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El código abierto está redefiniendo la forma de hacer negocios

La adopción de este tipo de productos ha ido creciendo en sectores con una visión más tradicional sobre la tecnología y la innovación.

Santiago La Rotta
29 de junio de 2016 - 10:41 p. m.
Cortesía - Red Hat
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El software de código abierto es una presencia estable en el ecosistema digital desde hace más de 20 años. Lo que no significa que sea un asunto masivo, al menos no lo ha sido siempre. Populares para un nicho, iniciados en una cultura que implica trabajo colaborativo y una cierta economía del compartir, este tipo de productos lleva ya unos años ganando adeptos en los lugares más impensados. (Vea "Nueve aplicaciones de código abierto para facilitarte la vida")

Lugares como bancos o instituciones gubernamentales, dos sectores con puntos en común: una mentalidad tradicional a la hora de pensar en tecnología y, al mismo tiempo, una necesidad de innovar y adaptarse rápidamente a las necesidades de sus usuarios.

En pocas palabras, hablar de código abierto implica que el código fuente de un programa, algo así como el corazón de un software, es libre para ser utilizado y modificado por otros desarrolladores, que no necesariamente son autores de la primera versión de este código: adaptar y compartir son la esencia de este tipo de productos.

Por estos días se desarrolla en San Francisco el Red Hat Summit, una reunión anual que realiza esta empresa, quizá el mayor desarrollador de productos para empresas basados en software de código abierto (OSS, por sus siglas en inglés). Más de 5.500 personas asisten al evento. El nicho ciertamente ha crecido.

Google no existiría si no existiera el OSS”. Paulo Bonucci es vicepresidente de Red Hat para Latinoamérica y sus palabras, quizá algo grandilocuentes, no dejan de ser ciertas. Frente al mundo del software propietario, productos de corporaciones como Microsoft y Oracle, el OSS y el software libre ofrecen la ventaja invariable de un costo menor o la gratuidad (para el caso del libre) y la posibilidad de contar con comunidades globales de desarrolladores.

Esto significa que cientos de personas en todo el mundo pueden trabajar colectivamente en el desarrollo y mejoría de un producto específico: es la puerta para probar soluciones y ver su evolución de una forma más acelerada. “El modelo de código abierto sin duda permite moverse más rápido, desarrollar más prontamente”, en palabras de Bonucci.

No resulta sorpresivo que una parte del desarrollo en cosas como inteligencia artificial, big data o internet de las cosas se haga bajo plataformas que operan bajo código abierto. “Para mí es clarísimo que esto sucede debido a la innovación que permite el OSS. Quien está haciendo desarrollos para internet de las cosas o big data está en la parte más alta de la cresta. A pesar de que se lleva hablando de esto un buen tiempo, otra cosa es ver cómo las empresas se apalancan en parte de estas tecnologías para agregar valor. Y eso ya está pasando. Todo esto requiere velocidad: ya no es posible hablar de proyectos que se toman 48 o 36 meses; ahora se trata de cuatro o seis meses y al acabarse se anudan con el siguiente y con el siguiente y comienzan a dar resultados en conjunto”. Ricardo Pedroza es el director de Red Hat para la región Andina, Centroamérica y Caribe y un veterano de la industria del software con largas estadías en empresas como Microsoft y Oracle.

Su experiencia ofrece una visión privilegiada del cambio en el ambiente corporativo: de la dominancia del software propietario a la coexistencia con productos de OSS y de software libre. ¿Cómo se ha dado esta transformación? “Las compañías tienen un problema de luchar con el atraso en tecnología. El problema más común que tienen muchos clientes nuestros es que el mercado y los usuarios, les están pidiendo cosas y ellos no tienen la velocidad de entregar soluciones tan rápido como lo necesitan. Por otro lado, también han invertido grandes sumas de dinero y la ecuación pareciera no estar completa: hay grandes inversiones, pero no estoy al día. Las compañías están buscando opciones para solucionar esto. Llevan 20 años invirtiendo en la forma tradicional de hacerlo y esto muestra que tal vez ese no sea el camino. Y comienzan a ver opciones viables”.

Viable quizá resulte un eufemismo para decir que el negocio de Red Hat ha crecido, durante los últimos tres años, a un promedio sostenido de 27%, según cifras que entrega Bonucci. Y también sea una suerte de subestimación si se tiene en cuenta que en dos versiones de este evento, los premios de innovación en OSS han sido para empresas como Avianca y Une: dos compañías de gran tamaño, con inversiones considerables en software propietario, que realizan parte de sus operaciones vitales (como registro de tiquetes y de decodificadores) bajo el modelo del código abierto.

Visto desde otra perspectiva esto último significa que el reconocimiento para la innovación ha ido a parar dos veces para empresas que nada tienen que ver con Estados Unidos o con Silicon Valley. Esto parece enviar mensajes, uno de los cuales tiene que ver con el alcance del modelo de código abierto. ¿Aún es un asunto de nicho? No, diría la evidencia.

La evidencia también señala que un 30% del volumen de negocios de la compañía en Latinoamérica está relacionado con instituciones gubernamentales que, justamente, buscan renovarse, desde la tecnología, de cara al ciudadano. En Colombia, esto incluye a jugadores como la Dian o la Superintendencia de Industria y Comercio.

“Como en todo lado, hay organizaciones innovadoras y otras que esperan. Pero definitivamente hay empresas que se la juegan por marcar una diferencia a través de la tecnología. En este mundo del código abierto, la colaboración es un asunto que está en lo profundo de su ADN. Cuando armo equipos de trabajo no creo en islas, ni en silos, sino que el trabajo se potencia teniendo metas comunes. Esto es algo que sucede naturalmente en OSS. Ese espíritu tiene una gran importancia y hoy es importante para muchos clientes porque las empresas. La propuesta de código abierto no es ‘bote todo a la basura y empezamos de cero’, sino más como ‘venga y le ayudo y coexistimos’”, finaliza Pedroza.

Por Santiago La Rotta

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