Un sublinaje de ómicron tiene en aprietos a China. ¿Qué le espera a Colombia?
El sublinaje BA.2 ha obligado al gobierno del país asiático a confinar nuevamente a parte de su población. En Europa también está generando inquietud. Aquí hay algunas pistas para comprender mejor esta nueva situación y la relación con nuestro país.
Juan Diego Quiceno
El miércoles pasado el informe de muertes por covid-19 en Colombia llegó por primera vez, desde el inicio de la pandemia en 2020, a un dígito. Los colombianos se preocupan cada vez menos por contagiarse o volverse a contagiar de coronavirus, según la última encuesta Pulso Social, del DANE. El tema incluso ha ido perdiendo espacio en la agenda de los medios de comunicación. Todo simularía ser igual que antes si no nos llegaran, ocasionalmente, noticias de China. Lejos de cualquier normalidad, en el país asiático millones de personas siguen siendo confinadas a raíz de brotes. (Lea ¿Cómo generar el certificado de vacunación colombiano para viajar a la UE?)
El culpable allí parece ser BA.2, uno de cuatro sublinajes de ómicron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado. Según el organismo, “los estudios han demostrado que el sublinaje BA.2 crece más rápido que el BA.1″, si bien se sigue investigando las razones de esta ventaja. Aunque BA.2 había sido detectada principalmente en África y en China, recientemente hace mayor presencia en continentes como el europeo. Países como Reino Unido están viviendo nuevos picos de contagio que han alcanzado los 700.000 nuevos casos en cuestión de una semana. La pregunta, cada vez más usual en Estados Unidos, es si la historia se repetirá en América: ¿estamos ad-portas de una nueva “ola” de contagios de covid-19?
“Una y otra vez hemos visto cómo la dinámica de la infección en Europa se refleja aquí, solo unas semanas después”, recordaba la Dr. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su rueda de prensa del pasado 6 de abril. Es cierto, Europa mostró el futuro pandémico de América en “olas” como la delta u ómicron, pero es posible que haya sido por casualidad. Esas variantes se identificaron primero en países como Sudáfrica, más conectados con Europa a través de vuelos que con América, o directamente en países europeos como Reino Unido.
“Si la próxima variante comienza en Brasil, entonces es mucho más probable que vaya a los EE. UU. antes de Europa”, decía Graham Medley, modelador de enfermedades infecciosas en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, en el medio estadounidense The Atlantic. Es decir, lo que pasa en el viejo continente no está destinado, per se, a pasar aquí. Hay condiciones que lo pueden propiciar, modificar o incluso evitar. De hecho, países como Colombia tuvieron comportamientos que no siguieron los europeos como lo fue la ola de la variante mu, identificada en el país y que, vista en perspectiva por los expertos, atenuó el impacto de delta.
Con la masificación de las vacunas y los cambios en las políticas de control de covid-19 (más o menos restricciones) que están aplicando los países, según sus contextos nacionales, se hace más difícil suponer que lo que pasa en Europa o China pasará aquí, inevitablemente. Colombia, explica Martha Lucía Ospina Martínez, directora del Instituto Nacional de Salud, tiene particularidades respecto a esos países. “Tuvimos circulación de mu, que desarrolló anticuerpos en los colombianos que han demostrado efectividad contra la variante ómicron; tenemos todas las vacunas (el mix de todas ellas) y altas coberturas de vacunación; y tenemos una alta seroprevalencia”.
Las condiciones epidemiológicas varían de país a país. El impacto en la población china de ómicron y sus linajes no se puede analizar, por ejemplo, sin resaltar al mismo tiempo la política de cero covid-19 que sigue empeñado en imponer el gobierno chino.
“Ellos se siguen ´guardando´, lo que genera población susceptible, personas que nunca se han contagiado y que tienen más riesgo; tampoco vacunaron a los adultos mayores de manera prioritaria. Le han apostado a la supresión, algo que es imposible”, explica Silvana Zapata Bedoya, magíster en epidemiología. “La población prácticamente no tiene anticuerpos contra ómicron. Mantener el país cerrado durante dos años ha hecho que ahora sea más arriesgado volver a abrirlo”, analizó la consultora Eurasia Group.
Para estos escenarios importa incluso el tipo de vacunas que se han usado. Un análisis del INS resalta que “en China no se ha autorizado el uso de vacunas de ARNm que confieren una mejor protección que las que ha desarrollado localmente, como la Sinovac, que se basan en un virus atenuado y como ya ha demostrado la evidencia científica no presenta la misma efectividad y tampoco previenen la posibilidad de infección, ya que su finalidad está dirigida a evitar la enfermedad grave y la muerte”.
