Tendencias del cuidado de la piel: una razón para proteger la salud mental de las niñas
En redes sociales se han vuelto virales los videos de niñas de menos de 12 años realizando rutinas de cuidado de la piel y utilizando productos para maquillarse. Para algunos especialistas, se puede crear una “adicción” a esos artículos cosméticos y desencadenar trastornos de salud mental.
Paula Casas Mogollón
Rutina para el cuidado de la piel del rostro: primero hay que limpiar la cara con agua micelar. ¿Costo? Cerca de $50.000. Luego, hay que usar jabón facial para eliminar impurezas, que oscila entre los $100.000 y $200.000. Para aclarar y unificar el tono de la piel, sérum de vitamina C. que vale entre $180.000 y $250.000. Y si es “necesario” hidratación extra, mejor acudir al ácido hialurónico ($130.000); después a la crema con retinol para disminuir arrugas ($140.000) y al contorno de ojos para tratar las líneas de expresión ($100.000). La rutina se cierra con un buen protector solar: $160.000. (Puede leer: El caso del hombre más viejo que se curó de leucemia y logró la remisión del VIH)
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Rutina para el cuidado de la piel del rostro: primero hay que limpiar la cara con agua micelar. ¿Costo? Cerca de $50.000. Luego, hay que usar jabón facial para eliminar impurezas, que oscila entre los $100.000 y $200.000. Para aclarar y unificar el tono de la piel, sérum de vitamina C. que vale entre $180.000 y $250.000. Y si es “necesario” hidratación extra, mejor acudir al ácido hialurónico ($130.000); después a la crema con retinol para disminuir arrugas ($140.000) y al contorno de ojos para tratar las líneas de expresión ($100.000). La rutina se cierra con un buen protector solar: $160.000. (Puede leer: El caso del hombre más viejo que se curó de leucemia y logró la remisión del VIH)
Lo más inquietante de esta rutina del cuidado de la piel no es la cantidad de productos de uso a diario ni su precio. Lo que está empezando a preocuparles a varios psicólogos es que niñas menores de 12 años los estén usando a diario. Son niñas que ahora hacen parte de la tendencia llamada Sephora Kids. Maripau, niña colombiana de 12 años, o Emily, estadounidense de nueve años, son algunas de las influenciadoras que la promueven en redes sociales.
Quienes han visto los videos opinan que “viene una generación de niñas y mujeres esclavas de la belleza” y que “estos son rituales con marcas costosas e innecesarias para las niñas”. Algunos profesores bautizaron “cosmeticorexia” esta obsesión. Según Pilar Pérez Rivas, directora del máster en Dermofarmacia y Formulación Cosmética de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), es un término que define la adicción de niñas o preadolescentes a la cosmética y su uso inadecuado.
Para Pérez, esta tendencia está marcada por las redes sociales e influenciadoras. “Normalmente, esas figuras son imagen, belleza y estas niñas que tienen 10, 12 o 13 años quieren parecerse a ellas y la forma que encuentran es utilizar la cosmética como método para llegar a ese ideal que les muestran”, añade. (Le puede interesar: El niño que se curó de un cáncer cerebral en un instituto de Francia)
Otros psicólogos, como Claudia Suárez, especialista clínica en manejo de trauma, aseguran que, más allá de catalogar esta nueva tendencia con un término, parece que cada vez más las niñas son guiadas por el consumismo y la inmediatez. “Los niños y niñas ya no saben esperar, no se saben frustrar, no saben trabajar por un objetivo, porque les aparece un video, no les gustó y lo cambian. Todo parece muy rápido, muy ágil. Se vuelven facilistas”, añade.
También están desarrollando un canon único de belleza, que, advierte Suárez, está llevando principalmente a las niñas a tener unas referencias psicológicas que pueden llegar a ser peligrosas. Para explicarlo, usa un ejemplo: la mayoría de los tutoriales de belleza, las protagonistas son mujeres de tez blanca y cabello claro. “¿Qué pasa cuando las niñas se ven diferentes a lo que están mostrando y cómo es el efecto que tienen los productos en ese tipo de piel?”, se pregunta. “Empiezan a pensar que tienen algo mal, que son feas o que no son suficientes. Los videos las llevan a seguir con unos parámetros de belleza que son únicos”.
Por su parte, Javier Corredor, profesor de Psicología de la Universidad Nacional, comenta que eso es una muestra de cómo una estructura de redes y marketing producen esa conducta consumista. Esto, dice, es porque las redes sociales se han convertido en un espacio en el que los niños y adolescentes pueden construir su identidad y conseguir una relación con pares. Pero es una edad, agrega, en la que “están aprendiendo y descubriendo quiénes son y, en ese proceso, este tipo de tendencias son muy peligrosas, porque lo que hacen es condicionar la autoimagen del adolescente al uso de este tipo de productos”. (También puede leer: Sí, han aumentado los casos de covid-19 en Colombia, pero no hay que alarmarse)
Efectos en la salud mental
Como explica Corredor, uno de los principales efectos de estas tendencias es que llevan a los niños y niñas a comportarse como adultos y a saltarse un nivel en su desarrollo. Debería ser una etapa, añade, en la que los niños no se preocupan excesivamente por la forma en que otros lo ven. Sería “meterlos en un mundo de presión social y psicológica alrededor de la propia imagen. Es someterlos a una exposición y a una maduración temprana de cosas que no necesitan”.
