Adiós Facebook, bienvenido Meta: ¿qué cambia, más allá del nombre?
La mayor red social del planeta se rebautizó este jueves como parte de un esfuerzo por enfocarse en lo que considera será la próxima evolución tecnológica: el metaverso. Y todo esto lo hace envuelta en las llamas de la principal tormenta mediática y de escrutinio público en su historia.
Redacción tecnología, con información de agencias
Finalmente llegó el día: Facebook ya no se llamará Facebook, sino ahora será Meta.
El anuncio fue hecho por Mark Zuckerberg, fundador y presidente del gigante tecnológico, durante una presentación en la que señaló cuál es el Norte para su compañía: el metaverso.
Lea también: ¿Qué es el metaverso y por qué Facebook le apuesta a esta visión tecnológica?
El cambio de nombre señala el camino hacia el futuro que quiere recorrer la plataforma, cuando en el presente atraviesa por una crisis de reputación y credibilidad como ninguna otra en la historia de la multinacional.
Esta semana un consorcio con más de 12 medios internacionales publicó una serie de reportes, basada en unos 10.000 documentos filtrados, que señalan la escala de los problemas de la red social, así que como las acciones que ha emprendido, o dejado de tomar, para mejorar escenarios como el del discurso de odio y la desinformación.
Aunque los enfoques de cada publicación varían, hay un tema común: la empresa es consciente de los daños y males que su plataforma causa en la sociedad. Parafraseando una de las conclusiones de estas investigaciones: los algoritmos de Facebook causan polarización y la compañía tiene claro cuánto discurso de odio hay en la plataforma, cuánta desinformación hay en ella. Pero no dice nada públicamente sobre eso.
El cambio hacia Meta alude directamente a la ambición de Zuckerberg de construir el futuro de la tecnología (y de su negocio) a través del metaverso. El fundador de Facebook dijo que, de ahora en adelante, la empresa reportará sus resultados en dos grupos: uno para su familia de aplicaciones (incluyendo Facebook, ninguna cambiará de nombre) y otro para sus esfuerzos tecnológicos de cara al futuro. La compañía dijo que sus acciones empezarán a cotizarse con un nuevo símbolo, MVRS, el 1 de diciembre.
Lo que Zuckerberg propone es que Facebook trascienda sus propias barreras como red social y transite hacia una experiencia virtual, que está englobada en el término metaverso.
Para Zuckerberg, así como para otros, el metaverso bien puede representar la siguiente evolución en la forma como interactuamos a través de internet. En esta visión intervienen asuntos como la realidad virtual y aumentada, pero también herramientas tecnológicas que soportan el funcionamiento de criptomonedas, por ejemplo.
¿Qué es el metaverso?
El término original apareció en “Snow Crash”, una novela de 1992 de Neal Stephenson, un autor de culto en el mundo de la ciencia ficción y la tecnología y que, en conjunto con otros autores como William Gibson, suele ser la primera línea de algo conocido como cyberpunk.
En muy resumidas cuentas, las obras que suelen agruparse bajo este nombre (títulos como “Neuromante”, entre otros), suelen describir escenarios que oscilan entre la utopía y distopía, pero que presentaron en su momento visiones novedosas sobre la relación entre el hombre y las máquinas y acerca de las tensiones entre sociedad y tecnología. Desde la ciencia ficción fueron planteando preguntas acerca de cómo evolucionamos socialmente en medio de un mundo altamente tecnificado.
El rastro del término, o al menos de sus características, puede seguirse hasta trabajos como “Ready player one”, la novela de Ernest Cline (llevada al cine por Steven Spielberg) en la que una plataforma virtual (el Oasis) se ha convertido en la nueva realidad para una humanidad que malvive en su experiencia lejos del teclado.
Independientemente de la visión que presente, entre redención o apocalipsis, el metaverso se suele leer como una extensión de las experiencias que la tecnología ofrece: una disolución (más o menos permeable) entre lo que sucede en un mundo tangible y uno digitalizado.
Lea también: Cómo Facebook casi provoca una guerra civil
En la novela de Cline, por ejemplo, el Oasis es el lugar en donde la sociedad vive para todo excepto para suplir funciones corporales como comer; uno de los personajes lo define como “el mayor recurso económico en el mundo”.
