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¿Cómo escoger un buen monitor para computador?

Las variables en juego son múltiples y no estar familiarizado con la jerga y su significado puede desviar su compra de algo que realmente le sirve a un dispositivo que, sin ser malo quizá, no sea lo que mejor se acople a sus necesidades y presupuesto. Esta una guía básica para comprar monitores y no abrumarse en el intento.

Santiago La Rotta
24 de agosto de 2021 - 05:13 p. m.
Su PC también le da posibilidades, o le impone restricciones, a la hora de conectarle un monitor externo.
Su PC también le da posibilidades, o le impone restricciones, a la hora de conectarle un monitor externo.
Foto: iStock

Escoger un monitor adecuado puede parecer una tarea fácil en principio, pero a la hora de entrar a un sitio y comprarlo, o ir a una tienda física a mirar modelos, comienzan a aparecer una larga lista de variables y características que pueden enredar la toma de una decisión. O, peor aún, dejarlo a merced de un vendedor con la clara motivación de impulsar X producto, así no sea el más adecuado para sus necesidades.

Como el conocimiento es poder, le ofrecemos una guía básica para navegar la selva de especificaciones técnicas alrededor de una posible adquisición de monitor, con miras a que haga una compra que no sólo entienda, sino que se ajuste a usted.

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La palabra clave en este tema, de la misma forma que sucede con casi todo el mundo tecnológico, es necesidad: para qué requiere un monitor, qué tipo de usuario es usted, qué espacio tiene, qué computador maneja. Todas estas son preguntas que sirven como cable guía para examinar las características de los cientos de modelos de monitores del mercado e ir decantando opciones.

En la raíz del asunto, quizá las dos primeras preguntas que aparecen es qué tipo de usuario es usted. Y puede que la cosa suene algo metafísica, pero vista desde la esquina de la utilidad puede llevar a una respuesta más rápida: ¿para qué quiero un monitor?

Si bien es complejo servir a todas las necesidades y usuarios, una buena forma de ver esto es preguntando nuevamente: ¿soy un usuario profesional, un videojugador habitual y exigente? O ¿soy un usuario promedio, no juego videojuegos, tan sólo necesito, o quiero, más espacio para ver tablas de Excel?

Estas preguntas base guiarán buena parte de esta guía, que comienza por uno de los aspectos más obvios en estos dispositivos, el tamaño.

Pero antes de entrar en materia advertimos que nos centramos en las variables más presentes, y quizá las más ingentes, a la hora de comprar monitores. Esto quiere decir que algunas discusiones más especializadas no estarán en esta guía (cosas como HDR o G-Sync o FreeSync, por ejemplo). Sin más preámbulos, hablemos de pulgadas.

Lo primero, el tamaño

En este mundo hay un poco de todo, desde monitores de 20 o menos pulgadas hasta 49, además de un reguero de opciones en la mitad. Sin embargo, algunas de las referencias más usuales orbitan alrededor de las 21, 24 y 27 pulgadas, en general. ¿Por qué? Porque ofrecen un rango medio para usuarios que buscan una herramienta de productividad (como un monitor secundario para su portátil) o un buen despliegue para contenido más visual (bien sean juegos o como pantalla principal de entretenimiento en algunos casos, como un TV, mejor dicho). Pero esta es una discusión que no se salda sólo con más área, con más pulgadas de pantalla.

Por los lados del tamaño es que entramos a las discusiones sobre la resolución, una cifra que habla principalmente acerca del número de pixeles horizontales y verticales (en ese orden). En esencia, entre más alta sea la cifra, más nítida la imagen.

Por ejemplo, para el caso de monitores de 24 pulgadas, es bastante común que sean de 1.920 (pixeles horizontales) X 1.080 (pixeles verticales). Este estándar de resolución se conoce popularmente como Full HD.

Hay algunos monitores de mayor tamaño con la misma resolución. Esa configuración permite, claro, tener más pantalla, pero la calidad de la imagen necesariamente decrece porque se tiene la misma cantidad de pixeles, pero dispersada en un área más grande.

¿Esto afecta su flujo de trabajo? A riesgo de relativizar la respuesta: puede que sí, puede que no. Si lo que necesita es un monitor para desplegar, en mayor tamaño, programas como procesadores de palabras, hojas de cálculo, clientes de manejo de correo, software de productividad empresarial y/o navegar en la web, puede que no note mayormente la diferencia. Si es un usuario enfocado en trabajo gráfico o un videojugador más que habitual, entonces la pérdida de calidad de imagen seguramente será más aparente para muchos y hasta molesta para algunos.

En el grupo de resoluciones, en orden ascendente, viene luego Quad HD (2.560 X 1.440), que ofrece una mejor calidad de imagen, que va de la mano con un precio bastante más abultado. En la fila, el siguiente estándar es 4K (3.840 X 2.160).

Si tiene el presupuesto, claro, adelante con un monitor 4K, pero tenga en cuenta algunas cosas antes de comprarlo. Si usted no es un profesional de la imagen, con un cierto grado de especialización, además, es muy probable que la diferencia entre 4K y, digamos, Quad HD, no sea realmente notable. Por otro lado, para jugar en esta definición hace falta no sólo el monitor, sino una máquina capaz de reproducir contenido en esa resolución.

Por encima de estas resoluciones existe 5K (5.120X2.880) y 8K (7.680 X 4.320). Ambos son estándares que, por el momento, aplican para usuarios muy especializados, y con bolsillos muy amplios, o para personas con un apetito de comprar por comprar (no es un crimen, tan sólo un desperdicio).

