Desarrolladoras de videojuegos en Colombia, una industria lenta, pero segura
Sandra Castro Pinzón, desarrolladora de videojuegos colombiana, habla sobre cómo ha tomado fuerza esta industria y el papel de las mujeres.
Daniel Montoya Ardila
Es común escuchar que los grandes creadores de videojuegos pertenecen a países europeos, Estados Unidos o Japón. Los deslumbrantes mundos ficticios son obra de la imaginación de una mente extranjera.
Como ocurre con otro tipo de industrias, que no se hable de ellas no significa que no existan. Eso es lo que ocurre con los videojuegos en Colombia, pues si durante los últimos años ha tomado fuerza la comunidades de gamers y su repercusión en redes sociales como Twitch, los desarrolladores de juegos también han ganado terreno.
De esto se han dado cuenta actores importantes en América Latina. La creatividad, innovación y talento colombiano para imaginar, colorear y recrear realidades de fantasía son también actividades económicas que se pueden encontrar en el país.
Sandra Castro Pinzón es la directora ejecutiva de Tan Grande y Jugando (TGYJ), una comunidad de gaming (jugadores), pero especialmente de desarrolladores de videojuegos que desde 2017 funciona en Colombia con el objetivo de fomentar el desarrollo de títulos en el país. De acuerdo con ella, muy pocas personas en el país se reconocen como gamers, y son muchas menos las que se identifican como desarrolladores.
Pinzón sostiene que actualmente “existen políticas gubernamentales que fomentan la industria creativa y tecnológica, como la Ley de Economía Naranja, el Crea Digital, entre otros”. Por ejemplo, espacios como Colombia 4.0 -la cumbre de ecosistemas digitales más grande de Latinoamérica, que es organizada por el Ministerio de las Telecomunicaciones- sirve como plataforma para conectar a los desarrolladores con posibles inversionistas interesados en apoyar la industria.
Ahora, de acuerdo con Castro, parte de los objetivos trazados por TGYJ es “apoyar a que más mujeres desarrollen videojuegos y abran esa posibilidad en la industria”, partiendo de la idea de que se trata de un universo que mayoritariamente está pensado por y para los hombres.
“La inseguridad que sienten muchas mujeres cuando juegan es igual de horrible a la inseguridad en el transporte público”. Indica que mientras el mayor insulto de un hombre a otro durante una partida es “maldito me ganaste” para una mujer es “porque no te vas a la cocina y me haces un sándwich”.
Una discriminación de la que ella misma fue víctima cuando en una noche de juego le ofrecieron dinero a cambio de desnudarse en cámara y dejar de jugar. Fue por esto que como cabeza de TGYJ llevó a cabo en 2019 la Woman Game Jam (maratón de desarrolladoras de videojuegos), en la que participaron 25 mujeres con el objetivo de construir un videojuego entre todas. “Se trata de empoderar a mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ+ a no ser solo gamers, sino también desarrolladores”.
Le puede interesar: Videojuegos en físico y digitales, una discusión generacional, estética y ambiental
Sin embargo, Castro insiste en que dicho empoderamiento solo es útil si las mujeres lo sacan a relucir no frente a otras mujeres, sino frente a hombres porque la industria de los videojuegos sigue teniendo dominio masculino.
Actualmente, trabaja también como project manager para Streamline Studios, un estudio de videojuegos de Malasia con oficinas en Bogotá. Colabora con el desarrollo de videojuegos AAA, la clasificación informal que se le da a los títulos producidos por grandes compañías como Rockstar Games, con su exitosa saga de Grand Theft Auto (GTA).
Para ella hay estudios colombianos como CrisTales, captain toonhead, Decoherence, entre otros, que han hecho trabajos que han captado atención nacional e internacional, y también hay franquicias internacionales como Pikpok, JamCity y StreamlineStudios que también han puesto sus ojos e inversiones en Colombia.
Le sugerimos: GTA VI: la ambiciosa apuesta de Rockstar para superar al histórico GTA V
Apoyo gubernamental hacia la industria de los videojuegos en Colombia
Colombia 4.0 y el Salón del Ocio y la Fantasía (SOFA) son eventos fundamentales para que el talento colombiano haga un puente con la industria global, y busquen oportunidades de financiación y distribución.
Otro aspecto que aporta al desarrollo de este mercado son los programas de educación especializados en diseño y desarrollo de videojuegos. La Universidad de Los Andes tiene un curso en programación de videojuegos, la Universidad Jorge Tadeo Lozano ofrece un taller, la Universidad Konrad Lorenz un Diplomado en Desarrollo de Videojuegos y Libros Interactivos y la Universidad de El Bosque ofrece una carrera en Diseño Industrial y Creación de Videojuegos.
