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El pasado 5 de abril de 2024, el Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital (U-Tad) de Madrid realizó una votación entre los amantes de los videojuegos para escoger los 10 mejores juegos españoles de todos los tiempos. Los resultados dejaron a “La abadía del crimen” en el tercer lugar. Por encima de PC Fútbol, uno de los títulos más influyentes de la industria al introducir por primera vez el modo carrera de un director técnico.
Sin embargo, un segundo escrutinio, esta vez solo entre 44 periodistas del gaming, puso a “La abadía del crimen” en el primer lugar. La entrega data de 1987, pero se desarrolló una versión remasterizada en 2016, llamada “La abadía del crimen extensum”, que ahora está disponible gratuitamente en la plataforma de videojuegos, Steam. Este juego hace parte de lo que muchos especialistas rotulan como la época dorada de los títulos españoles.
Fue programado por Paco Menéndez, un ingeniero de telecomunicaciones de la Universidad Politécnica de Madrid, y fue diseñado por Juan Delcán. Juntos hicieron un trabajo que puso dentro de una entrega de ocho bits buena parte de la historia escrita por el autor italiano Umberto Eco, “El nombre de la rosa”. La obra fue concebida en 1980 y se ambienta en un relato histórico y misterioso de la primera mitad del siglo XIV. Como era de esperarse, solo podía jugar una persona a la vez y estaba disponible en ordenadores de la época.
La versión actual, “La abadía del crimen extensum”, fue publicado el 25 de marzo de 2016, desarrollado por Manuel Pazos y editado por Daniel Celemín. Para poder disfrutarlo gratuitamente es necesario crear una cuenta en Steam, descargar la aplicación en el computador e ingresar a este enlace. Este videojuego estuvo en preparación durante dos años y actualiza la jugabilidad que ahora depende del mouse. El jugador tendrá bajo su control al fray Guillermo de Occam que debe resolver una serie de asesinatos.
@jsm84b Probando la Abadía del Crimen con distintas paletas de colores gracias a la ULA+ del sizif512 #zxspectrum #electronics #diy #retrogaming
♬ Medieval - Astoni
Inicios de “La abadía del crimen” de 1987
Aunque inicialmente no gozó de un gran éxito comercial, tal como ocurre con el vino, los años le sentaron muy bien a “La abadía del crimen” y se convirtió en un clásico que visualmente parecía disimular muy bien sus limitaciones técnicas y gráficas. Es uno de los pocos videojuegos españoles que inspiró un libro, titulado Obsequium y publicado en 2014 por la editorial Ocho Quilates.
En un principio sus creadores, Paco Menéndez y Juan Delcán, quien en ese momento era un estudiante de arquitectura, llevaron a cabo el proyecto como algo secundario a sus tareas diarias. Pero cuando Opera Soft, una empresa española completamente dedicada al mundo del gaming, compró los derechos del juego en 1989, llevó el trabajo hecho de los dos hombres a otro nivel.
Esta empresa amplió las plataformas en las que estuvo disponible el título, lo que obligó a los programadores a adaptar las características de la entrega a cada sistema. Por ejemplo, para CPC 464, un ordenador doméstico, se tuvieron que eliminar partes del mapa por donde no pasaba el personaje principal y rescindió de los detalles gráficos.
Historia de “La abadía del crimen” de 1987
El videojuego incluía una versión del Ave María de Franz Peter Schubert que sonaba durante las misas. Sin embargo, tenía una particular manera de alertar sobre la piratería. Un huevo de Pascua, un mensaje oculto dentro de un título, actuaba como un aviso cuando se hacía una copia maliciosa. En ese caso, en lugar de sonar el Ave María una voz repetía “pirata, pirata, pirata”.
Esto provocaba que el computador se reiniciara por su cuenta y cada vez que se llegaba a ese punto de la entrega pasaba lo mismo una y otra vez. La historia de “La abadía del crimen” se desarrollaba en la península itálica o bota itálica por su forma geográfica, y consistía en controlar a un monje por siete días tratando de realizar una investigación por el laberinto de la abadía.
El juego fue aclamado por su dificultad, ya que el protagonista no podía descuidar sus labores diarias como fraile y resolver los acertijos del lugar solo podía hacerlo durante su tiempo libre. Cada desobediencia con los religiosos tenía consecuencias y se iban acumulando en una barra. Si esta se llenaba, el monje sería expulsado de la abadía y con eso se conjuraba el fin de la partida.
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