Pero, ¿qué pasa si los niños y niñas se saltan esta etapa? La respuesta radica en la identidad. Como señalan varios especialistas consultados para este artículo, empezarían a presentar una identidad difusa, porque los niños tienen la oportunidad de probar cosas y aprender a resistir a la presión social.
Todas estas conductas, resume Suárez, psicóloga clínica, terminan siendo como un castillo de naipes: primero hay baja autoestima, luego se genera una percepción de que hay algo mal y, después, puede generar ansiedad social. En algunos casos, podría llegar a desencadenar depresión. Aunque es difícil detectar una relación directa entre el uso de estos productos y la aparición de un trauma psicológico, Suárez asegura que se debe tener en cuenta todo lo que deriva alrededor de esta obsesión y sus consecuencias, que se empiezan a ver cuando ya son adultos jóvenes (a los 30 años). “Antes no se ven los efectos porque son cerebros muy inmaduros”, añade María Eugenia Reátiga, psicóloga de la Universidad del Norte. (Puede interesarle: La crisis climática sí afecta la salud, pero no fue la culpable del covid-19)
A esta edad, señala Reátiga, empiezan a llegar a consulta aquellas personas a las que no les pusieron límites ni les explicaron para qué servían las cosas; aquellos que se sienten absolutamente frustrados con su cuerpo, sus decisiones o su personalidad, que necesitan aprobación social o tienen una deseabilidad social muy alta. Al final, hay fatiga mental.
Este caso, apunta Suárez, se podría asemejar a lo que sucede con los niños y las niñas y la pornografía (guardadas las proporciones, claro). Cuando tienen un primer acercamiento a los videos de adultos y no tienen un acompañamiento adecuado, generan una fuente aspiracional muy alta e innecesaria. Las niñas, por ejemplo, empiezan a ver cuerpos con senos gigantes, cinturas chiquititas y colas abultadas. Cuando crecen y ven que su cuerpo no es similar, dicen que tienen algo mal. “Vemos niñas de 15 años llegando a los quirófanos a operarse los senos o el abdomen, por cumplir unos estándares”, asegura. Así pasa con la obsesión por el cuidado de la piel.
¿Y la piel de las niñas?
Miguel Mateo Cuero, dermatólogo del Hospital Alma Máter de Antioquia, confiesa que a su consultorio han llegado papás que en algunos casos le piden alguna recomendación para que sus hijas comiencen con rutinas del cuidado de la piel, a pesar de que, por el momento, no requieren estos cuidados especiales. También cuenta que varios colegas han tenido como pacientes a niñas menores de 10 años que han consultado por una rutina de cuidado específica.
Pero ¿qué pasa cuando una niña menor de 12 años se aplica retinol, ácido salicílico, niacinamida o cualquier otro sérum?
Cuero, quien también es docente de Dermatología de la Universidad de Antioquia, explica que a esa edad todas las estructuras, tanto a nivel epidérmico como dérmico, funcionan bien, por su renovación celular y la producción de colágeno. Además, es sensible y delgada, lo cual quiere decir que estos productos les podrían generar algún tipo de irritación, piel rosácea y hasta problemas de dermatitis. (Puede leer: Tras las pistas de un órgano poco explorado: el cerebro de las mujeres)
Pérez, de la UNIR, tiene un ejemplo para sintetizar las consecuencias en la piel de las niñas: “Imagínese una chica preadolescente. En esta época, sus glándulas sebáceas empiezan a producir sebo y, si utilizan cremas que no son de su edad ni de su tipo de piel, sino unos con alto contenido en grasas, mantecas o comedogénicos, podría provocar una situación de acné. Por lo tanto, estos productos no van a ayudar a nada más que a provocar a medio plazo problemas de piel”.
Para los niños y niñas, recomiendan ambos dermatólogos, no es realmente necesario tener una rutina elaborada de cuidados de la piel. Lo que sugieren es un buen limpiador (jabón facial, principalmente si comienzan a presentar problemas de acné), crema hidratante y un buen bloqueador.
Lo ideal es que una rutina del cuidado de la piel no contenga más de seis productos. Para Pérez, los papás deben encender una alarma si ven que cada día sus hijas les piden más y más productos. También deben estar pendientes, añade Suárez, con el uso excesivo de redes y la compra de productos por internet.
Los especialistas advierten que hay una línea difusa entre apoyar a las niñas y niños con el cuidado de la piel y alimentar esta obsesión por los productos de belleza. Por eso, entre las recomendaciones que ofrecen está limitar el uso de las redes sociales, pues cada vez los algoritmos son más sofisticados y alimentan la exposición de niñas y niños a estas tendencias y al consumo de estos productos cosméticos que hacen parte de una industria que crece a cifras alarmantes. (También puede leer: Detalles del proyecto que analizó, por primera vez, a los centenarios en Colombia)
Datos de Statista, portal alemán de estadísticas, indican que en 2022 los ingresos generados por la industria del cuidado de la piel fueron de cerca de US$430 millones y estima que siga creciendo en los próximos cinco años hasta llegar a los US$625 millones en 2027.