Trasplante fecal, ¿cómo el popó ayudaría en el tratamiento contra el cáncer?
Ensayos clínicos encontraron que las heces de algunos pacientes tienen una gran probabilidad de influir en una mejoría clínica de otros. ¿Por qué?
¿Alguna vez se le ha pasado por la mente que el popó o los excrementos de algunas personas podrían ayudar en una mejoría clínica de algunos pacientes? Aunque suene una idea un poco difícil de creer, la ciencia, luego de varios ensayos clínicos, logró establecer que los trasplantes de popó podrían contribuir en varios tratamientos contra el cáncer. (Lea: Un paciente con VIH logra la remisión del virus. Es el cuarto del mundo)
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¿Alguna vez se le ha pasado por la mente que el popó o los excrementos de algunas personas podrían ayudar en una mejoría clínica de algunos pacientes? Aunque suene una idea un poco difícil de creer, la ciencia, luego de varios ensayos clínicos, logró establecer que los trasplantes de popó podrían contribuir en varios tratamientos contra el cáncer. (Lea: Un paciente con VIH logra la remisión del virus. Es el cuarto del mundo)
Así lo demostró la historia de Zion Levy, quien, en 2014 había sido diagnosticado con melanoma, que es el cáncer de piel más peligroso. En el Centro Médico Sheba en Tel HaShomer, en Israel, estaba recibiendo una inmunoterapia llamada nivolumab, que es un medicamento que ayuda al sistema inmune a retrasar o detener el crecimiento de células de cáncer.
Como Levy había respondido muy bien al tratamiento, los médicos le hicieron una propuesta bastante inusual para él, pero que se estaba volviendo común entre la comunidad médica: los trasplantes de popó. La idea era que donara sus heces, y los microbios que contenían, para ayudar a otras personas que no habían respondido al tratamiento o aquellas personas cuyos cánceres se habían vuelto resistentes a los medicamentos.
Levy, un poco sorprendido, aceptó. Tras varias pruebas rigurosas, los doctores determinaron que era apto para realizar la donación y, como sucede con cualquier trasplante, tenía que contar con un tiempo mínimo para llegar al hospital. En menos de 90 minutos los médicos debían tener la muestra, que estaba salvaguardada en una hielera.
En la clínica realizaron todos los procedimientos y análisis para buscar si tenía o no patógenos. Una vez los encontraron los diluyeron, homogeneizaron, centrifugaron y tamizaron hasta el punto de tener un líquido microbiano que se podía liofilizarse (que es un proceso de deshidratación) y envasarlos en cápsulas. (Puede ver: ¿Por qué el trasplante de corazón de cerdo a humano es por ahora un avance incierto?)
¿Los resultados del estudio? La emoción de Levy por conocer si realmente su donación iba o no a ayudar a algún paciente hizo que Ben Boursi, oncólogo del Centro Médico Sheba, le compartiera los hallazgos, pero de forma anónima. “La persona que recibió el trasplante, hoy tres años después, no evidencia rastros de cáncer y se ha convertido en donante en un ensayo similar de tratamiento de melanoma”, señala la revista Nature en un artículo.
Este ensayo del que hizo parte Levy y otro realizado por investigadores de Estados Unidos fueron los primeros en el mundo en emplear la transferencia microbiana fecal (FMT) para preparar a los pacientes y que tengan una mejor respuesta a las inmunoterapias. Los resultados de ambas investigaciones señalaron que de 26 personas que antes no habían respondido a la inmunoterapia, una de cada tres lo hizo después del trasplante.
Esos resultados, aunque modestos, llamaron la atención de los investigadores, quienes ahora tenían la tarea de analizar y determinar cuáles eran los pacientes que podían responder a ese tratamiento y cuáles no lo estaban haciendo. Desde esos dos ensayos, hasta la fecha, ya hay al menos 30 más que están en curso.
Los más recientes análisis han demostrado que el microbioma intestinal, que son el conjunto de bacterias que viven en el intestino, “puede tener efectos buenos o malos en la progresión de tumores distantes, los efectos secundarios de los tratamientos y la capacidad del sistema inmunitario para eliminar las células cancerosas”, dice Nature.
Otro de los puntos en los que han centrado su investigación los científicos es en el papel de la dieta y la diversidad de microbios intestinales y cuáles podrían ser esas interacciones entre los organismos que habitan en el intestino y los que viven en los propios tumores.
Boursi, encargado de la donación de Levy, ya ha tratado a 30 personas y estima que entre 50 y 100 personas en todo el mundo han recibido estos trasplantes para complementar la terapia contra el cáncer. Sin embargo, advierte, traducir estas observaciones en terapias reales podría resultar difícil. Por eso, a medida que avancen los estudios, los investigadores deberán encontrar estrategias para identificar a los mejores donantes, ampliar el procedimiento de trasplante y hacerlo asequible. (Le puede interesar: Realizan primer trasplante doble de manos por enfermedad poco frecuente)
“El enfoque podría abrir la puerta a una era de la oncología ecológica, en la que una mejor comprensión del tumor, el huésped, el sistema inmunológico y los microbios residentes conducirá a un mejor tratamiento”, sostuvo a Nature. Mientras avanzan los estudios, Jennifer Wargo, oncóloga del MD Anderson Cancer Center en Houston, Texas, y autora del estudio israelí, dice a Nature que “en última instancia, los investigadores deben encontrar la salsa secreta, un consorcio de microbios con buenas cualidades funcionales que podrían promover la inmunidad y la salud en general”.
Por eso, añade, “identificar las heces ideales para la donación podría no ser una cuestión de qué microbios contiene, sino más bien de lo que hacen. Observar los metabolitos que producen las bacterias es crucial para caracterizar los tratamientos y eso a su vez podría alterar la forma en que se entregan”. Unas incógnitas que se irán resolviendo a medida de que avancen los estudios.
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