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Snap, la compañía detrás de Snapchat, hará su entrada en el mercado de acciones hoy, con su llegada a la Bolsa de Nueva York, según reportó la agencia Reuters. Bajo las cuentas oficiales de la empresa, este movimiento busca una valuación pública de más de US$20.000 millones.
Si el público y los inversionistas responden con el interés esperado por la compañía, esta sería la entrada en bolsa más grande para una empresa de tecnología de Estados Unidos desde que Facebook comenzó a cotizarse públicamente, en 2012.
La comparación con Facebook es forzosa por varias razones y va más allá de la cotización en bolsa. La red social intentó comprar Snapchat y falló en 2013, con una oferta que llegó a los US$3.000 millones, según varios reportes de la época.
Desde entonces, la compañía de Mark Zuckerberg ha continuado con la cimentación de su vasto imperio digital, que, además de la red social como tal, incluye Instagram y Whatsapp. Todas estas plataformas han copiado funciones que debutaron primero en Snapchat.
¿Por qué? Kevin Systrom, fundador de Instagram, admitió en una entrevista del año pasado con el diario The Wall Street Journal que, en el caso de la función conocida como historias (stories), esta jugada era necesaria porque representaba una forma de hacerles el quite a los likes. Estimaciones del Journal aseguraban, en ese momento, que más de la mitad de los usuarios adolescentes de Instagram borran el contenido que no recibe suficiente atención de la comunidad.
Este fenómeno resulta revelador, pues buena parte del atractivo de Snapchat radica en la posibilidad de que el contenido en la plataforma desaparezca. Esto privilegia no sólo la privacidad de sus usuarios, sino que desestima todo el modelo de interacción basado en “me gusta”. Sí, puede ser una aplicación con un elevado nivel de narcisismo (dependiendo del usuario), pero ofrece modos distintos de interacción.
Y este cambio de enfoque ha resultado ser particularmente atractivo para el público más joven, aquel que no llega a 25 años. Se estima que más de 60 % de los 150 millones de personas que diariamente usan Snapchat tienen entre 13 y 24 años y, según datos de la misma empresa, el usuario promedio entra a la aplicación más de 18 veces por día y gasta media hora en ella todos los días.
El número de usuarios diarios activos de la empresa palidece al lado de las cifras de Facebook, que va por los 1.200 millones, pero Snap y su cofundador, Evan Spiegel, invierten buena parte de su tiempo asegurando que más no siempre es mejor. El argumento de Spiegel y compañía radica en que las interacciones que Snapchat permite mayor relevancia para los usuarios y, por ende, para los anunciantes.
Snap se define como una compañía de cámaras, no como un fabricante del tipo Nikon o Canon, sino como una suerte de plataforma que gira alrededor de la cámara. Y esto, en otras palabras, quiere decir que Snapchat es, y crecientemente será, una plataforma de video.
“Estamos apenas en el principio de la exploración de lo que las cámaras pueden hacer”, explica Spiegel en el video con el que vende su idea del futuro para los inversionistas, de cara a la entrada en la bolsa. La empresa fabrica Spectacles, unas gafas con las que se puede grabar contenido que a su vez es publicado en Snapchat, en palabras simples. Desde principios de este año, el dispositivo puede comprarse en línea (inicialmente estaba disponible en máquinas ubicadas en 130 puntos de Estados Unidos).
La interfaz de Snapchat parece complicada, si uno está por encima de cierta edad. La aplicación ha sido pensada para llegar a un público muy específico, que parece interactuar de una forma más natural con el video. De acuerdo con un reporte de Cisco, se estima que en apenas un par de años 80 % del tráfico de internet será video en línea.
En este escenario, pareciera tener mucho sentido definirse como una compañía de cámaras. Pero esto no quiere decir que Snap, y Snapchat, tendrán un camino fácil para conquistar y retener una base de usuarios más grande, más aún con el escrutinio inclemente de los inversionistas públicos que lleguen en la entrada a bolsa.
Facebook sigue siendo el mayor peligro para la compañía porque, si bien puede seguir tomando lecciones prestadas de Snapchat, tan sólo el tamaño de sus servicios puede terminar por atraer más público que Snap y sus productos.