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Cambio en un mundo global

El activista y académico ayudó a fundar esta organización, la primera de su tipo en Asia, que se dedica a temas como la inclusión y la identidad desde entornos digitales. Se reunió en Colombia con organizaciones latinoamericanas.

Santiago La Rotta
01 de abril de 2015 - 03:39 a. m.
Nishant Shah, del Centro para Internet y la Sociedad de India./ Flickr: re:publica
Nishant Shah, del Centro para Internet y la Sociedad de India./ Flickr: re:publica
Foto: daniel seiffert
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“Ayudé en la fundación del Centro para Internet y la Sociedad (CIS, en inglés) hace siete años. Una de las razones por las que hicimos esto era porque no había en Asia ninguna institución de pensamiento que mezclara la academia, la política y el diseño de iniciativas públicas alrededor de internet y derechos digitales. Hasta ahora hemos realizado una labor amplia en temas como identidad, inclusión y gobierno, entre otros.

Mi trabajo se ha centrado en investigar cómo los jóvenes se convierten en ciudadanos usando tecnologías digitales, no sólo en India, sino en todo Asia. Cuando comenzamos a trabajar en una perspectiva más regional, nos encontramos con que tenemos una conexión, una dependencia, muy fuerte con el Norte global: nuestras referencias culturales y buena parte de nuestro pasado provienen de países en Europa o de Estados Unidos. Una de nuestras tareas ha sido centrarnos en cómo transformar ese escenario en la medida en la que podemos reafirmar más nuestra identidad: una especie de nueva conexión Sur-Sur.

Este es un concepto que podemos entender mejor al mirar un país como India, que aún no ha llegado a términos con su pasado colonial. Casi todo lo que sabemos sobre nosotros es a través de la perspectiva de los británicos. Y esto homogeniza y distorsiona una realidad que es múltiple y variada. Un ejemplo muy simple sobre esto: mi abuela se molesta mucho cuando en un correo electrónico me despido diciendo “con amor, Nishant” (“love, Nishant), porque en su lengua materna, que es también la mía, hay 56 palabras diferentes para hablar del amor; el amor de un padre por su hijo es distinto del de dos amantes y esto requiere términos para cada uno; mi abuela siente una gran molestia porque me dice “no sé a qué te refieres cuando me hablas de amor simplemente”. Y esto es apenas un ejemplo de la falta de traducción entre un contexto y otro.

En ese sentido de conexión Sur-Sur también hacemos énfasis en la formación de comunidades con organizaciones que en sus propios países hacen un trabajo similar. La idea es imaginar lo que podemos hacer si dejamos de pensarnos como individuos y comenzamos a asumir que somos un colectivo.

Uno de nuestros mayores objetivos cuando hablamos de ser ciudadanos en la era digital es volver a la noción de lo común. En general, este es un concepto que está más vinculado a temas como el espacio y eso limita un poco la noción y la vuelve más cerrada. Pero con la entrada de lo digital a la ecuación podemos comenzar a asumir una especie de bien común global, de comunidad global: recursos, estrategias y bases de datos compartidas para ponerlas al funcionamiento de los demás.

Creo que una de las iniciativas más interesantes en este aspecto ha sido la posibilidad de conectar experiencias que solían verse como aisladas. Hemos visto protestas en lugares como Taiwán, Hong Kong y Burma. En el plano local estos movimientos de protesta suelen sentirse aislados y desconectados de un contexto más grande porque, en general, las fuerzas a las que se oponen suelen ser multilaterales y transnacionales. Lo que ha sucedido es que han comenzado a comunicarse y a aprender de la experiencia del otro: métodos de organización, medios de convocatoria… Estas son conversaciones que han sucedido a través de una variedad de medios, no son comunicaciones públicas, pero que se han dado en privado y han modificado el comportamiento de estos grupos que demandan mayor inclusión y democracia, que trabajan por un cambio.

¿De qué hablamos cuando hablamos de cambio? ¿Qué es un cambio exitoso? No lo sé muy bien porque este es asunto muy difícil de medir, de cuantificar. Lo que sí sabemos es que el cambio es acumulativo, se va incrementando.

Una de las campañas más inspiradoras que he visto la hizo una colega nuestra, Dirmita Narsimhan, quien tiene grandes dificultades para ver (sólo cuenta con el 20% de su visión), y se llamaba “El derecho al conocimiento”. Este trabajo se centraba en la exclusión que genera internet en personas con baja visión, ciegas o que son iletradas, pues buena parte de la red es un medio visual; esto implica que esas personas quedan automáticamente aisladas del conocimiento que podrían recibir a través de la web.

La campaña consistió es organizar a asociaciones de personas con impedimentos visuales en India y a funcionarios de las asambleas estatales del país para discutir temas de acceso al conocimiento, como excepciones al derecho de autor para las obras que son traducidas a otros formatos, entre los que se cuentan lectores de texto para este tipo de poblaciones. Antes de la labor de Dirmita, si yo tomaba un libro de Harry Potter, por ejemplo, y lo adaptaba a un formato de lector de texto, esto representaba una violación a los derechos de autor y podía ser demandado por la editorial que publica estos libros.

Ella ha logrado que se hagan enmiendas a nuestra legislación para que las personas con impedimentos visuales puedan cambiar el formato de la información para que les resulte accesible.

Esta fue una batalla de siete años, pero, bueno, esa es otra cosa que sabemos del cambio: suele tomarse un largo tiempo. Pero en este caso llegó”.

Por Santiago La Rotta

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