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La primera vez que el ministro de Salud, Fernando Ruiz, anunció la llegada del cuarto pico a Colombia fue, quizás, en los primeros días de septiembre. Entonces, en medio del Congreso Colombiano de Enfermedades Infecciosas, dijo que esa nueva ola llegaría en octubre. Era una de las razones por las cuales el Gobierno había decidido extender la emergencia sanitaria hasta el 30 de noviembre. Así podría “implementar medidas en cualquier momento si la situación lo amerita”.
Dentro de diez días ese lapso llegará a su fin y aún el país no ha vivido el cuarto pico. Entre los rumores de un nuevo decreto que extendería la medida, el Minsalud también ha prolongado el arribo de esa nueva ola. En octubre Ruiz aseguró que llegaría en noviembre, pero este mes postergaron esa fecha hasta las primeras semanas de diciembre. Los titulares, mientras tanto, no han perdido la oportunidad para prender las alarmas: “¿Va tomando forma un cuarto pico en Colombia?”, señaló un popular diario. “Otra vez: casi 2.000 casos nuevos de coronavirus, ¿se viene un cuarto pico?”, apuntó otro. Entre esos cambios los escépticos también han encontrado un lugar para desconfiar de los anuncios. (Le puede interesar: Será requisito presentar carné de vacunación con dos dosis para eventos masivos)
La pregunta, entonces, es si habrá una nueva ola de COVID-19, como está sucediendo en algunos países europeos. ¿Será tan grave como en anteriores oportunidades? ¿Es posible que veamos medidas de aislamiento? ¿Colapsará de nuevo el sistema hospitalario?
Es difícil moverse en el terreno de la especulación, pero para entender por qué la llegada del cuarto pico se aplaza cada semana, hay que partir, como lo explicaba el Instituto Nacional de Salud (INS) en un documento en el que resumía la dinámica del coronavirus, de una premisa: los modelos matemáticos que ayudan a tomar decisiones sobre la pandemia también tienen una gran carga de incertidumbre. Es un escenario novedoso del que aún no conocemos toda la información, señalaba.
Eso quiere decir que las proyecciones de un cuarto pico dependen de muchos factores que varían con frecuencia. Entre ellos, hay dos principales: la velocidad de contagio, donde la transmisibilidad de las variantes que circulen en el país juega un rol importante, y la rapidez con que se vacunen los colombianos. También son importantes otras variables, como el número de infectados de manera natural, la efectividad de las vacunas utilizadas, según diferentes grupos de edad, y la manera en que se apliquen medidas no farmacológicas. (Le puede interesar: Dosis de refuerzo para mayores de 50 años será a los 4 meses)
Para ser un poco más detallados, el modelo colombiano, adoptado en junio de este año, simula la historia natural de la enfermedad por medio de nueve estados (como expuestos, susceptibles o muertos) y es ajustado con un sistema de ecuaciones diferenciales, que requiere muchos más párrafos para explicarlo con algo de precisión.
Pero como dice Laura Rodríguez, profesora de la U. Industrial de Santander (UIS) y Ph. D. en Ciencias de la Salud Pública y Epidemiología, aunque estos modelos matemáticos son muy útiles, por ese grado de incertidumbre no siempre pueden predecir con exactitud el momento en el que se dará otro pico ni la magnitud que puede alcanzar. De hecho, aunque los anuncios del Minsalud sean confusos, el INS fue claro desde octubre: “Se estima que el pico podría ocurrir, por fecha de inicio de síntomas entre noviembre de 2021 y enero de 2022, con los datos actualizados al 18 de octubre de 2021”.
En eso concuerdan Rodríguez y los epidemiólogos Silvana Zapata y Álvaro Javier Idrobo: pese a que es difícil decir una fecha exacta, habrá un cuarto pico. La gran diferencia, coinciden, es que todo parece indicar que no será de la magnitud del segundo ni del tercer pico, cuando el número de fallecimientos registrados por día llegó a ser de 392 y 693, respectivamente. Lo más probable es que el sistema hospitalario no enfrente los apuros que vimos en el pasado. (Puede leer más noticias de coronavirus y salud aquí)
“Sí va a haber incremento de casos de COVID-19, pero no sabemos la magnitud. Como hay una alta seroprevalencia (es decir, proporción de personas que estuvieron expuestas al virus) y está creciendo el número de vacunados, no veremos la misma mortalidad. Eso convierte a la enfermedad, poco a poco, en una infección respiratoria que puede infectar a muchos, pero no causar la muerte a tantos como sucedió en otros meses”, explica Zapata.
Además, dice Idrobo, no está del todo bien comparar la situación epidemiológica de Europa con la de Colombia. Las cuarentenas, el número de infectados y hasta los movimientos antivacunas se han comportado de manera muy diferente en ambas latitudes. Un buen ejemplo es Rusia, donde la última semana ha habido récord de registro de muertes por coronavirus (más de 1.200 por día).
Ahora, como aclara Zapata, viene una época en la que es usual reunirse con amigos y familia y eso, sin duda, incidirá en el incremento de casos así como de predominio de alguna variante. Por ahora, predomina mu, pero su lugar lo puede ocupar delta. Esta gráfica muestra mejor cómo ha sido ese comportamiento:
El INS, en sus cálculos, planteaba dos escenarios, que dependen del comportamiento de diversas variables: uno pesimista, con un número de contagios y una ocupación de camas de UCI mayor al tercer pico, y con un mismo número de muertes. Otro, con menos de sesenta fallecidos diarios y muchos menos casos de contagio que las otras olas. Evitar que nos enfrentemos al primero, decía, depende de la cobertura en vacunación. Algunos territorios, como Amazonas, Boyacá y Bogotá, van a buen ritmo, pero otros, como mostraremos mañana en un reportaje, van muy lentos. Por ejemplo, en Vichada solo el 13,37 % de los habitantes tiene el esquema completo.