Por cierto, algunos elementos y herramientas del ecosistema tecnológico actual ofrecen algunos sabores preliminares de cómo sería una primera encarnación del metaverso. Hablamos de cosas como Fortnite o incluso criptomonedas. Si supo qué era o deambuló por la experiencia Second Life puede haber tenido una visión preliminar (rudimentaria o escasa también aplican) de lo que el metaverso puede ofrecer.
En un sentido, el metaverso es visto por muchos como la siguiente evolución de internet, algo que, en su sentido más amplio, sólo será posible si hay una interoperabilidad entre servicios y plataformas y no reinos apartes con muros claros entre una compañía y otra, entre una app y la siguiente.
La visión de Facebook
Durante la presentación de este jueves, Zuckerberg, habló sobre las diferentes experiencias que esperarán a los usuarios del metaverso, que serán posibles por la sensación de presencialidad, de estar realmente presente con el resto de personas en una sala virtual, y no solo ante una pantalla, como ocurre en la actualidad.
Ese sentido de la presencialidad estará respaldad por una serie de elementos, como el espacio virtual, provisto por soluciones como Horizon Home, Horizon World o Horizon Rooms; un avatar, que más que una imagen será una representación viviente tridimensional del usuario, capaz de reproducir sus gestos y expresiones faciales, y con posibilidades de personalizar; y elementos para decorar el espacio virtual.
Estos elementos serán la base de la economía digital que Facebook planea desarrollar con el metaverso. Los creadores pueden crear y vender sus ítems, que los usuarios podrán comprar para decorar sus espacios o personalizar su avatar y compartir con otros usuarios.
“Creemos que el metaverso es el sucesor de la red móvil y nos permitirá expresarnos de maneras más completas. Cuando le envíe un video de mis hijos a mis papás, ellos sentirán que están en el momento, no sólo viendo una pantalla, que no puede transmitir emociones ni una experiencia más grande. De eso es de lo que estamos hablando”.
La presentación, que tomó más de una hora, incluyó una serie de visualizaciones en las que las fronteras entre experiencia tangible y virtual se difuminaba por completo. Esta visión del futuro parece particularmente útil para una serie larga de usos y escenarios, pero en donde quizá pueda tener un impacto más profundo es en el trabajo: en últimas, se trataría de tener un verdadero espacio híbrido de trabajo, con las ventajas de la presencialidad, pero sin los problemas de la localización.
Lea también: Exempleada denuncia que Facebook incita al odio con fines lucrativos
Hasta el momento, buena parte de este discurso no es más que una visión y un trazado de curso (lo que no es poca cosa para una de las compañías más grandes en el planeta). Zuckerberg mismo lo reconoció al decir que “el metaverso no existe aún, los bloques sobre los que será construido apenas están emergiendo”. Y recalcó: “Somos metaverso primero, no Facebook”.
El metaverso requerirá el empleo de un casco de realidad virtual, que además de permitir comunicarse con los demás, también se usará para los videojuegos o para hacer ejercicio físico. Otra opción será el uso de gafas de realidad aumentada, por ejemplo, para el trabajo, ya que pueden desplegar ante los ojos del usuario un escritorio digital, con la posibilidad de interactuar con modelos en 3D o mantener reuniones con otros colegas en forma de holograma.
Zuckerberg ha defendido que el metaverso será beneficioso para la sociedad, para el economía y para el medio ambiente. Pero ha destacado el papel que tendrá especialmente en la economía, con el ecosistema de creación de productos, servicios y experiencias que permitirá crear.
Este ecosistema mantendrá el enfoque que actualmente tiene Facebook con los creadores: ofrecerles servicios y herramientas al menor coste, en comparación con otras plataformas, como ha señalado el directivo. Se acompañará con nuevas formas de propiedad.
La interacción con los objetos virtuales o la voz para controlar el entorno permitirán fundir el mundo físico con el digital. Y para ello la compañía ha anunciado nuevas herramientas (SDK) para que los desarrolladores puedan trabajar en sus experiencias de realidad mixta para el metaverso. La comunidad Spark AR cuenta ya con más de 600.000 creadores.
El metaverso es un proyecto a largo plazo, pero su desarrollo dependerá de un hardware específico diseñado para él. En este sentido, la compañía anunció cosas como Project Cambria, que será compatible con los cascos Quest y permitirá reproducir en los avatares el contacto ocular y las expresiones en tiempo real gracias a los sensores que integra. Este equipo mostrará, en un futuro, la imagen en alta resolución y realidad mixta. También ha mencionado el trabajo que están realizando en sus primeras gafas de realidad aumentada.
