Así ha sido el proceso de independencia de internet
Ya se encuentra lista la propuesta final para desvincular el funcionamiento de la red del control de Estados Unidos. La palabra final, sin embargo, la tiene el gobierno de este país.
Santiago La Rotta
Sin hacer demasiado ruido, sin celebraciones estrepitosas, internet recién decidió cuál será el camino para su propia libertad: una especie de Constitución para el funcionamiento de los organismos que se encargarán de la gobernanza de la red, así como la asignación de los dominios para los millones de sitios que hay en la red.
¿Por qué independencia? Porque, si bien internet en buena parte es manejada de forma independiente, la organización que se encarga de gestionar técnicamente la red era una institución supervisada hasta cierto sentido por una rama del Departamento de Comercio de Estados Unidos, con el que sostenía un contrato para garantizar su propia operación. (Lea "Icann publica propuesta para buscar independencia de internet")
Esta organización se conoce como Icann (que en español es la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) y desde su creación, en 1998, estuvo vinculada al gobierno de EE. UU. por aquello de que la red emergió principalmente en este país, entre otros factores. Aunque el plan era mantener este vínculo por dos años más (2000), las cosas se fueron alargando hasta junio de 2014, cuando las autoridades estadounidenses anunciaron su intención de separar ambas instituciones de una buena vez. El plan, sin embargo, debe ser aprobado por el Departamento de Comercio.
Lo que el Icann acaba de hacer es entregarle al Departamento de Comercio la propuesta formal para separar el gobierno de internet de uno de los gobiernos más influyentes del planeta. Y hay razones para celebrar, claro, pero también otras que dejan algunas dudas y sinsabores que, al parecer, sólo se solucionarán (o se agravarán) con el tiempo.
La propuesta incluye dos grandes temas. El primero tiene que ver con el manejo de la base de datos con la cual se asignan los dominios de internet, así como otras tareas que incluyen la redacción de protocolos que permiten su funcionamiento. Estos son asuntos técnicos y complejos, pero totalmente vitales para el mantenimiento y evolución de la red. Estas tareas son desempeñadas por una rama del Icann, conocida como la Autoridad para la Asignación de Números de Internet (Iana). El primer punto del plan es, entonces, darle una mayor independencia al Iana, que desempeñará su rol por fuera del control de EE. UU. y más separadamente del mismo Icann.
Hay que pensarlo de esta forma: Icann es una suerte de cuerpo multilateral, que incluye una variedad de sectores interesados en internet, y que decide las políticas con las cuales se gobierna la red. Iana es el organismo que debe ajustar una serie de parámetros técnicos de acuerdo con esas políticas. Como en un Estado, la separación de poderes acá no sólo es deseable, sino necesaria. El primer punto del plan establece justamente esto.
Ahora, el segundo tema es dotar al Icann de mecanismos de transparencia y responsabilidad más grandes pues, sin mayores grandilocuencias, lo que esta organización decide sobre internet termina siendo un poco la política de la red para todos. Por eso es importante que represente la voz de todos y, además, esté bajo el control de todos.
Claro, suena un poco caótico y, en buena parte, lo es. El proceso de redacción del plan tomó dos años e incluyó “600 reuniones y teleconferencias, 32.000 intercambios de mensajes en listas de correo electrónico y más de 800 horas de trabajo”, según un comunicado del propio Icann. El reto acá era llegar a la mayor cantidad de consensos en una comunidad global conformada por empresas, lobistas de las empresas, gobiernos, lobistas de los gobiernos, operadores de telecomunicaciones, lobistas de los operadores de telecomunicaciones, expertos técnicos, activistas, idealistas y usuarios. No era una tara fácil y, como era de suponerse, el resultado parcial (pues aún falta la decisión de EE. UU.) tampoco es perfecto.
“El ambiente aquí es una mezcla de euforia y agotamiento”, le dijo Stepen Crocker, presidente de la junta directiva de Icann, a la AFP antes de la votación del texto final que se le presentó al gobierno de EE. UU., reunión que se realizó en Marruecos.
