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Ian Brown es un especialista en temas como vigilancia y regulación de internet. También es profesor del Instituto de Internet de Oxford, en Inglaterra, y en esta entrevista habla acerca de cuáles fueron los efectos de fondo de las revelaciones del extécnico de la CIA Edward Snowden o cómo es necesario entablar un gran diálogo social para discutir cuál será el futuro de la privacidad en la era digital. Vino a Colombia como invitado al Tercer Congreso Internacional de Protección de Datos, organizado por la Superintendencia de Industria y Comercio.
¿Cómo cree que se siga desarrollando el escenario legal respecto a los programas de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA)?
Lo que me sorprendió en cuanto al programa de recolección de datos telefónicos fue la voluntad de la administración Obama de no pedir una renovación de la sección 215 de la Ley Patriota, que era la que les daba sustento legal a estas acciones de la agencia de inteligencia. Creo que este es el reconocimiento positivo por parte del Gobierno de algo que incluso sus propios expertos habían dicho desde hace un tiempo: la interceptación de metadatos telefónicos no ha contribuido de ninguna forma significativa a los esfuerzos contra el terrorismo.
Lo importante ahora es tener una mayor transparencia en todo el tema. ¿Para qué más se utiliza la sección 215? Algunos cálculos dicen que hay cerca de 180 programas bajo la autoridad de este apartado, y el que acaba de ser detenido es apenas uno.
¿Cómo se ve el mundo después de Snowden?
Lo que Snowden nos ha dado es una elección: ¿creemos, como sociedad, que las amenazas que los gobiernos invocan para justificar estos programas de vigilancia en efecto los justifican, y por cuánto tiempo? ¿Renunciar a la información personal y esperar que nuestros datos los manejen sabiamente las autoridades es el precio de la era digital? ¿O creemos que hay mucho riesgo de abuso en la vasta cantidad de información privada que producen estas actividades, y que en estos riesgos no sólo se juega la privacidad de los ciudadanos, sino los derechos humanos y la democracia, como para permitir que este sistema siga operando?
¿Es una elección real, posible?
Creo que la gente, al menos en una democracia, siempre puede elegir, y no sólo por quién votar. En la industria de la tecnología escuchamos desde los 90, y más recientemente con Mark Zuckerberg, que la privacidad es un bien del pasado y que, tecnológicamente hablando, el mundo actual es un lugar en el que no tiene cabida. Creo que son visiones profundamente erradas, pues la privacidad es un asunto fundamental para la libertad de las personas, y también estoy convencido de que se pueden construir herramientas tecnológicas con un mejor tratamiento para la privacidad de los usuarios. Esto no es algo nuevo, pues son productos en los que se viene trabajando desde los 80. Pero el gran problema es cómo la sociedad establece un consenso en el que la privacidad sea importante y se requieran, entonces, sistemas que le otorguen esta importancia.
Entonces, es más una discusión de política pública, de consenso social, que sobre tecnología…
Sí. Lo es. Tiene que ser en este nivel. Porque hoy existen muchas herramientas que protegen la privacidad de las personas, como TOR o PGP, pero éstas generalmente son opciones que resultan útiles para usuarios avanzados. Pero si la preocupación es el futuro de la democracia y los derechos humanos en el mundo digital, entonces estos temas no pueden ser accesibles sólo para el 1% de la sociedad, o incluso menos.
¿Cómo moldeará a la industria de la tecnología la discusión entre privacidad y seguridad?
La red solía ser un lugar más abierto y, quizá, seguro. Pero tampoco me parece sorprendente que se haya dado el cambio porque ha pasado de ser una herramienta que usa sólo un pequeño grupo de investigadores a ser un medio en el que está, dicho de cierta forma, todo el mundo. En este sentido no soy un libertario: no puedo creer que todas las formas de gobierno y control son malas y ciertamente tampoco lo son en el contexto de la red. Por ejemplo, la protección de datos y privacidad en Europa, aunque a muchas compañías de EE.UU. les desagrade, es un asunto positivo, es bueno para los usuarios, para los derechos humanos y para la democracia. Lo que tampoco puede suceder es que cada tema que tenga que ver con la web sea legislado y regulado por gobiernos que suelen hacerlo de afán, más por mostrar logros a sus votantes que para solucionar problemas reales con soluciones bien pensadas.
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