¿Nuevo nombre cambia todo?
Si bien el cambio de Facebook puede reflejar el foco de transitar hacia el metaverso, lo cierto es que el momento en el que la compañía eligió a hacerlo resulta particular, por decir lo menos.
“Cambiar el nombre de una empresa sumida en la controversia nunca es un remedio infalible para los males que desbordan sus operaciones o destruyen su reputación. Y las empresas a menudo adoptan nuevos nombres debido a la controversia, no a causa de un cambio estratégico radical que requiera un cambio de imagen. El gigante del tabaco Philip Morris se rebautizó como Altria Group hace casi dos décadas tras las investigaciones sobre su conocimiento de la adicción a la nicotina. WorldCom se convirtió en MCI tras un escándalo de fraude y la quiebra. ValueJet Airlines se convirtió en AirTran Airways tras un trágico accidente”, escribió Timothy O’Brien, editor de opinión en Bloomberg.
Claro, las compañías también cambian de nombre por razones menos oscuras. Pero sí resulta sumamente llamativo el momento de Facebook para llevar a cabo esta transición, en medio del que quizá sea el mayor daño reputacional para una marca que, en justicia, ya ha pasado por varios incendios más.
Durante la presentación, Zuckerberg aseguró que, de cara al futuro “tomaremos todo lo que hemos aprendido para construir el siguiente capítulo”. Y esto puede resultar inquietante y preocupante si se lee bajo la luz de lo que los Facebook Papers han revelado.
Lea también: Facebook: cuatro grandes controversias que han marcado a la red social
La construcción de un metaverso, como bien lo dijo Zuckerberg en su presentación, requerirá del esfuerzo colaborativo entre compañías para lograr la interoperabilidad de las plataformas, pero también porque es necesario pensar en nuevas estructuras de control y gobernanza.
Y estas dos últimas palabras podrían no rimar mucho con la marca Facebook (o Meta). Como lo dijo un usuario en Twitter: “Bueno, un monopolio va a poner las reglas de la próxima internet. Apague y vámonos”.
Sin perjuicio de cómo Facebook/Meta piensa el futuro de la tecnología, lo cierto es que buena parte de lo que suceda con la red depende no sólo de los avances técnicos alrededor de internet o las realidades virtuales y aumentadas, sino también sobre cómo se evitará repetir los abismos actuales: un puñado de compañías que controlan la economía digital después de haber moldeado el mundo a su imagen y semejanza.
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Finalmente llegó el día: Facebook ya no se llamará Facebook, sino ahora será Meta.
El anuncio fue hecho por Mark Zuckerberg, fundador y presidente del gigante tecnológico, durante una presentación en la que señaló cuál es el Norte para su compañía: el metaverso.
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El cambio de nombre señala el camino hacia el futuro que quiere recorrer la plataforma, cuando en el presente atraviesa por una crisis de reputación y credibilidad como ninguna otra en la historia de la multinacional.
Esta semana un consorcio con más de 12 medios internacionales publicó una serie de reportes, basada en unos 10.000 documentos filtrados, que señalan la escala de los problemas de la red social, así que como las acciones que ha emprendido, o dejado de tomar, para mejorar escenarios como el del discurso de odio y la desinformación.
Aunque los enfoques de cada publicación varían, hay un tema común: la empresa es consciente de los daños y males que su plataforma causa en la sociedad. Parafraseando una de las conclusiones de estas investigaciones: los algoritmos de Facebook causan polarización y la compañía tiene claro cuánto discurso de odio hay en la plataforma, cuánta desinformación hay en ella. Pero no dice nada públicamente sobre eso.
El cambio hacia Meta alude directamente a la ambición de Zuckerberg de construir el futuro de la tecnología (y de su negocio) a través del metaverso. El fundador de Facebook dijo que, de ahora en adelante, la empresa reportará sus resultados en dos grupos: uno para su familia de aplicaciones (incluyendo Facebook, ninguna cambiará de nombre) y otro para sus esfuerzos tecnológicos de cara al futuro. La compañía dijo que sus acciones empezarán a cotizarse con un nuevo símbolo, MVRS, el 1 de diciembre.
Lo que Zuckerberg propone es que Facebook trascienda sus propias barreras como red social y transite hacia una experiencia virtual, que está englobada en el término metaverso.