Parte de los mecanismos de independencia del Icann incluyen reformas al interior el organismo, como la limitación de los poderes de la junta directiva para cambiar reglas y principios fundamentales, así como el fortalecimiento de los mecanismos para evaluar y administrar las quejas y reclamos ante la organización. Estos procesos, conocidos como IRP, hoy tienen más poderes, pues cuentan con un panel independiente que los evalúa. Aún más importante, las decisiones que sean tomadas durante estos procedimientos son de obligatorio cumplimiento por parte de la junta directiva.
Lo malo en este escenario es que, para ser un proceso de independencia de los gobiernos del mundo, el comité que representa a los mismos gobiernos (GAC) sigue teniendo ciertos poderes al interior de Icann e, incluso, logró moldear parte del esquema de independencia del organismo, según reportó Internet Governance Project, un sitio que ha seguido de cerca todo este proyecto y que cuenta con algunos de los mejores análisis sobre el tema.
“Los artículos de incorporación de Icann específicamente le prohíben a los gobiernos nombrar miembros de la junta directiva, sin embargo pueden tener una potencial participación en las decisiones para retener o sacar a miembros de la junta. El mandato del GAC es proveer asesoría en temas de políticas públicas, pero una de las partes del texto le permite votar en asuntos como presupuesto, cambios en leyes y así”.
Ahora, este indeseable nivel de participación también tiene sus matices, pues las decisiones del GAC deben ser unánimes: esto significa lograr un consenso entre más de 100 gobiernos. Esto parece improbable en algunos temas, pero en otros no resulta del todo imposible.
Lo que queda ahora es un periodo de estudio y aprobación por parte del gobierno de Estados Unidos. Ambas cosas deben suceder antes de septiembre de este año, fecha de vencimiento del contrato actual del Departamento de Comercio con el Icann y, claro, antes de las elecciones presidenciales en este país.
Por cierto, la ausencia de euforia por haber alcanzado un texto final en Marruecos tiene que ver con el bajo perfil que se le quiere dar a un tema que, a todas luces, es de muy alto perfil. Esto para tratar de evitar que la independencia en el gobierno de internet quede atrapada en el debate político de la campaña presidencial en EE. UU. Y, principalmente, para que el plan no se convierta en un blanco de los republicanos, que, en parte, parecen empeñados en construir muros, expulsar y rechazar inmigrantes, así como matar a las familias de terroristas, por nombrar sólo algunas propuestas.
Sin hacer demasiado ruido, sin celebraciones estrepitosas, internet recién decidió cuál será el camino para su propia libertad: una especie de Constitución para el funcionamiento de los organismos que se encargarán de la gobernanza de la red, así como la asignación de los dominios para los millones de sitios que hay en la red.
¿Por qué independencia? Porque, si bien internet en buena parte es manejada de forma independiente, la organización que se encarga de gestionar técnicamente la red era una institución supervisada hasta cierto sentido por una rama del Departamento de Comercio de Estados Unidos, con el que sostenía un contrato para garantizar su propia operación. (Lea "Icann publica propuesta para buscar independencia de internet")
Esta organización se conoce como Icann (que en español es la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números) y desde su creación, en 1998, estuvo vinculada al gobierno de EE. UU. por aquello de que la red emergió principalmente en este país, entre otros factores. Aunque el plan era mantener este vínculo por dos años más (2000), las cosas se fueron alargando hasta junio de 2014, cuando las autoridades estadounidenses anunciaron su intención de separar ambas instituciones de una buena vez. El plan, sin embargo, debe ser aprobado por el Departamento de Comercio.
Lo que el Icann acaba de hacer es entregarle al Departamento de Comercio la propuesta formal para separar el gobierno de internet de uno de los gobiernos más influyentes del planeta. Y hay razones para celebrar, claro, pero también otras que dejan algunas dudas y sinsabores que, al parecer, sólo se solucionarán (o se agravarán) con el tiempo.
La propuesta incluye dos grandes temas. El primero tiene que ver con el manejo de la base de datos con la cual se asignan los dominios de internet, así como otras tareas que incluyen la redacción de protocolos que permiten su funcionamiento. Estos son asuntos técnicos y complejos, pero totalmente vitales para el mantenimiento y evolución de la red. Estas tareas son desempeñadas por una rama del Icann, conocida como la Autoridad para la Asignación de Números de Internet (Iana). El primer punto del plan es, entonces, darle una mayor independencia al Iana, que desempeñará su rol por fuera del control de EE. UU. y más separadamente del mismo Icann.
