Una tendencia inquietante: en Colombia ha aumentado el consumo de comida chatarra
Una investigación muestra cómo ha crecido en el país la ingesta de alimentos ultraprocesados que pueden tener repercusiones en la salud de las personas. Preocupa mucho lo que está pasando con los niños más pequeños. Los autores creen que se está haciendo mal uso de fórmulas infantiles.
Paula Casas Mogollón
En Colombia el consumo de alimentos como papas fritas de paquete, gaseosas o helados ha aumentado en este siglo. Así lo demuestra un estudio publicado en Plos Global Public Health, liderado por Gustavo Cediel Giraldo, doctor en Nutrición, docente e investigador del Grupo de Investigación Saberes Alimentarios (SAL), de la Universidad de Antioquia (UdeA).
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En Colombia el consumo de alimentos como papas fritas de paquete, gaseosas o helados ha aumentado en este siglo. Así lo demuestra un estudio publicado en Plos Global Public Health, liderado por Gustavo Cediel Giraldo, doctor en Nutrición, docente e investigador del Grupo de Investigación Saberes Alimentarios (SAL), de la Universidad de Antioquia (UdeA).
Este tipo de alimentos, conocidos como ultraprocesados, se caracterizan porque son productos preparados industrialmente a partir de ingredientes derivados de otras fuentes orgánicas. Es decir, se les añade, entre otras cosas, sodio (sal), azúcar, grasas saturadas o colorantes de manera excesiva y, por eso, están en el radar de los médicos. (Lea Hay muchas razones para dejar de creer en la astrología: no se deje embaucar)
En varios países, cuenta el profesor Cediel, la evidencia ha demostrado que el consumo en exceso de estos productos genera un empeoramiento de la calidad de la dieta, además de obesidad y enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión, cáncer, enfermedades neurodegenerativas e, incluso, adicción a estos productos.
En los países de América Latina, por ejemplo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) encontró que había una tendencia creciente en las ventas de productos comestibles ultraprocesados. Solo entre 2000 y 2013, las ventas registraron un aumento del 26 %. En Colombia, por su parte, los datos de Euromonitor International indican que las ventas aumentaron más del 6 %.
“Estos datos muestran que la población de Colombia, al igual que la de los países de la región, es vulnerable a un aumento dramático del consumo de productos comestibles ultraprocesados”, comenta Cediel.
Junto a su equipo, este investigador quiso evaluar cómo había sido la tendencia del consumo de productos comestibles ultraprocesados entre 2005 y 2015, año en el que se publicaron los últimos datos de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia. La idea era comprender su asociación con factores sociodemográficos y el contenido dietético general de nutrientes que consumen los colombianos.
“Con esta información, hicimos un análisis de la tendencia en el consumo de estos productos ultraprocesados y análisis de modelaje estadístico para hacer estas estimaciones. Es decir, cómo los ultraprocesados están relacionados con una dieta que genera enfermedades crónicas”, apunta Cediel.
Los resultados muestran que en el país hubo un aumento en el consumo de productos procesados y ultraprocesados del 13 % entre 2005 y 2015. Además, el análisis del consumo de alimentos a escala nacional en 2015 mostró que el 19,2 % de la energía consumida por la población de Colombia provino de esos artículos.
Esto, en términos más sencillos, explica Cediel, quiere decir que en Colombia hay una tendencia de mayor consumo de productos como las papas en paquete y las gaseosas, que está desplazando, cada vez más, la alimentación natural. “Está disminuyendo el consumo de preparaciones culinarias tradicionales”, advierte.
Los investigadores encontraron que en la dieta de los colombianos, por ejemplo, en la categoría de alimentos naturales o que son mínimamente procesados, los que más contribuyeron al aporte energético fueron los cereales, plátanos, raíces y tubérculos, con un 26 %; luego siguen las carnes rojas, con un 9,2 %.
En cuanto a los alimentos recién preparados; es decir, los que son cocinados principalmente a partir de alimentos no procesados, los investigadores encontraron que representaron el 4,5 % de la energía total de la consumida por los colombianos. Las frutas contribuyeron al 3,3 % del total, mientras que los lácteos y las verduras representaron el 3,2 % y el 3,1 %, respectivamente.
Otro de los hallazgos de los investigadores es que los adolescentes de zonas urbanas son los que registraron el mayor consumo de ultraprocesados “Este grupo poblacional contribuyó con el 20,3 % de la ingesta energética diaria total de esos productos”, se lee en el artículo de PLOS Global Public Health.
Lo más alarmante, apunta el nutricionista, es que en 2015 estas cifras aumentan significativamente, siendo los niños menores de un año los que más consumieron estos productos. Los siguen edades entre los uno y cuatro años, que obtienen el 25 % de la energía diaria a partir de estos productos.
Los datos para los menores de un año, dice, “mostraron que están consumiendo muchos de estos productos a través de las fórmulas infantiles, que no es lo deseado. Esto abre el debate de si están usando de forma adecuada este producto”.
Eso, para Cediel, es inquietante: “Esto quiere decir que estas poblaciones seguramente van a seguir alimentándose igual si no hacemos nada y que vamos a tener adultos más enfermos, que quizá mueran a más temprana edad que la de nuestros abuelos”.
Por otra parte, la investigación muestra que los ingredientes de cocina procesados que más contribuyeron a la energía consumida por la población de Colombia fueron los azúcares, con un total de 3,8% y, le siguen los aceites vegetales, con un 3,1%. Esto señala que, “a medida que consumimos más de estos productos, se aumenta también el consumo de azúcares libres, de grasas saturadas, de grasas trans y de sodio, que son los productos que ahora el etiquetado nos está advirtiendo que están en exceso”, asegura.
Para el caso de los alimentos procesados, las tasas más altas se reportaron en las preparaciones fritas, saladas o dulces, con un 4,9%. Luego, está el pan fresco y productos de panadería, con un 3,1%, y los quesos, con un 2,2%. Otras de las categorías que registraron un consumo alto fueron el pan industrial, los snacks envasados, las bebidas azucaradas, los helados, las bebidas lácteas comerciales, los embutidos y las carnes reconstituidas.
Los investigadores aseguran que estos resultados muestran que hay un deterioro de la calidad de la alimentación en Colombia y, añade Cediel, si no “actuamos a tiempo y reducimos el consumo de esos ultraprocesados, sobre todo la población más joven, se van a incrementar las enfermedades crónicas en el país”.
Dicen, además, que las medidas como el etiquetado frontal de advertencia y los impuestos a los productos ultraprocesados han sido importantes para contrarrestar esta problemática. “Se debe trabajar además en la promoción en el consumo de alimentos naturales y la gastronomía local desde edades tempranas, por su asociación con mejor salud”, apunta Cediel.
Aunque estos datos dan un panorama de la alimentación del país, Cediel advierte que aún hay un vacío en la información, pues estaba previsto que en 2020 se llevará a cabo una nueva edición de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia, pero, por la pandemia se pospuso. Sin embargo, hasta ahora no se conoce para cuándo quedó reprogramada.