Por eso, de hecho, Colombia utiliza casi todas las vacunas aprobadas por la OMS. Sucede algo similar con Reino Unido, el otro país donde más se han visto incrementos debido al linaje de ómicron.
Los ingleses vacunaron en un primer momento a más de la mitad de su población con la vacuna de AstraZeneca, cuando la variante delta era dominante. Un estudio posterior en The Lancet sugirió que la efectividad de esta vacuna para prevenir la infección es menor respecto a la vacuna de Pfizer, muy usada en Estados Unidos y Colombia. Todo esto obviando la divergencia de medidas anticovid que se han puesto, se han derogado y se han vuelto a instalar en países europeos respecto a pases sanitarios, uso de tapabocas e incluso restricciones de movilidad en comparación con América, en donde la mayoría de las restricciones, sino todas, se aplicaron y terminaron principalmente en 2020.
“Es clave entender que ahora ya no se puede comparar tan fácil”, concluye Francisco Garrido Bernier, especialista en medicina interna y magíster en epidemiología. Todo esto, sin embargo, no significa que Colombia (y en general América) no puedan eventualmente vivir un nuevo aumento de casos. De hecho, no solo nadie lo niega, sino que en cierto grado es lo que hay que esperar.
Y entonces, ¿qué podemos hacer?
En Colombia, según el INS, el linaje “original” de ómicron sigue dominando el mapa genómico del país. Esto, no obstante, puede cambiar en un futuro. La OPS señaló el pasado 6 de abril que durante las últimas semanas el linaje BA.2 se ha detectado en el 8,7% de las secuencias reportadas de América del Sur en bases de datos globales. En Estados Unidos la BA.2 es dominante desde la última semana de marzo y durante la primera de abril ya representó el 72% del total de casos en ese país.
A pesar de que ese porcentaje supera el punto a partir del cual el linaje comenzó a presionar al alza los casos en Europa (un 60%), según le dijo Sam Scarpino, director gerente de vigilancia de patógenos en la Fundación Rockefeller a The Atlantic, el promedio de positivos a nivel nacional en ese país sigue estable e incluso a la baja.
Algunas reconocidas voces como la del Dr. Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, un centro de investigación médico, han observado que la expansión de este linaje en EE. UU. no solo ha sido más lenta que el “original”, sino que el incremento de casos que ha provocado en los estados donde más presencia tiene ha sido más moderado en comparación a la ola que desató ómicron cuando se instaló.
“Hay una tendencia que parece estar apuntando a mutaciones que provocan una enfermedad leve en el huésped y posibilidad de transmisión, sin aumento en la gravedad. Eso facilita la endemicidad”, dice Óscar Eduardo Gómez, epidemiólogo y catedrático de la Universidad Javeriana. Si el mundo ya puede hablar de una endemia y no de una pandemia es algo que la OMS no ha aceptado y en lo que se encuentran diferencias en las voces de las personas que estudian estos temas.
Para algunos se debe mantener el cuidado especial y la actitud de alerta frente al covid-19, “un virus que ha demostrado gran capacidad de variabilidad”, apunta Gómez; para otros el momento de quiebre de la pandemia ya ocurrió y lo que sigue ahora son los picos normales de cualquier virus respiratorio.
“Los picos de covid-19 seguirán ocurriendo en Estados Unidos, aquí y en todo el mundo, ya sea de este linaje o de otros, como pasa con un gran número de infecciones respiratorias. Este coronavirus seguirá siendo un problema de salud pública, pero no el más grave. Lo importante es que la vigilancia epidemiológica se mantenga, como se mantiene hoy con otros virus similares”, señala Garrido.
Esa vigilancia, concuerdan todos, se tiene que centrar en datos claves como la mortalidad del virus. De hecho, el Ministerio de Salud reiteró en las últimas horas que ese indicador está siendo clave para evaluar el momento en el que Colombia abandonará la emergencia sanitaria, pero por ahora esa decisión no está tomada. En los Puestos de Mando Unificado (PMU), el gobierno ha señalado la necesidad de mantener los equipos de vigilancia, el rastreo o las pruebas en los momentos que se indique y hacer la contención de los brotes, con énfasis en población con factores de riesgo.
