El sentido del tacto es la próxima frontera que conquistará la realidad virtual
Con estos desarrollos será posible volver a acariciar una mascota que ya murió, sentir la textura de una camisa en una tienda en línea, o llevar la experiencia del cine a un nuevo nivel. Así es como se podrá “palpar” la virtualidad.
Diego Ojeda
La realidad virtual y aumentada son tecnologías que están causando sensación. De hecho, ese ha sido uno de los principales temas de discusión en las últimas semanas por el lanzamiento de las Apple Visión Pro, unos lentes que han logrado integrar, de forma sorprendente, estas virtualidades a la cotidianidad.
Desarrollar dispositivos que permitan emular en la realidad cosas que solo existen en la virtualidad, es considerado por muchos como el próximo gran salto que podría dar la tecnología de consumo; además de una industria que, bien consolidada, tiene el potencial de representar miles de millones de dólares al año.
Vea también: Pantallas 3D: este sería el futuro del entretenimiento personal
De momento, los dispositivos han logrado recrear con un alto grado de fidelidad las experiencias visuales y auditivas. Pero hay otros sentidos que faltan por conquistar, como el tacto.
De hecho, esa es la siguiente frontera a la que llegaría la realidad extendida mediante el uso de prendas hápticas, es decir, accesorios que podemos usar en nuestros cuerpos (como guantes, chalecos, cascos…) que en su interior tienen motores que emiten vibraciones y pulsaciones para recrear en el mundo físico lo que sucede en lo virtual.
Si bien este no es un concepto nuevo, sí es novedad la evolución que ha tenido, ya que el grado de precisión es tal que ya se puede palpar, con las yemas de nuestros dedos, texturas y relieves.
Esta es una de tantas tecnologías a las que le ha apostado Docomo, una empresa de telecomunicaciones japonesa que ha logrado fabricar unos dispositivos hápticos que se ponen en las huellas de los dedos de la mano, así como en el antebrazo. A este desarrollo lo han llamado “Feel Tech”.
“Las vibraciones se reproducen con un dispositivo impulsor, como un transductor que vibra cuando se aplica electricidad. Las sensaciones hápticas y las correspondientes imágenes de vídeo se comparten de una persona (”presentador”) a otra persona (“objetivo”). Para lograr una sincronización crucial de los datos hápticos y de vídeo que se comparten, se espera que la plataforma acabe haciendo pleno uso de la latencia ultrabaja que se ofrecerá en las próximas redes móviles 6G”, explica Docomo.
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Con estos se puede sentir el pelaje de una mascota que solo existe en la virtualidad, así como las garras de un ave que se posa en nuestro brazo.
En entrevista con El Espectador *, el manager del departamento de innovación de 6G de Docomo, Takayuki Amano, explicó que lo que se busca con este tipo de innovaciones es llevar la experiencia de la realidad extendida a un nuevo nivel, pues es consciente que su desarrollo tiene múltiples aplicaciones.
“Lo que queremos es poner esta tecnología en casos de uso como el cine. En el futuro no solo podrás ver una película, sino que podrás olerla, escucharla y sentirla en tu cuerpo con este tipo de dispositivos”, señala.
Para Docomo, estas prendas hápticas también tienen el potencial de integrarse en el ecosistema del comercio en línea para que, por ejemplo, una persona pueda sentir la textura de la camisa que desea comprar.
Incluso, hay casos tan específicos como el de tener una mascota virtual, a la que se pueda acariciar. También se podría crear el registro de un animal (su apariencia física y la sensación de su pelaje), para recrearlo en la virtualidad y así poder recordarlo, mediante la interacción, cuando muera (con las implicaciones positivas y negativas que podría tener esto para un proceso de duelo).
No obstante, muchas de estas tecnologías siguen en una fase de concepto. En parte porque aún hay mucho trabajo que hacer, en materia de desarrollo, para alcanzar sensaciones más reales; pero también porque sigue siendo una tecnología costosa.
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Para compañías como Docomo, es importante avanzar en la democratización de este tipo de dispositivos para que puedan llegar a más personas, o permear más en la cotidianidad. Para esto, evidentemente, es necesario abaratar sus precios.
Todo esto dependerá del interés y financiación que logren despertar estos dispositivos en la industria, ya que, como pasó con los teléfonos inteligentes, se puede pasar de una tecnología que se percibe como costosa a una que esté al alcance de todos.
