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Aunque trasplantar heces para tratar ciertas infecciones puede sonar un tanto extraño, es un procedimiento que se viene implementando hace varios siglos, y que la medicina ha estado estudiando cada vez más. El trasplante de microbiota fecal (TMF), como es conocido este proceso, es una práctica que ayuda a restaurar las bacterias “buenas” que han sido eliminadas o reducidas por el uso de antibióticos, con el fin de restablecer la flora dañada.
Hoy es una alternativa terapéutica real para pacientes con enfermedad recurrente por la bacteria Clostridioides difficile, anteriormente conocida como Clostridium difficile, que causa una infección en el intestino grueso, que provoca diarrea potencialmente mortal en las personas. (Lea: Vacunarán koalas contra enfermedad sexual que amenaza su supervivencia)
Un estudio publicado en Cochrane Library afirma que el TMF es más efectivo que los antibióticos para tratar la enfermedad relacionada con esta bacteria. El tratamiento tradicional de dicha infección normalmente es con antibióticos. Sin embargo, esto pueden exacerbar lo que se conoce como disbiosis, es decir, la pérdida de diversidad microbiana: desaparecen los microorganismos beneficiosos para que haya la expansión de otros potenciales dañinos.
“El trasplante de microbiota fecal probablemente conduce a una pequeña disminución de los efectos secundarios graves; sin embargo, estos efectos fueron pocos. El proceso puede disminuir el riesgo de muerte en personas infectadas con la bacteria. Además, se han obtenido resultados prometedores en la colitis ulcerosa y en otros trastorno”, sostiene el estudio. (Lea: Identifican nueva especie de tiburón tras hallar en un museo unos huevos únicos)
Para llegar a dicha conclusión, los investigadores realizaron seis estudios: dos en Dinamarca y uno en los Países Bajos, Canadá, Italia y Estados Unidos, con 320 participantes, todos adultos. No obstante, la técnica debe seguir siendo perfeccionada, para buscar otros usos en el campo de la salud mental o para mejorar el efecto de la inmunoterapia en cáncer, por ejemplo.
Esta práctica no es nueva. Un estudio publicado en 2015, en la revista Elsevier, explica que, “en nuestro ámbito, destacan la ingesta de heces para aliviar ciertos padecimientos intestinales del ganado, descrita en el siglo XVII por Fabrizio di Aquapendente”.
El estudio también menciona que en la antigua China, el médico tradicional Ge Hong utilizó suspensiones de materia fecal administradas por vía oral en pacientes envenenados o con diarrea grave. Años después, Li Shizhen utilizó diversos preparados fecales para tratar males digestivos como diarreas, vómitos, dolor, fiebre o estreñimiento. En vista de que no era “estético”, mencionar las heces, los médicos chinos etiquetaban estos tratamientos como “sopa amarilla”.