Si usted mira a China y tiende a asustarse con los nuevos grandes brotes, piense que eso necesariamente no tiene que ocurrir aquí. Las condiciones son distintas y hasta el momento el panorama epidemiológico del país no parece apuntar a ello.
Lea las últimas noticias sobre salud en El Espectador.
El miércoles pasado el informe de muertes por covid-19 en Colombia llegó por primera vez, desde el inicio de la pandemia en 2020, a un dígito. Los colombianos se preocupan cada vez menos por contagiarse o volverse a contagiar de coronavirus, según la última encuesta Pulso Social, del DANE. El tema incluso ha ido perdiendo espacio en la agenda de los medios de comunicación. Todo simularía ser igual que antes si no nos llegaran, ocasionalmente, noticias de China. Lejos de cualquier normalidad, en el país asiático millones de personas siguen siendo confinadas a raíz de brotes. (Lea ¿Cómo generar el certificado de vacunación colombiano para viajar a la UE?)
El culpable allí parece ser BA.2, uno de cuatro sublinajes de ómicron que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha identificado. Según el organismo, “los estudios han demostrado que el sublinaje BA.2 crece más rápido que el BA.1″, si bien se sigue investigando las razones de esta ventaja. Aunque BA.2 había sido detectada principalmente en África y en China, recientemente hace mayor presencia en continentes como el europeo. Países como Reino Unido están viviendo nuevos picos de contagio que han alcanzado los 700.000 nuevos casos en cuestión de una semana. La pregunta, cada vez más usual en Estados Unidos, es si la historia se repetirá en América: ¿estamos ad-portas de una nueva “ola” de contagios de covid-19?
“Una y otra vez hemos visto cómo la dinámica de la infección en Europa se refleja aquí, solo unas semanas después”, recordaba la Dr. Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en su rueda de prensa del pasado 6 de abril. Es cierto, Europa mostró el futuro pandémico de América en “olas” como la delta u ómicron, pero es posible que haya sido por casualidad. Esas variantes se identificaron primero en países como Sudáfrica, más conectados con Europa a través de vuelos que con América, o directamente en países europeos como Reino Unido.
“Si la próxima variante comienza en Brasil, entonces es mucho más probable que vaya a los EE. UU. antes de Europa”, decía Graham Medley, modelador de enfermedades infecciosas en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, en el medio estadounidense The Atlantic. Es decir, lo que pasa en el viejo continente no está destinado, per se, a pasar aquí. Hay condiciones que lo pueden propiciar, modificar o incluso evitar. De hecho, países como Colombia tuvieron comportamientos que no siguieron los europeos como lo fue la ola de la variante mu, identificada en el país y que, vista en perspectiva por los expertos, atenuó el impacto de delta.
Con la masificación de las vacunas y los cambios en las políticas de control de covid-19 (más o menos restricciones) que están aplicando los países, según sus contextos nacionales, se hace más difícil suponer que lo que pasa en Europa o China pasará aquí, inevitablemente. Colombia, explica Martha Lucía Ospina Martínez, directora del Instituto Nacional de Salud, tiene particularidades respecto a esos países. “Tuvimos circulación de mu, que desarrolló anticuerpos en los colombianos que han demostrado efectividad contra la variante ómicron; tenemos todas las vacunas (el mix de todas ellas) y altas coberturas de vacunación; y tenemos una alta seroprevalencia”.
Las condiciones epidemiológicas varían de país a país. El impacto en la población china de ómicron y sus linajes no se puede analizar, por ejemplo, sin resaltar al mismo tiempo la política de cero covid-19 que sigue empeñado en imponer el gobierno chino.
“Ellos se siguen ´guardando´, lo que genera población susceptible, personas que nunca se han contagiado y que tienen más riesgo; tampoco vacunaron a los adultos mayores de manera prioritaria. Le han apostado a la supresión, algo que es imposible”, explica Silvana Zapata Bedoya, magíster en epidemiología. “La población prácticamente no tiene anticuerpos contra ómicron. Mantener el país cerrado durante dos años ha hecho que ahora sea más arriesgado volver a abrirlo”, analizó la consultora Eurasia Group.
Para estos escenarios importa incluso el tipo de vacunas que se han usado. Un análisis del INS resalta que “en China no se ha autorizado el uso de vacunas de ARNm que confieren una mejor protección que las que ha desarrollado localmente, como la Sinovac, que se basan en un virus atenuado y como ya ha demostrado la evidencia científica no presenta la misma efectividad y tampoco previenen la posibilidad de infección, ya que su finalidad está dirigida a evitar la enfermedad grave y la muerte”.
