnosticada con sospecha de Síndrome de ASIA, unas siglas que traducen: Autoinmune - Autoinflamatorio Inducido por Adyuvantes. Esta enfermedad fue descrita por primera vez en 2011 por Yehuda Shoenfeld, especialista en medicina interna, reumatología e inmunología, y Nancy Agmon-Levin, profesora de Inmunología Clínica y Alergia en la Escuela de Medicina Sackler de la Universidad de Tel Aviv (Israel), quienes la definieron como el “conjunto de condiciones que son el resultado de una respuesta autoinmune o autoinflamatoria a los adyuvantes”.
Los adyuvantes son moléculas que tienen la capacidad de potenciar una respuesta inmunológica. Como lo explica Yhojan Rodríguez, epidemiólogo, investigador y profesor del Centro de Enfermedades Autoinmunes (CREA) de la Escuela de Medicina de la Universidad del Rosario, “son sustancias ajenas al cuerpo que, cuando se introducen, activan e impulsan una respuesta inflamatoria”. Pueden ir desde el hidróxido de aluminio que se utilizan en las vacunas, hasta productos químicos, como las siliconas o los biopolímeros.
Después de haber explicado en qué consistía este síndrome, Shoenfeld estableció unos criterios que le permiten a los médicos aproximarse al diagnóstico del síndrome de Asia. Entre estos síntomas, que pueden ser más de 100, añade la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) están los dolores de cabeza, musculares y articulares; debilidad muscular; dificultades cognitivas y cansancio; boca y piel seca; infecciones urinarias; problemas de tiroides e inclusive enfermedades autoinmunes. También se han reportado casos en los que las mujeres han presentado trastornos psicológicos como ansiedad y depresión.
En el caso de Lina, por ejemplo, a los siete meses de haberse puesto los implantes mamarios, presentó su primera recaída. Cuenta que tenía depresión, ansiedad e inclusive llegó a tener pensamientos suicidas, lo que la llevó a su primera hospitalización psiquiátrica.
“Mientras estaba en la clínica, mi cuerpo comenzó a tener reacciones raras. La espalda me dolía demasiado, me ardía las palmas de las manos y las plantas de los pies y un día me quedé paralizada. Las piernas no me respondieron y no me pude levantar. Creí que me iba a quedar paralítica”, asegura. (Puede leer: Carolina Cruz dice que la explantación mamaria es moda, pero eso no es tan cierto)
Esa constelación de síntomas llevó a Lina, de 32 años, a una hospitalización. Los doctores no entendían muy bien las causas de sus dolencias y tampoco tenían una explicación de la parálisis en sus piernas. Para calmar sus dolores musculares, le inyectaban ketamina e hidromorfona, medicinas que se caracterizan por ser sedantes. A pesar de que le disminuían sus dolencias, Lina ya estaba generando adicción a estos medicamentos.
En medio de los exámenes, el médico internista le preguntó si tenía prótesis mamarias. Tras conocer la respuesta, con el objetivo de encontrar algunas pistas de lo que le estaba pasando, le ordenó realizarse una gammagrafía con receptores de somatostatina con protocolo de autoinmunidad. Este examen, cuenta Jose Nelson Rivera, médico internista, intensivista y especialista en dolor, consiste en “una prueba diagnóstica de Medicina Nuclear mediante la cual se obtienen imágenes de diferentes órganos que dan información de algunas enfermedades”.
Lo que llamó la atención, dice Rivera, es que en los resultados de varias pacientes con siliconas en los senos se veía un brillo en las mamas. “Esto nos indicaba que podían tener un proceso inflamatorio en esa zona”. Por medio de esta prueba, los médicos que trataron en la clínica a Lina lograron entender que era una paciente con sospecha de síndrome de Asia.
Este examen también le ayudó a Claudia Pardo, de 48 años, a ponerle un nombre a su cuadro clínico. Recuerda que se realizó el aumento mamario hace 17 años por vanidad. “Nada me acomplejaba en ese momento, pero como empezó la moda de los 60, 90, 60 sentía que debía tener una talla más de busto”, confiesa. A los cuatro años después de la cirugía, empezó a sentir un dolor muy fuerte en la mano, al punto de no poder cerrarla, ni siquiera podía sujetar cosas. Todo le provocaba dolor.
A los dolores de manos se le sumó los de rodillas, comenzó a sentir resequedad en la boca, presentó incontinencia, sentía fatiga y se ahogaba al subir los tres pisos de su casa, ubicada en Chía. “Creí que era hipocondriaca”, anota. Claudia fue diagnosticada con Síndrome de Sjögren, artritis de tipo inmune y, luego de la gammagrafía, de sospecha de síndrome de Asia. Aunque este examen puede ser una herramienta clave para ver si hay una inflamación y, por consiguiente, de síndrome de Asia, no es tan fácil acceder a él. Puede costar entre $5 y $7 millones.
