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Estados Unidos dijo que "se opone firmemente" a cualquier nuevo impuesto a las grandes firmas de tecnología, en un fuerte desafío a una propuesta europea dirigida a los titanes digitales estadounidenses.
El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, emitió esta declaración días antes de una cumbre de la Unión Europea (UE) que debatirá la propuesta de impuestos.
"Estados Unidos se opone firmemente a la propuesta de cualquier país que apunte a las empresas digitales", dijo Mnuchin.
"Algunas de estas compañías están entre los principales contribuyentes a la creación de empleo y al crecimiento económico en Estados Unidos", agregó.
Mnuchin añadió que los funcionarios estadounidenses "apoyan plenamente la cooperación internacional para abordar los desafíos fiscales más amplios que surgen de la economía moderna y para poner el sistema impositivo internacional en una base más sostenible".
La declaración fue emitida en respuesta a un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre los impuestos a la economía digital, pero pareció claramente dirigida al plan propuesto por la UE.
Funcionarios de la UE redactaron la propuesta de un impuesto digital que afectaría a los gigantes tecnológicos de Estados Unidos como Apple, Facebook, Amazon y Google, en medio de acusaciones de que desvían las ganancias europeas hacia países de bajos impuestos.
La propuesta exige que las grandes firmas tecnológicas paguen impuestos sobre los ingresos generales del bloque y no solo sobre sus ganancias, a una tasa de entre 2% y 5%, según un borrador obtenido por la AFP.
El plan apuntará a empresas con una facturación anual mundial superior a 924 millones de dólares, como Airbnb, Facebook, Google, Twitter y Uber.
Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España -los cinco miembros de la UE que integran el G20- están impulsando una solución europea que pueda servir de ejemplo para el resto del mundo.
Pero para que el plan se convierta en realidad, debe ser aprobado por unanimidad por todos los países de la UE, y queda por ver si las naciones grandes pueden ganar el apoyo de las más pequeñas, que ofrecen ventajas fiscales a los titanes tecnológicos.