Sobreviviendo a la mutilación genital femenina en Colombia

Hace casi dos décadas, Colombia reconoció que la mutilación genital femenina, que deja graves secuelas físicas y mentales en niñas, se estaba realizando en su territorio. Hoy se adelanta un proyecto de ley que busca erradicar esa práctica.

Por Paula Casas Mogollón y Daniela Bueno Ruiz
Lunes 7 de abril de 2025

Claudia Queragama es lideresa Embera Katío, una comunidad donde persiste una práctica que pone en riesgo la salud de las niñas: la mutilación genital. Mientras camina junto a otras mujeres para radicar un proyecto de ley que busca eliminarla, recuerda en voz baja una verdad que tardó años en comprender: “Las mujeres del territorio Alto Andágueda, en Chocó, somos víctimas de ablación. No entendía que era anormal no tener clítoris, hasta que a mi hija le pasó”.

La mutilación genital femenina consiste en la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos y se realiza en niñas desde los 17 días de nacidas hasta los 12 años. En Colombia, no hay datos precisos sobre cuándo comenzó a realizarse. Claudia asegura que no es una costumbre ancestral de su pueblo y que no siempre la practican las parteras, como sucede en algunos países de África.

El primer caso de mutilación genital femenina en Colombia se conoció el 22 de marzo de 2007. Tres niñas recién nacidas, de la comunidad Emberá Chamí, murieron por una infección. Es el único país de América Latina donde se reconoce que aún se realiza esta práctica. Datos del Ministerio de Salud indican que, en 2024, se reportaron 54 casos, aunque no hay un registro oficial.

En algunas comunidades, esta práctica se transmite de generación en generación y es conocida con términos como “curación”, “arreglo”, “curar” u “operación”. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han identificado cuatro tipos de mutilación genital femenina.

Diana Mosquera, médica pediatra del Hospital San Jorge en Pereira, no recuerda con exactitud la primera vez que, durante un examen físico de rutina, encontró a una niña sin clítoris. Lo que sí tiene claro es que, desde su llegada al hospital hace casi cuatro años, los casos de mutilación genital femenina no han dejado de aparecer. Estima que cada año atienden al menos 30 niñas afectadas por esta práctica.

Durante el recorrido por los pasillos del hospital, la doctora Mosquera recuerda ese caso y admite que, al principio, le costaba creer que existiera una práctica “tan irracional e inaudita”. Intrigada, comenzó a investigar y descubrió que, en esta zona, las víctimas son principalmente niñas hasta los dos años, a quienes les queman el clítoris total o parcialmente. La falta de datos ha sido una gran limitación, por lo que reconoce que lo que se sabe hasta ahora es apenas “la punta del iceberg”.

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ACÁ ESTÁ EL PERFIL DE LA MÉDICA ¿url?

La ablación femenina se practica en al menos 94 países. En el mundo, recopilan cifras de UNICEF, se reportaron 230 millones de casos. El riesgo para cientos de niñas y mujeres es latente, principalmente por las graves secuelas que deja esta práctica en su salud física y mental, incluyendo estrés psicológico, trastornos de conducta y episodios de ansiedad y depresión.

Las mujeres también enfrentan riesgos inmediatos, como dolor extremo y hemorragias que, en casos graves, pueden provocar la muerte. A largo plazo, las secuelas incluyen dolor crónico en la zona genital, dificultad y malestar al orinar, infecciones recurrentes en las vías urinarias y dispareunia, una condición que causa dolor durante las relaciones sexuales.

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Con el objetivo de abordar esta problemática y erradicarla para 2030, como lo planteó la Organización de las Naciones Unidas, en Colombia avanza un proyecto de ley. La iniciativa, impulsada por las representantes Jennifer Pedraza, Alexandra Vásquez y Carolina Giraldo, se unió al documento presentado por el representante Christian Garcés. Ya superó su paso por la Cámara e inicia su trámite en el Senado.

El proyecto propone crear una política pública con enfoque intercultural, construida con la comunidad Embera, para prevenir y erradicar esta práctica. Uno de los puntos más debatidos es si debe considerarse como un delito. De aprobarse, indica Luis Mora, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Colombia podría hacer historia. “Tiene las posibilidades de ser el primero que la erradique”.

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Con algo de nervios, Claudia sube al atril en la plenaria de la Cámara. Su propósito es claro: explicar, en el último debate, por qué es urgente eliminar esta práctica. Mientras las discusiones avanzan, ella y su madre, Sebastiana, una de las parteras más reconocidas de la comunidad, impulsan una obra con las sobrevivientes. “Contarán lo que sufrieron y las secuelas que aún llevan consigo”.

El panorama mundial sigue siendo inquietante para las niñas y mujeres en riesgo de sufrir mutilación genital femenina. Un informe del UNFPA advierte que, para erradicarla antes de 2030, se necesitarían 3.300 millones de dólares. Sin embargo, los recursos disponibles apenas alcanzan los 275 millones de dólares. “Para lograrlo, el avance tendría que ser 27 veces más rápido que en la última década”, señala la entidad.

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CRÉDITOS:
Investigación:
Paula Casas Mogollón y Daniela Bueno Ruiz

Fotografías:
Gustavo Torrijos Zuluaga, Sandra Bejarano, Equality Now y UTL Representante Carolina Giraldo.

Diseño:
Mario Fernando Rodríguez, Eder Leandro Rodríguez y Jonathan Bejarano.


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pcasas@elespectador.com


El Espectador
Abril 2025
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