Por último, la Pontificia Universidad Javeriana ofrece un curso virtual acerca de creación de videojuegos y experiencias inmersivas, además de tener un semillero de investigación sobre juegos para los estudiantes de Diseño Industrial. De aquí surgió Poder Violeta, un título desarrollado para prevenir y visibilizar el acoso sexual a mujeres en el transporte público.
Es común escuchar que los grandes creadores de videojuegos pertenecen a países europeos, Estados Unidos o Japón. Los deslumbrantes mundos ficticios son obra de la imaginación de una mente extranjera.
Como ocurre con otro tipo de industrias, que no se hable de ellas no significa que no existan. Eso es lo que ocurre con los videojuegos en Colombia, pues si durante los últimos años ha tomado fuerza la comunidades de gamers y su repercusión en redes sociales como Twitch, los desarrolladores de juegos también han ganado terreno.
De esto se han dado cuenta actores importantes en América Latina. La creatividad, innovación y talento colombiano para imaginar, colorear y recrear realidades de fantasía son también actividades económicas que se pueden encontrar en el país.
Sandra Castro Pinzón es la directora ejecutiva de Tan Grande y Jugando (TGYJ), una comunidad de gaming (jugadores), pero especialmente de desarrolladores de videojuegos que desde 2017 funciona en Colombia con el objetivo de fomentar el desarrollo de títulos en el país. De acuerdo con ella, muy pocas personas en el país se reconocen como gamers, y son muchas menos las que se identifican como desarrolladores.
Pinzón sostiene que actualmente “existen políticas gubernamentales que fomentan la industria creativa y tecnológica, como la Ley de Economía Naranja, el Crea Digital, entre otros”. Por ejemplo, espacios como Colombia 4.0 -la cumbre de ecosistemas digitales más grande de Latinoamérica, que es organizada por el Ministerio de las Telecomunicaciones- sirve como plataforma para conectar a los desarrolladores con posibles inversionistas interesados en apoyar la industria.
Ahora, de acuerdo con Castro, parte de los objetivos trazados por TGYJ es “apoyar a que más mujeres desarrollen videojuegos y abran esa posibilidad en la industria”, partiendo de la idea de que se trata de un universo que mayoritariamente está pensado por y para los hombres.
“La inseguridad que sienten muchas mujeres cuando juegan es igual de horrible a la inseguridad en el transporte público”. Indica que mientras el mayor insulto de un hombre a otro durante una partida es “maldito me ganaste” para una mujer es “porque no te vas a la cocina y me haces un sándwich”.
Una discriminación de la que ella misma fue víctima cuando en una noche de juego le ofrecieron dinero a cambio de desnudarse en cámara y dejar de jugar. Fue por esto que como cabeza de TGYJ llevó a cabo en 2019 la Woman Game Jam (maratón de desarrolladoras de videojuegos), en la que participaron 25 mujeres con el objetivo de construir un videojuego entre todas. “Se trata de empoderar a mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ+ a no ser solo gamers, sino también desarrolladores”.
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Sin embargo, Castro insiste en que dicho empoderamiento solo es útil si las mujeres lo sacan a relucir no frente a otras mujeres, sino frente a hombres porque la industria de los videojuegos sigue teniendo dominio masculino.
Actualmente, trabaja también como project manager para Streamline Studios, un estudio de videojuegos de Malasia con oficinas en Bogotá. Colabora con el desarrollo de videojuegos AAA, la clasificación informal que se le da a los títulos producidos por grandes compañías como Rockstar Games, con su exitosa saga de Grand Theft Auto (GTA).
Para ella hay estudios colombianos como CrisTales, captain toonhead, Decoherence, entre otros, que han hecho trabajos que han captado atención nacional e internacional, y también hay franquicias internacionales como Pikpok, JamCity y StreamlineStudios que también han puesto sus ojos e inversiones en Colombia.
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Apoyo gubernamental hacia la industria de los videojuegos en Colombia
Colombia 4.0 y el Salón del Ocio y la Fantasía (SOFA) son eventos fundamentales para que el talento colombiano haga un puente con la industria global, y busquen oportunidades de financiación y distribución.
Otro aspecto que aporta al desarrollo de este mercado son los programas de educación especializados en diseño y desarrollo de videojuegos. La Universidad de Los Andes tiene un curso en programación de videojuegos, la Universidad Jorge Tadeo Lozano ofrece un taller, la Universidad Konrad Lorenz un Diplomado en Desarrollo de Videojuegos y Libros Interactivos y la Universidad de El Bosque ofrece una carrera en Diseño Industrial y Creación de Videojuegos.
Por último, la Pontificia Universidad Javeriana ofrece un curso virtual acerca de creación de videojuegos y experiencias inmersivas, además de tener un semillero de investigación sobre juegos para los estudiantes de Diseño Industrial. De aquí surgió Poder Violeta, un título desarrollado para prevenir y visibilizar el acoso sexual a mujeres en el transporte público.