Por eso, de hecho, Colombia utiliza casi todas las vacunas aprobadas por la OMS. Sucede algo similar con Reino Unido, el otro país donde más se han visto incrementos debido al linaje de ómicron.
Los ingleses vacunaron en un primer momento a más de la mitad de su población con la vacuna de AstraZeneca, cuando la variante delta era dominante. Un estudio posterior en The Lancet sugirió que la efectividad de esta vacuna para prevenir la infección es menor respecto a la vacuna de Pfizer, muy usada en Estados Unidos y Colombia. Todo esto obviando la divergencia de medidas anticovid que se han puesto, se han derogado y se han vuelto a instalar en países europeos respecto a pases sanitarios, uso de tapabocas e incluso restricciones de movilidad en comparación con América, en donde la mayoría de las restricciones, sino todas, se aplicaron y terminaron principalmente en 2020.
“Es clave entender que ahora ya no se puede comparar tan fácil”, concluye Francisco Garrido Bernier, especialista en medicina interna y magíster en epidemiología. Todo esto, sin embargo, no significa que Colombia (y en general América) no puedan eventualmente vivir un nuevo aumento de casos. De hecho, no solo nadie lo niega, sino que en cierto grado es lo que hay que esperar.
Y entonces, ¿qué podemos hacer?
En Colombia, según el INS, el linaje “original” de ómicron sigue dominando el mapa genómico del país. Esto, no obstante, puede cambiar en un futuro. La OPS señaló el pasado 6 de abril que durante las últimas semanas el linaje BA.2 se ha detectado en el 8,7% de las secuencias reportadas de América del Sur en bases de datos globales. En Estados Unidos la BA.2 es dominante desde la última semana de marzo y durante la primera de abril ya representó el 72% del total de casos en ese país.
A pesar de que ese porcentaje supera el punto a partir del cual el linaje comenzó a presionar al alza los casos en Europa (un 60%), según le dijo Sam Scarpino, director gerente de vigilancia de patógenos en la Fundación Rockefeller a The Atlantic, el promedio de positivos a nivel nacional en ese país sigue estable e incluso a la baja.
Algunas reconocidas voces como la del Dr. Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, un centro de investigación médico, han observado que la expansión de este linaje en EE. UU. no solo ha sido más lenta que el “original”, sino que el incremento de casos que ha provocado en los estados donde más presencia tiene ha sido más moderado en comparación a la ola que desató ómicron cuando se instaló.
“Hay una tendencia que parece estar apuntando a mutaciones que provocan una enfermedad leve en el huésped y posibilidad de transmisión, sin aumento en la gravedad. Eso facilita la endemicidad”, dice Óscar Eduardo Gómez, epidemiólogo y catedrático de la Universidad Javeriana. Si el mundo ya puede hablar de una endemia y no de una pandemia es algo que la OMS no ha aceptado y en lo que se encuentran diferencias en las voces de las personas que estudian estos temas.
Para algunos se debe mantener el cuidado especial y la actitud de alerta frente al covid-19, “un virus que ha demostrado gran capacidad de variabilidad”, apunta Gómez; para otros el momento de quiebre de la pandemia ya ocurrió y lo que sigue ahora son los picos normales de cualquier virus respiratorio.
“Los picos de covid-19 seguirán ocurriendo en Estados Unidos, aquí y en todo el mundo, ya sea de este linaje o de otros, como pasa con un gran número de infecciones respiratorias. Este coronavirus seguirá siendo un problema de salud pública, pero no el más grave. Lo importante es que la vigilancia epidemiológica se mantenga, como se mantiene hoy con otros virus similares”, señala Garrido.
Esa vigilancia, concuerdan todos, se tiene que centrar en datos claves como la mortalidad del virus. De hecho, el Ministerio de Salud reiteró en las últimas horas que ese indicador está siendo clave para evaluar el momento en el que Colombia abandonará la emergencia sanitaria, pero por ahora esa decisión no está tomada. En los Puestos de Mando Unificado (PMU), el gobierno ha señalado la necesidad de mantener los equipos de vigilancia, el rastreo o las pruebas en los momentos que se indique y hacer la contención de los brotes, con énfasis en población con factores de riesgo.
Si usted mira a China y tiende a asustarse con los nuevos grandes brotes, piense que eso necesariamente no tiene que ocurrir aquí. Las condiciones son distintas y hasta el momento el panorama epidemiológico del país no parece apuntar a ello.
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