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El reciente saboteo digital a una sesión de la Comisión Sexta de la Cámara de Representantes es apenas un ítem más en una larga lista de intromisiones no autorizadas e interrupciones en las reuniones virtuales de diferentes líderes políticos en Colombia y el mundo. Pero el asunto, más allá de lo anecdótico, revela, una vez más, las vulnerabilidades de estas plataformas de comunicación.
El turno este martes fue para la representante María José Pizarro, cuya intervención fue intervenida para mostrar videos para adultos. Antes de ella, Claudia López, alcaldesa de Bogotá, también pasó por un asunto similar en una reunión con varios congresistas para discutir sus decisiones para el manejo de la pandemia en la capital.
Estos incidentes no son nuevos, bajo ninguna medida. Hace tan sólo un par de semanas, escuelas en varios lugares de Estados Unidos, desde California hasta Nueva York, denunciaron el sabotaje de sus reuniones con pornografía.
Una buena parte de los incidentes reportados han sucedido a través de Zoom, una aplicación de videollamadas cuya popularidad ha explotado de forma espectacular durante la pandemia por el COVID-19.
Zoom ha sido la empresa que probablemente mejor ha capitalizado la ansiedad provocada por la pandemia, pasando de 10 millones de usuarios diarios a más de 200 millones.
Pero este explosivo crecimiento vino acompañado de un mayor escrutinio y las distintas falencias de la plataforma comenzaron a adquirir visibilidad también.
“Entre las más importantes, el hecho de que Zoom comparte datos sobre sus usuarios con terceras partes, como Facebook, y que la compañía mintió respecto a la implementación de cifrado de extremo a extremo (al menos en un primer momento). Al mismo tiempo, prácticas como el “zoombombing” —la intromisión no deseada de extraños en una videollamada con el fin de desbaratarla—se han vuelto tristemente populares”, de acuerdo con una investigación de la ONG chilena Derechos Digitales.
Si bien este tipo de problemas no son exclusivos de Zoom, la popularidad de la plataforma, así como las debilidades en seguridad y privacidad que ha presentado, la han vuelto uno de los blancos predilectos para este tipo de ataques. Un usuario de redes sociales lanzaba una pregunta interesante en esta discusión: “Con más opciones, ¿por qué todo el mundo escoge usar la herramienta que sabemos que intervienen más?”.
Hay alternativas para realizar videollamadas y reuniones virtuales, dependiendo de las necesidades de cada usuario y del grado de preocupación que le genere el manejo de su información personal y la seguridad de las comunicaciones.
Ninguna herramienta es perfecta, de entrada. Hay compañías que invierten más en infraestructura y mejores protecciones, pero, en últimas, no hay una bala de plata en temas de seguridad y privacidad en línea, aún menos cuando se trata de servicios gratuitos.
Derechos Digitales elaboró una guía muy completa acerca de cuál herramienta funciona mejor a la hora de hacer videollamadas, dependiendo de las necesidades más populares de los usuarios.
El documento segmenta las mejores opciones disponibles siguiendo los siguientes criterios: comunicación con una sola persona, comunicación privada con un grupo pequeño de personas, comunicación pública con muchas personas y comunicación privada con un grupo grande.
La guía completa puede ser consultada en detalle aquí.