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Si bien parece que hay un nuevo video todos los días de jóvenes sin tapabocas que festejan alegremente fuera (y dentro) de los bares, muchas personas han bebido menos durante la pandemia. La mitad de los estadounidenses dicen que no les entusiasma regresar a su bar favorito, o cualquier bar.
De hecho, el miedo a los espacios cerrados y multitudes descuidadas que guardan menos distanciamiento social podría cambiar la cultura del consumo de alcohol durante mucho tiempo. Ya está bajo amenaza el futuro de su amigable barman.
Las cocteleras robot han estado disponibles durante años. Opciones comerciales a mayor escala han estado mezclando bebidas y entretenimiento, utilizando brazos robóticos para hacer cócteles en clubes desde Europa hasta Dubái y a bordo de cruceros. Pero la pandemia puede haber abierto la puerta a un panorama más amplio.
Una mujer que se quita el tapabocas en un bar vacío y brinda con un barman robótico no era el típico anuncio para bebidas antes del covid-19. Pero en una época en que tanto los consumidores como los bármanes son posibles vectores de enfermedad, la austeridad de los cócteles sin contacto podría ser reconfortante.
“En bares robóticos como el nuestro, no hay ningún tipo de contacto (con personas) porque se puede pedir y pagar a través del teléfono móvil, por lo que no se toca nada”, dijo Emanuele Rossetti, director ejecutivo de Makr Shakr, con sede Turín, Italia.
Los mixólogos robóticos no resolverán el riesgo de la cercanía, que es parte de lo que hace que los bares sean zonas ideales para transmitir el coronavirus. Su bar local probablemente tampoco tenga el dinero en este momento para comprar un robot de más de US$100.000. Y los clientes importantes como los cruceros, que han estado anclados durante meses, están atrapados en una crisis financiera inducida por la epidemia. Rossetti dijo que el impacto inicial fue una “gran desaceleración”, pero las conversaciones sobre nuevos pedidos han comenzado nuevamente.
Dina Zemke, profesora asociada de Ball State University que estudia como los entornos físicos afectan los servicios, dijo que los bármanes robóticos son más entretenidos que los mixólogos serios. Indica que si bien el barman todavía tiene futuro, los bares en sí podrían cambiar.
Existen opciones semirobóticas que podrían volverse más populares, como dispensadores automáticos de vino y bebidas mixtas, dijo. Y también hay opciones sin alcohol: “Sally” es un robot que hace ensaladas y cuesta US$35.000 y tiene como objetivo limpiar la barra de ensaladas del supermercado.
Pero Alan Adojaan, director ejecutivo de la startup Yanu, de Tallin, en Estonia, dijo que su compañía ha creado un prototipo de barman robot que ha captado el interés de aeropuertos y casinos.
“El concepto de bar está cambiando completamente ahora, así como el de discotecas y eventos públicos”, dijo Adojaan. Si bien se necesitan humanos para la manutención y el suministro a bares automatizados, los mixólogos mecanizados logran eliminar la interfaz cliente-barman.