Parte del sueño de Amano es que por lo menos uno de estos accesorios hápticos esté en cada hogar.
* Este artículo hace parte del cubrimiento que, desde El Espectador, estamos dando al Mobile World Congress 2024 en Barcelona, España.
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La realidad virtual y aumentada son tecnologías que están causando sensación. De hecho, ese ha sido uno de los principales temas de discusión en las últimas semanas por el lanzamiento de las Apple Visión Pro, unos lentes que han logrado integrar, de forma sorprendente, estas virtualidades a la cotidianidad.
Desarrollar dispositivos que permitan emular en la realidad cosas que solo existen en la virtualidad, es considerado por muchos como el próximo gran salto que podría dar la tecnología de consumo; además de una industria que, bien consolidada, tiene el potencial de representar miles de millones de dólares al año.
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De momento, los dispositivos han logrado recrear con un alto grado de fidelidad las experiencias visuales y auditivas. Pero hay otros sentidos que faltan por conquistar, como el tacto.
De hecho, esa es la siguiente frontera a la que llegaría la realidad extendida mediante el uso de prendas hápticas, es decir, accesorios que podemos usar en nuestros cuerpos (como guantes, chalecos, cascos…) que en su interior tienen motores que emiten vibraciones y pulsaciones para recrear en el mundo físico lo que sucede en lo virtual.
Si bien este no es un concepto nuevo, sí es novedad la evolución que ha tenido, ya que el grado de precisión es tal que ya se puede palpar, con las yemas de nuestros dedos, texturas y relieves.
Esta es una de tantas tecnologías a las que le ha apostado Docomo, una empresa de telecomunicaciones japonesa que ha logrado fabricar unos dispositivos hápticos que se ponen en las huellas de los dedos de la mano, así como en el antebrazo. A este desarrollo lo han llamado “Feel Tech”.
“Las vibraciones se reproducen con un dispositivo impulsor, como un transductor que vibra cuando se aplica electricidad. Las sensaciones hápticas y las correspondientes imágenes de vídeo se comparten de una persona (”presentador”) a otra persona (“objetivo”). Para lograr una sincronización crucial de los datos hápticos y de vídeo que se comparten, se espera que la plataforma acabe haciendo pleno uso de la latencia ultrabaja que se ofrecerá en las próximas redes móviles 6G”, explica Docomo.
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Con estos se puede sentir el pelaje de una mascota que solo existe en la virtualidad, así como las garras de un ave que se posa en nuestro brazo.
En entrevista con El Espectador *, el manager del departamento de innovación de 6G de Docomo, Takayuki Amano, explicó que lo que se busca con este tipo de innovaciones es llevar la experiencia de la realidad extendida a un nuevo nivel, pues es consciente que su desarrollo tiene múltiples aplicaciones.
“Lo que queremos es poner esta tecnología en casos de uso como el cine. En el futuro no solo podrás ver una película, sino que podrás olerla, escucharla y sentirla en tu cuerpo con este tipo de dispositivos”, señala.
Para Docomo, estas prendas hápticas también tienen el potencial de integrarse en el ecosistema del comercio en línea para que, por ejemplo, una persona pueda sentir la textura de la camisa que desea comprar.
Incluso, hay casos tan específicos como el de tener una mascota virtual, a la que se pueda acariciar. También se podría crear el registro de un animal (su apariencia física y la sensación de su pelaje), para recrearlo en la virtualidad y así poder recordarlo, mediante la interacción, cuando muera (con las implicaciones positivas y negativas que podría tener esto para un proceso de duelo).
No obstante, muchas de estas tecnologías siguen en una fase de concepto. En parte porque aún hay mucho trabajo que hacer, en materia de desarrollo, para alcanzar sensaciones más reales; pero también porque sigue siendo una tecnología costosa.
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Para compañías como Docomo, es importante avanzar en la democratización de este tipo de dispositivos para que puedan llegar a más personas, o permear más en la cotidianidad. Para esto, evidentemente, es necesario abaratar sus precios.
Todo esto dependerá del interés y financiación que logren despertar estos dispositivos en la industria, ya que, como pasó con los teléfonos inteligentes, se puede pasar de una tecnología que se percibe como costosa a una que esté al alcance de todos.
Parte del sueño de Amano es que por lo menos uno de estos accesorios hápticos esté en cada hogar.
* Este artículo hace parte del cubrimiento que, desde El Espectador, estamos dando al Mobile World Congress 2024 en Barcelona, España.
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