Luego de su diagnóstico, Claudia tomó la decisión de retirarse sus prótesis mamarias. La misma solución a la que acudió Michelle Solórzano, de 32 años. Dice que su hija Camila, cuando nació, presentó un cuadro de desnutrición porque su lecha materna no tenía las suficientes vitaminas. “A los tres meses registraba el mismo peso que una bebé recién nacida”. Pero, añade, estaba lejos de pensar que esta situación se debía a los implantes. (Le puede interesar: Algunas mujeres se están quitando los implantes de seno. Aquí algunas razones)
Hace dos años, se le hicieron unas llagas en sus piernas y cola, que le sangraban constantemente; tuvo una alergia muy fuerte en su rostro y brazos; se le cayó el cabello; se la paralizó el brazo derecho y su seno derecho presentó una deformidad y secreción de materia. “Fui a urgencias y la doctora, al ver mi seno, me dijo que estaba muy débil y que tenía menos de un mes para explantarme”.
Jennifer Gaona Zambrano, cirujana Plástica, estética y reconstructiva de la Universidad Javeriana y una de las doctoras que se encarga de realizar explantes mamarios en Colombia, explica que esta compleja operación se divide en dos partes: el retiro de las siliconas y la reconstrucción del seno. El tiempo que se demora cada cirugía depende de las intervenciones previas realizadas en el seno o la cantidad de tejido mamario de la paciente.
Además, se debe tener en cuenta que, al retirar el implante, se debe extraer la totalidad de la cápsula periprotésica que lo rodea y aísla. La cápsula es una envoltura fibrosa que se encarga de “absorber” todas esas toxinas que expulsa la silicona y, en algunos casos, puede generar infecciones. Sin embargo, dice la doctora, alrededor de este tema se genera una controversia.
“Hay publicaciones científicas estadounidenses en donde no encontraron una diferencia estadísticamente significativa en la mejoría de síntomas y de síndrome de Asia entre pacientes a quienes les hicieron capsulectomías frente a aquellas a las que no”. Gaona aclara que realiza las capsulectomías totales, las cuales consisten en sacar en un solo bloque la cápsula y la prótesis, “porque también puede ser que estén enfermas o generando algún tipo de inflamación. Luego, las envío a un estudio patológico para que revisen qué tipo de células tienen”. (Lea también: FDA recibe reportes que relacionan a los implantes mamarios con otros tipos de cáncer)
La FDA, en un comunicado de seguridad, publicado en marzo de 2023, mostró varios informes que encontraron cánceres, incluidos carcinoma de células escamosas (SCC) y varios linfomas, en la cápsula. “Seguimos creyendo que las ocurrencias de SCC en la cápsula alrededor del implante mamario pueden ser raras, pero, la causa, la incidencia y los factores de riesgo aún se desconocen”.
Aunque algunas pacientes que desean retirarse sus prótesis, ya sea porque su salud se está deteriorando o como medida de prevención, se suelen encontrar con otra dificultad: una explatanción puede costar entre $28 y 34 millones, pues deben someterse a una reconstrucción en sus senos. Gaona explica que esta es la parte más difícil de la explantación, pues el tejido mamario ya se expandió y va a tener una flacidez posterior al retiro del implante. “La técnica que uso consiste en coger todo el tejido mamario para hacer este moldeamiento del seno y dar volumen en el polo superior y en el escote”, anota.
A esta barrera económica, se le suma que es una intervención que no está contemplada en el plan de las EPS al considerarse una cirugía estética. Lina cuenta que como su salud se estaba deteriorando tan rápido, en una junta médica y luego de una batalla jurídica, su EPS pagó el retiro de sus implantes.
“La primera vez que intentaron operarme se me subió la tensión. Después de despertarme de la anestesia, estaba conectada de pies a cabeza, en una UCI y todavía con los implantes. Creía que esta pesadilla no iba a acabar, pero hicieron el retiro a los dos días”, cuenta. En abril 20 tuvo la reconstrucción mamaria.
Pero, ¿cómo saber que los implantes estaban desencadenando los síntomas del síndrome de Asia? Rodríguez aclara que si se retiran las prótesis y los síntomas no van presentando una mejoría leve es porque no son la causa principal.
Claudia Sguerra, quien duró 17 años con siliconas, asegura que después de la explantación el problema de memoria fue mejorando. “A mí me tocó adelantar mi pensión por temas de salud. Se me olvidaban las cosas muy rápido y no podía retener la información”, añade. De los más de 20 síntomas que presentaba, aún le quedan algunos, como los ojos secos.
Rivera, por su parte, recuerda que las recaídas son normales durante el proceso. Claudia Pardo, por ejemplo, cuenta que recientemente tuvo una, en la que regresaron los dolores y los corticoides que le recetaban para tratarlos. Lina, añade, que en su caso fue hospitalizada de nuevo por la fibromialgia, que son los dolores musculares.
A pesar de que la literatura científica ya ha descrito varios casos que muestran la relación entre los implantes mamarios y el síndrome de Asia, que explicamos en este artículo, el médico Rivera aconseja que la responsabilidad de los especialistas en esta situación es explicarles a las mujeres que “si tienen una enfermedad autoinmune, una sospecha o en su familia hay casos, probablemente debería pensarlo antes de poner un implante mamario”.
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