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Google anunció esta semana que todas sus operaciones serán alimentadas con energía renovable desde el próximo año. Esto incluye los centros de datos sobre los que funciona el buscador y servicios como Youtube y Gmail, por sólo mencionar unos.
Este es un paso más, aunque uno grande, en una carrera que viene adelantando buena parte de la industria de tecnología para reducir sus pasivos ambientales. Los efectos de estas políticas no sólo se traducen en buenos negocios para las compañías, además de una saludable campaña de relaciones públicas, sino que también impulsan la expansión de las energías solar y eólica, principalmente.
No es un asunto de poca monta, pues se calcula que empresas como Google, Amazon, Facebook, Microsoft y Apple son responsables del 2 % de las emisiones de gases de invernadero. Por cierto, esta cifra es similar a la reportada por la industria de la aviación, que en 2015 se estima produjo cerca de 800 millones de toneladas de CO2.
El impacto ambiental de la tecnología incluye el uso de materias primas en dispositivos: un celular promedio puede estar compuesto por 40 % de metales y 40 % de plásticos. Algunos de los primeros tienen complejos procesos de reciclaje y, en algunos casos, provienen de zonas de conflicto o son extraídos en condiciones infrahumanas, como lo detalló un informe de Amnistía Internacional a principios de este año.
La otra rama de los impactos ambientales de la industria es el consumo de energía de los centros de datos que hoy alimentan buena parte de los servicios de la vida moderna. El año pasado, sólo Google consumió en energía el equivalente a dos ciudades de 140.000 personas (5,7 teravatios-hora).
En concreto, la apuesta de la compañía es alimentar sus centros de procesamiento con energía renovable y cuando no pueda hacerlo, por factores como la fluctuación en el suministro de granjas solares, la compañía compensará su consumo con compras de fuentes verdes.
Este año, Google reveló que la aplicación de técnicas de inteligencia artificial para el manejo de sus centros de datos logró reducir en 15 % el consumo de energía de éstos. Se espera que el proyecto, que se viene adelantando desde hace dos años, se expanda a todas sus instalaciones de procesamiento para finales de este año.
La inteligencia artificial se encarga de analizar picos de tráfico y estadísticas de funcionamiento para manejar variables como la temperatura de ciertos sectores de servidores, por ejemplo.
Google asegura ser el mayor comprador de energías renovables en el mundo y en Estados Unidos, de hecho, tiene una denominación especial que la acredita no sólo como proveedora de servicios de internet, sino casi como una compañía eléctrica cuyo mayor cliente es ella misma.
Esta caracterización ante la ley le permite comprar vastas cantidades de energía renovable, pero con la ventaja añadida de hacerlo con un esquema de precios fijos. De ese modo evade la volatilidad del mercado de combustibles fósiles, tan dependiente de la geopolítica de lugares de por sí volátiles, como Oriente Medio o Rusia.
De hecho, este año Apple recibió la misma denominación de Google en materia de generación de energía. La compañía detrás del iPhone compró 25 años de electricidad en una granja solar que apenas está en construcción. La transacción fue valorada en US$850 millones, una de las más grandes en EE. UU.
Amazon, el mayor proveedor de servicios en la nube a través de Amazon Web Services, asegura que, del total de sus operaciones, más de 40 % se alimentan con energía renovable. Su meta es llegar a 50 % para finales de 2017. Recientemente, la empresa anunció la inversión en cinco granjas solares que se suman a una instalación más de su tipo que entró en operación en octubre de este año. En 2014, la compañía se fijó el propósito de utilizar energía renovable para todos sus procesos, aunque no ha fijado una fecha para cumplir este fin.