Para Zuckerberg, así como para otros, el metaverso bien puede representar la siguiente evolución en la forma como interactuamos a través de internet. En esta visión intervienen asuntos como la realidad virtual y aumentada, pero también herramientas tecnológicas que soportan el funcionamiento de criptomonedas, por ejemplo.
¿Qué es el metaverso?
El término original apareció en “Snow Crash”, una novela de 1992 de Neal Stephenson, un autor de culto en el mundo de la ciencia ficción y la tecnología y que, en conjunto con otros autores como William Gibson, suele ser la primera línea de algo conocido como cyberpunk.
En muy resumidas cuentas, las obras que suelen agruparse bajo este nombre (títulos como “Neuromante”, entre otros), suelen describir escenarios que oscilan entre la utopía y distopía, pero que presentaron en su momento visiones novedosas sobre la relación entre el hombre y las máquinas y acerca de las tensiones entre sociedad y tecnología. Desde la ciencia ficción fueron planteando preguntas acerca de cómo evolucionamos socialmente en medio de un mundo altamente tecnificado.
El rastro del término, o al menos de sus características, puede seguirse hasta trabajos como “Ready player one”, la novela de Ernest Cline (llevada al cine por Steven Spielberg) en la que una plataforma virtual (el Oasis) se ha convertido en la nueva realidad para una humanidad que malvive en su experiencia lejos del teclado.
Independientemente de la visión que presente, entre redención o apocalipsis, el metaverso se suele leer como una extensión de las experiencias que la tecnología ofrece: una disolución (más o menos permeable) entre lo que sucede en un mundo tangible y uno digitalizado.
Lea también: Cómo Facebook casi provoca una guerra civil
En la novela de Cline, por ejemplo, el Oasis es el lugar en donde la sociedad vive para todo excepto para suplir funciones corporales como comer; uno de los personajes lo define como “el mayor recurso económico en el mundo”.
Por cierto, algunos elementos y herramientas del ecosistema tecnológico actual ofrecen algunos sabores preliminares de cómo sería una primera encarnación del metaverso. Hablamos de cosas como Fortnite o incluso criptomonedas. Si supo qué era o deambuló por la experiencia Second Life puede haber tenido una visión preliminar (rudimentaria o escasa también aplican) de lo que el metaverso puede ofrecer.
En un sentido, el metaverso es visto por muchos como la siguiente evolución de internet, algo que, en su sentido más amplio, sólo será posible si hay una interoperabilidad entre servicios y plataformas y no reinos apartes con muros claros entre una compañía y otra, entre una app y la siguiente.
La visión de Facebook
Durante la presentación de este jueves, Zuckerberg, habló sobre las diferentes experiencias que esperarán a los usuarios del metaverso, que serán posibles por la sensación de presencialidad, de estar realmente presente con el resto de personas en una sala virtual, y no solo ante una pantalla, como ocurre en la actualidad.
Ese sentido de la presencialidad estará respaldad por una serie de elementos, como el espacio virtual, provisto por soluciones como Horizon Home, Horizon World o Horizon Rooms; un avatar, que más que una imagen será una representación viviente tridimensional del usuario, capaz de reproducir sus gestos y expresiones faciales, y con posibilidades de personalizar; y elementos para decorar el espacio virtual.
Estos elementos serán la base de la economía digital que Facebook planea desarrollar con el metaverso. Los creadores pueden crear y vender sus ítems, que los usuarios podrán comprar para decorar sus espacios o personalizar su avatar y compartir con otros usuarios.
“Creemos que el metaverso es el sucesor de la red móvil y nos permitirá expresarnos de maneras más completas. Cuando le envíe un video de mis hijos a mis papás, ellos sentirán que están en el momento, no sólo viendo una pantalla, que no puede transmitir emociones ni una experiencia más grande. De eso es de lo que estamos hablando”.
La presentación, que tomó más de una hora, incluyó una serie de visualizaciones en las que las fronteras entre experiencia tangible y virtual se difuminaba por completo. Esta visión del futuro parece particularmente útil para una serie larga de usos y escenarios, pero en donde quizá pueda tener un impacto más profundo es en el trabajo: en últimas, se trataría de tener un verdadero espacio híbrido de trabajo, con las ventajas de la presencialidad, pero sin los problemas de la localización.
Lea también: Exempleada denuncia que Facebook incita al odio con fines lucrativos
Hasta el momento, buena parte de este discurso no es más que una visión y un trazado de curso (lo que no es poca cosa para una de las compañías más grandes en el planeta). Zuckerberg mismo lo reconoció al decir que “el metaverso no existe aún, los bloques sobre los que será construido apenas están emergiendo”. Y recalcó: “Somos metaverso primero, no Facebook”.