Al final de este capítulo, como ya dijimos más arriba, lo mejor que puede hacer es sincerarse con sus necesidades y presupuesto y no comerle cuento al refrán de que más es mejor porque, en este caso, puede ser que sólo sea más y no mejor, o más adecuado.

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Antes de cerrar el apartado de tamaño y resoluciones, vale la pena mencionar que muchos monitores vienen en aspectos denominados como wide, ultra wide o super ultra wide, que popularmente hacen referencia a qué tan alargado será el dispositivo. Vale tener en cuenta que, en estas categorías, los monitores tienden a tener las esquinas curvas para mejorar la visualización del contenido que se despliega en los rincones más alejados de los ojos de los usuarios.

Una vez más, las necesidades de cada usuario determinan qué funciona en este aspecto. Pero, para tener en cuenta, muchos usuarios de super ultra wide lo prefieren a tener dos monitores externos pegados porque elimina la brecha en la mitad y ofrece, en general, una mejor experiencia de visualización. Si usted requiere dos monitores en simultáneo, un super ultra wide puede que le funcione mejor (esto, claro, si tiene el espacio para instalarlo, que no es poca cosa).

El tipo de panel

Hay cuatro tipos principales de paneles que suelen aparecer en las descripciones de los monitores. Este también es un factor que determina cómo será la calidad de la imagen, pero que también tienen implicaciones prácticas para algunos usuarios, especialmente en precio.

Los principales tipos de panel se conocen por estas denominaciones: TN, IPS, VA y OLED. Vamos en orden.

Los monitores de tipo TN son los más baratos, aunque suelen tener la calidad de imagen más baja en términos de exactitud en los colores mostrados o malos ángulos de visualización (la imagen se va perdiendo si el usuario no está centrado respecto a la pantalla). Por otro lado, suelen tener tiempos de respuesta más rápidos y mejores tasas de refresco.

¿Qué implican estos dos últimos términos? En pocas palabras, afectan la fluidez de la imagen, la rapidez con la que cada cuadro de un video es proyectado en la pantalla, si se quiere (cantidad de cuadros y actualización de la imagen por segundo, específicamente). Estas son características muy deseadas por usuarios más especializados, como videojugadores habituales o profesionales, pero que pueden pasar más desapercibidas si su flujo de trabajo gira alrededor de software de productividad para oficinas, por ejemplo.

Para entender mejor las especificaciones en una vitrina es bueno saber que la tasa de refresco se mide en hercios (Hz) y, por lo general, suele arrancar en 60 Hz (aunque hay opciones más bajas). Este número funciona bien para trabajo de oficina, como procesamiento de palabras, hojas de cálculo, revisar correo, navegar en la red. Pero para despliegues gráficos más intensos, la tasa ideal suele ser 120 Hz y ahí para arriba hasta 240 Hz.

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Ahora bien, IPS ofrece mejoras frente al TN en términos de exactitud de color, contraste y ángulos de visión, entre otros aspectos. Pero sus números en tasas de refresco no siempre son los mejores. En otras palabras, este escenario puede ser para algunos una elección binaria entre TN e IPS y la escogencia, como ya se ha dicho, depende de las necesidades de cada usuario.

En la mitad de estos dos estándares podríamos tener al VA, que ofrece, de cierta forma, lo mejor de ambos mundos: mejor calidad de imagen que TN y con mejores tiempos de respuesta que IPS. Claro, también pueden ser más caros y, a la vez, algo más escasos en ciertos mercados. Ningún dispositivo es perfecto y esta denominación puede traer problemas de visualización de la imagen en ciertos ángulos.

Por último, tenemos OLED, que es quizá el estándar más nuevo en el grupo. Por esto, su popularidad en el mercado no es tan alta y, gracias a sus bondades en despliegue de la imagen (la exactitud del color, los niveles de contraste y el brillo son muy buenos) tienden a ser los más caros (con diferencias considerables a la hora de considerar pares en términos de tamaño y resolución).

Perdón si resulta redundante, pero a la hora de comprar, el criterio con seguridad pasará por el precio (TN es el más barato), pero también por las necesidades. IPS y VA suelen ser más versátiles para una variedad de usos, protegiendo calidad de la imagen (aunque, claro, son más caros, pero sin llegar a las cifras de los OLED).

Puertos y más puertos

Hay que tener en cuenta, por obvio que parezca, que un monitor no existe en el vacío, pues va en tándem con un computador. En otras palabras, su PC también le da posibilidades, o le impone restricciones, a la hora de conectarle un monitor externo.

Esto es cierto no sólo por las capacidades de procesamiento gráfico de su máquina (para qué un monitor 4K si su computador no puede producir imágenes en esa resolución), sino por los puertos que trae para conectarlo.

El conector más popular en los computadores modernos es HDMI, que ofrece un tránsito de imagen más que adecuado, en un empaque más bien discreto y sin necesidad de apretar clavijas, como en los viejos puertos VGA.

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Pero hay un movimiento de la industria hacia la utilización de puertos USB-C, que no son los mismos en los que usted conectaría una memoria USB típica. Una diferencia esencial aquí es que USB-C permite transmitir datos, pero también electricidad. Y esto implica que si su computador tiene un puerto USB-C, al utilizar un monitor externo mediante esta conexión no sólo transmitirá video, sino que podría cargar su PC, lo que resulta muy conveniente en términos de menor desorden de cables en su mesa.

Por otro lado, algunos monitores vienen con puertos extra (conectores USB “normales”, por ejemplo), que permiten vincular memorias u otros dispositivos sin necesidad de los puertos del PC. Esto es útil si el usuario tiene un portátil, por ejemplo, cuyo fabricante decidió recortar seriamente el número de puertos disponibles. Lastimosamente, esta es una realidad cada vez más presente en el mercado.

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