Hay que pensarlo de esta forma: Icann es una suerte de cuerpo multilateral, que incluye una variedad de sectores interesados en internet, y que decide las políticas con las cuales se gobierna la red. Iana es el organismo que debe ajustar una serie de parámetros técnicos de acuerdo con esas políticas. Como en un Estado, la separación de poderes acá no sólo es deseable, sino necesaria. El primer punto del plan establece justamente esto.
Ahora, el segundo tema es dotar al Icann de mecanismos de transparencia y responsabilidad más grandes pues, sin mayores grandilocuencias, lo que esta organización decide sobre internet termina siendo un poco la política de la red para todos. Por eso es importante que represente la voz de todos y, además, esté bajo el control de todos.
Claro, suena un poco caótico y, en buena parte, lo es. El proceso de redacción del plan tomó dos años e incluyó “600 reuniones y teleconferencias, 32.000 intercambios de mensajes en listas de correo electrónico y más de 800 horas de trabajo”, según un comunicado del propio Icann. El reto acá era llegar a la mayor cantidad de consensos en una comunidad global conformada por empresas, lobistas de las empresas, gobiernos, lobistas de los gobiernos, operadores de telecomunicaciones, lobistas de los operadores de telecomunicaciones, expertos técnicos, activistas, idealistas y usuarios. No era una tara fácil y, como era de suponerse, el resultado parcial (pues aún falta la decisión de EE. UU.) tampoco es perfecto.
“El ambiente aquí es una mezcla de euforia y agotamiento”, le dijo Stepen Crocker, presidente de la junta directiva de Icann, a la AFP antes de la votación del texto final que se le presentó al gobierno de EE. UU., reunión que se realizó en Marruecos.
Parte de los mecanismos de independencia del Icann incluyen reformas al interior el organismo, como la limitación de los poderes de la junta directiva para cambiar reglas y principios fundamentales, así como el fortalecimiento de los mecanismos para evaluar y administrar las quejas y reclamos ante la organización. Estos procesos, conocidos como IRP, hoy tienen más poderes, pues cuentan con un panel independiente que los evalúa. Aún más importante, las decisiones que sean tomadas durante estos procedimientos son de obligatorio cumplimiento por parte de la junta directiva.
Lo malo en este escenario es que, para ser un proceso de independencia de los gobiernos del mundo, el comité que representa a los mismos gobiernos (GAC) sigue teniendo ciertos poderes al interior de Icann e, incluso, logró moldear parte del esquema de independencia del organismo, según reportó Internet Governance Project, un sitio que ha seguido de cerca todo este proyecto y que cuenta con algunos de los mejores análisis sobre el tema.
“Los artículos de incorporación de Icann específicamente le prohíben a los gobiernos nombrar miembros de la junta directiva, sin embargo pueden tener una potencial participación en las decisiones para retener o sacar a miembros de la junta. El mandato del GAC es proveer asesoría en temas de políticas públicas, pero una de las partes del texto le permite votar en asuntos como presupuesto, cambios en leyes y así”.
Ahora, este indeseable nivel de participación también tiene sus matices, pues las decisiones del GAC deben ser unánimes: esto significa lograr un consenso entre más de 100 gobiernos. Esto parece improbable en algunos temas, pero en otros no resulta del todo imposible.
Lo que queda ahora es un periodo de estudio y aprobación por parte del gobierno de Estados Unidos. Ambas cosas deben suceder antes de septiembre de este año, fecha de vencimiento del contrato actual del Departamento de Comercio con el Icann y, claro, antes de las elecciones presidenciales en este país.
Por cierto, la ausencia de euforia por haber alcanzado un texto final en Marruecos tiene que ver con el bajo perfil que se le quiere dar a un tema que, a todas luces, es de muy alto perfil. Esto para tratar de evitar que la independencia en el gobierno de internet quede atrapada en el debate político de la campaña presidencial en EE. UU. Y, principalmente, para que el plan no se convierta en un blanco de los republicanos, que, en parte, parecen empeñados en construir muros, expulsar y rechazar inmigrantes, así como matar a las familias de terroristas, por nombrar sólo algunas propuestas.