El metaverso requerirá el empleo de un casco de realidad virtual, que además de permitir comunicarse con los demás, también se usará para los videojuegos o para hacer ejercicio físico. Otra opción será el uso de gafas de realidad aumentada, por ejemplo, para el trabajo, ya que pueden desplegar ante los ojos del usuario un escritorio digital, con la posibilidad de interactuar con modelos en 3D o mantener reuniones con otros colegas en forma de holograma.
Zuckerberg ha defendido que el metaverso será beneficioso para la sociedad, para el economía y para el medio ambiente. Pero ha destacado el papel que tendrá especialmente en la economía, con el ecosistema de creación de productos, servicios y experiencias que permitirá crear.
Este ecosistema mantendrá el enfoque que actualmente tiene Facebook con los creadores: ofrecerles servicios y herramientas al menor coste, en comparación con otras plataformas, como ha señalado el directivo. Se acompañará con nuevas formas de propiedad.
La interacción con los objetos virtuales o la voz para controlar el entorno permitirán fundir el mundo físico con el digital. Y para ello la compañía ha anunciado nuevas herramientas (SDK) para que los desarrolladores puedan trabajar en sus experiencias de realidad mixta para el metaverso. La comunidad Spark AR cuenta ya con más de 600.000 creadores.
El metaverso es un proyecto a largo plazo, pero su desarrollo dependerá de un hardware específico diseñado para él. En este sentido, la compañía anunció cosas como Project Cambria, que será compatible con los cascos Quest y permitirá reproducir en los avatares el contacto ocular y las expresiones en tiempo real gracias a los sensores que integra. Este equipo mostrará, en un futuro, la imagen en alta resolución y realidad mixta. También ha mencionado el trabajo que están realizando en sus primeras gafas de realidad aumentada.
¿Nuevo nombre cambia todo?
Si bien el cambio de Facebook puede reflejar el foco de transitar hacia el metaverso, lo cierto es que el momento en el que la compañía eligió a hacerlo resulta particular, por decir lo menos.
“Cambiar el nombre de una empresa sumida en la controversia nunca es un remedio infalible para los males que desbordan sus operaciones o destruyen su reputación. Y las empresas a menudo adoptan nuevos nombres debido a la controversia, no a causa de un cambio estratégico radical que requiera un cambio de imagen. El gigante del tabaco Philip Morris se rebautizó como Altria Group hace casi dos décadas tras las investigaciones sobre su conocimiento de la adicción a la nicotina. WorldCom se convirtió en MCI tras un escándalo de fraude y la quiebra. ValueJet Airlines se convirtió en AirTran Airways tras un trágico accidente”, escribió Timothy O’Brien, editor de opinión en Bloomberg.
Claro, las compañías también cambian de nombre por razones menos oscuras. Pero sí resulta sumamente llamativo el momento de Facebook para llevar a cabo esta transición, en medio del que quizá sea el mayor daño reputacional para una marca que, en justicia, ya ha pasado por varios incendios más.
Durante la presentación, Zuckerberg aseguró que, de cara al futuro “tomaremos todo lo que hemos aprendido para construir el siguiente capítulo”. Y esto puede resultar inquietante y preocupante si se lee bajo la luz de lo que los Facebook Papers han revelado.
Lea también: Facebook: cuatro grandes controversias que han marcado a la red social
La construcción de un metaverso, como bien lo dijo Zuckerberg en su presentación, requerirá del esfuerzo colaborativo entre compañías para lograr la interoperabilidad de las plataformas, pero también porque es necesario pensar en nuevas estructuras de control y gobernanza.
Y estas dos últimas palabras podrían no rimar mucho con la marca Facebook (o Meta). Como lo dijo un usuario en Twitter: “Bueno, un monopolio va a poner las reglas de la próxima internet. Apague y vámonos”.
Sin perjuicio de cómo Facebook/Meta piensa el futuro de la tecnología, lo cierto es que buena parte de lo que suceda con la red depende no sólo de los avances técnicos alrededor de internet o las realidades virtuales y aumentadas, sino también sobre cómo se evitará repetir los abismos actuales: un puñado de compañías que controlan la economía digital después de haber moldeado el mundo a su imagen y semejanza.
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