El colombiano que se instaló en lo más alto de la programación mundial
Sebastián Ramírez es el paísa que inventó FastAPI, una solución que usan desde ChatGPT hasta el sistema para transmitir las imágenes del telescopio James Webb a todo el planeta. Conozca su historia.
Camilo Vega Barbosa
En la programación es común instalar “frameworks” (código preescrito) para descargar alguna funcionalidad, resolver alguna tarea o simplemente para ahorrar tiempo. Y dentro de los desarrollos más avanzados y ambiciosos del mundo hay unas líneas de código que tienen acento paisa. Se trata de FastAPI, una solución creada por el colombiano Sebastián Ramírez que usan desde ChatGPT hasta el sistema para transmitir las imágenes del telescopio James Webb a todo el planeta. Y sigue creciendo, siendo implementado por igual tanto en emprendimientos como en titanes de la industria tecnológica. Esta es su historia.
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En la programación es común instalar “frameworks” (código preescrito) para descargar alguna funcionalidad, resolver alguna tarea o simplemente para ahorrar tiempo. Y dentro de los desarrollos más avanzados y ambiciosos del mundo hay unas líneas de código que tienen acento paisa. Se trata de FastAPI, una solución creada por el colombiano Sebastián Ramírez que usan desde ChatGPT hasta el sistema para transmitir las imágenes del telescopio James Webb a todo el planeta. Y sigue creciendo, siendo implementado por igual tanto en emprendimientos como en titanes de la industria tecnológica. Esta es su historia.
Por sus constantes viajes y cambios de horario no tiene una hora definida para levantarse. Aunque viva en Berlín hace varios años, se las rebusca para desayunar a lo colombiano. “Acá por lo general empiezan el día con un café y un pan. Pero yo sí intento hacerme varios huevos, queso, jamón… También de vez en cuando encuentro un lugar donde venden Harina Pan y me hago mis arepas”, dice Sebastián, resaltando lo mucho que extraña la comida colombiana desde que tuvo que empezar a viajar cuando su carrera como programador despegó fuera del país.
FastAPI ha tomado tanta fuerza, que se usa incluso dentro del CERN, en esa apuesta de la humanidad de usar un colisionador de varios kilómetros para entender los misterios de las partículas subatómicas. Y es tan solo uno de la larga lista de lugares en donde usan el desarrollo de este colombiano que no tuvo una formación convencional.
Sebastián no tiene un título universitario en ingeniería de sistemas o desarrollo de software, de hecho, ni siquiera se graduó de un colegio tradicional en Colombia.
“Desde muy pequeño prefería estudiar con nosotros. Sin embargo, fue al jardín y a colegio en primero de primaria. Su papá le revisó los materiales que estaba estudiando y vio que estaba triste, a pesar de ser buen estudiante. Fue así que decidimos sacarlo del colegio e irnos a vivir a una casa en el campo, donde empezamos a estudiar en casa”, explica Andrea Montaño, la mamá de Sebastián.
De esta manera, Sebastián estudió en casa desde primaria junto a su hermana. Y sus padres eran sus tutores. O más bien orientadores académicos, pues cuenta que aprendieron a ser independientes y autodidactas desde muy temprano.
Por eso tenía las bases para aprender a programar por su propia cuenta, por internet. Tiene una amplia colección de cursos en línea que forjaron su formación, pero siendo también selectivo y crítico sobre esta modalidad de estudio. “Los mejores cursos eran los que el profesor se tomaba el tiempo de explicar la intuición, que empezaban desde lo más básico y lo iban haciendo más complejo de a poco… Y los cursos regulares eran esos en los que el profesor solo nos ponía a aprender los temas de memoria, porque sí, sin ningún propósito”.
La ventaja de aprender con cursos en línea es que pudo formarse en habilidades que en ese momento las universidades todavía no enseñaban tan profundamente: machine learning y redes neuronales. Por eso logró engancharse como programador en la empresa de su cuñado. Pero también fue un reto para él. “Sentía un gran síndrome del impostor”, cuenta Sebastián. Un sentimiento que reconoce todavía siente ahora que está en las grandes esferas de la programación.
Así logró avanzar en su carrera y ganar experiencia, pasando de júnior a sénior. Luego dirigiendo equipos de programación, ascendiendo a cargos directivos e incluso colaborando con equipos de Estados Unidos y Oriente Medio. Fue ahí cuando su carrera se volvió internacional, y empezó a trabajar para empresas extranjeras. Después de varias vueltas se radicó en Berlín.
De hecho, explica que en uno de sus viajes a Dubái fue cuando empezó a crear los primeros avances en FastAPI. Seguramente escuchando metal “o electrónica, cuando quiero sentir el ritmo”, detalla Sebastián sobre sus hábitos cuando escribe código.¿Qué es FastAPI? “Cuando las aplicaciones se comunican con la nube, esa nube es en realidad un servidor (computador) remoto ejecutando algún software. Ese software se le llama API (‘application programming interface’)”, es como Sebastián explica lo que hace su herramienta. Pero es consciente de que es una definición técnica que no todos entienden, entre ellos sus padres.
Por eso también explica FastAPI por medio de una analogía de restaurantes: la API tradicional es como un puesto de comida descuidado donde hay que hacer fila, la atención es lenta y confunden los pedidos. En cambio FastAPI es como un restaurante moderno con un mesero profesional que conoce el menú perfectamente, está al día de todos sus cambios, procesa pedidos rápidamente y sin errores, y ofrece una experiencia fluida y agradable.
¿Qué es FastApi?
Es decir, FastAPI es una herramienta de comunicación muy eficiente con los entornos en la nube, que ha marcado un punto de inflexión en el desarrollo de aplicaciones de diferentes industrias.
Por eso es tan popular, y el ecosistema da su aprobación a su manera: más de 2,2 millones de descargas al día, según Pypy; 78.000 estrellas en su repositorio de Github y es usado en titanes tecnológicos como Netflix y Microsoft.
Sebastián ya está en lo más alto de la programación mundial, y quiere seguir avanzando en su carrera. Pero sus ambiciones son de un tipo especial. “Él no crea cosas para hacer plata, ni buscar fama. Las hace para que sean útiles para las personas. Resuelve problemas que él mismo tiene, y luego los comparte con los demás. Por eso creó FastAPI”, revela Estefanía Ramírez, hermana de Sebastián.
No obstante, tiene sus metas muy claras, pero en su lista solo problemas por solucionar o mejoras por hacer a sus productos. Por ejemplo, busca desarrollar el equivalente de FastAPI, pero en el despliegue de aplicaciones. Es decir, quiere volver algo muy complejo y tedioso en algo simple y eficiente.
Todo su entorno coincide que es alguien que tiene estándares muy altos tanto sobre él como sus productos. Se exige todos los días, aprende lo que haga falta. Su visión de innovación es simplemente solucionar problemas (no al revés). Y siendo leal al espíritu del código libre, siempre ha compartido sus mayores creaciones. Así es Sebastián Ramírez, el colombiano que logró instalarse en lo más alto de la programación mundial.