Estas son las contraseñas más comunes: evítelas, su información está en peligro
Pasan los años y millones de usuarios insisten en proteger su información contenida en cuentas con contraseñas comunes. Hacer contraseñas con nombres de familiares o fechas especiales tampoco es seguro. Aquí le explicamos cómo blindarse ante los cibercriminales.
Diego Ojeda
Tal vez usted no sea consciente de esto, pero su información más personal está albergada en cuentas de redes sociales, correos electrónicos y portales corporativos. Una persona malintencionada que acceda a estos, fácilmente podría conocer su dirección de residencia, los números de teléfono de sus contactos cercanos y productos financieros, entre una larga lista de otros datos. Aún más, este individuo sería capaz de suplantar su identidad para cometer ilícitos como fraudes y estafas.
Teniendo en cuenta esto, es apenas razonable emplear mecanismos de seguridad para impedir que terceros accedan a nuestras cuentas. Sorprende el hecho de que en 2021 se haya detectado que millones de personas usaran contraseñas como “123456″, “123456789″, “12345″, “qwerty” y “pasword”. Si tiene alguna de estas, la recomendación es que las cambie cuanto antes.
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Pero también es usual que otros decidan emplear contraseñas que contienen datos personales, como nombres, fechas importantes o números de identificación. Un ciberdelincuente interesado en acceder a sus cuentas, por ejemplo, podría hacer un análisis de su persona y, tras varios intentos, dar con el código de acceso.
Para expertos en seguridad informática, como Jake Moore (quien es asesor de seguridad global de ESET), se entiende que muchos empleen este tipo de contraseñas, pues en un mundo impregnado de tecnología, fácilmente una persona necesita acceder a decenas e incluso cientos de servicios y, recordar contraseñas para cada una de estas que sean de más de ocho caracteres, con combinaciones de mayúsculas y minúsculas, además de signos especiales como “@” o “#” (que es lo que se recomienda para tener una contraseña fuerte), parece misión imposible, cuando a duras penas somos capaces de recordar nuestro número de teléfono y documento de identidad.
¿Qué hacer?
Hay para quienes cumplir con estas recomendaciones, y recordar distintas claves para diversas cuentas, puede ser misión imposible. Existen unas herramientas llamadas bancos de contraseñas, o gestores de contraseñas, las cuales pueden ser instaladas en su teléfono celular. Algunos ejemplos son 1Password, Dashlane y LastPass.
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El trabajo de estas es ayudarle a crear contraseñas seguras o robustas, almacenarlas y ponerlas cuando se requieran. No obstante, el problema que tienen estas herramientas es que usted está poniendo todos los huevos en una sola canasta, por lo que si llegan a fallar, o si un ciberdelincuente logra acceder al mismo, los riesgos son mayores. No obstante, expertos en seguridad informática coinciden en que el uso de estas es más seguro que el método tradicional que emplean millones para gestionar sus contraseñas.
Marcas como iPhone y Samsung son conscientes de esta necesidad y han incorporado en sus dispositivos sus propios gestores de contraseñas. Para la marca de la manzana, por ejemplo, estas claves se activan con el previo reconocimiento facial del usuario, por lo que se considera uno de los bancos de contraseñas más seguros que existe.
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Sobre los gestores de contraseñas, le recomendamos informarse bien sobre el que elija antes de instalarlo. Revise en blogs comentarios sobre los mismos, para cerciorarse de que sea seguro.
Otra importante recomendación es activar el doble factor de autenticación en sus cuentas (algo disponible en redes sociales y servicios de mensajería como Gmail). Este mecanismo lo que hace es que cuando usted digita la contraseña, como dato adicional le pide insertar un código que es enviado a su correo electrónico, o como mensaje de texto a su celular. De esta forma, así el ciberdelincuente logre dar con su contraseña, no podrá acceder porque no tiene a la mano el segundo factor de autenticación.
Sí, todas estas herramientas pueden parecer engorrosas y hasta molestas en nuestra cotidianidad. Pero su uso es importante, y más cuando cobramos conciencia de la importancia que tienen los datos que almacenamos en plataformas como redes sociales y correos electrónicos.
Tal vez usted no sea consciente de esto, pero su información más personal está albergada en cuentas de redes sociales, correos electrónicos y portales corporativos. Una persona malintencionada que acceda a estos, fácilmente podría conocer su dirección de residencia, los números de teléfono de sus contactos cercanos y productos financieros, entre una larga lista de otros datos. Aún más, este individuo sería capaz de suplantar su identidad para cometer ilícitos como fraudes y estafas.
Teniendo en cuenta esto, es apenas razonable emplear mecanismos de seguridad para impedir que terceros accedan a nuestras cuentas. Sorprende el hecho de que en 2021 se haya detectado que millones de personas usaran contraseñas como “123456″, “123456789″, “12345″, “qwerty” y “pasword”. Si tiene alguna de estas, la recomendación es que las cambie cuanto antes.
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Pero también es usual que otros decidan emplear contraseñas que contienen datos personales, como nombres, fechas importantes o números de identificación. Un ciberdelincuente interesado en acceder a sus cuentas, por ejemplo, podría hacer un análisis de su persona y, tras varios intentos, dar con el código de acceso.
Para expertos en seguridad informática, como Jake Moore (quien es asesor de seguridad global de ESET), se entiende que muchos empleen este tipo de contraseñas, pues en un mundo impregnado de tecnología, fácilmente una persona necesita acceder a decenas e incluso cientos de servicios y, recordar contraseñas para cada una de estas que sean de más de ocho caracteres, con combinaciones de mayúsculas y minúsculas, además de signos especiales como “@” o “#” (que es lo que se recomienda para tener una contraseña fuerte), parece misión imposible, cuando a duras penas somos capaces de recordar nuestro número de teléfono y documento de identidad.
¿Qué hacer?
Hay para quienes cumplir con estas recomendaciones, y recordar distintas claves para diversas cuentas, puede ser misión imposible. Existen unas herramientas llamadas bancos de contraseñas, o gestores de contraseñas, las cuales pueden ser instaladas en su teléfono celular. Algunos ejemplos son 1Password, Dashlane y LastPass.
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El trabajo de estas es ayudarle a crear contraseñas seguras o robustas, almacenarlas y ponerlas cuando se requieran. No obstante, el problema que tienen estas herramientas es que usted está poniendo todos los huevos en una sola canasta, por lo que si llegan a fallar, o si un ciberdelincuente logra acceder al mismo, los riesgos son mayores. No obstante, expertos en seguridad informática coinciden en que el uso de estas es más seguro que el método tradicional que emplean millones para gestionar sus contraseñas.
Marcas como iPhone y Samsung son conscientes de esta necesidad y han incorporado en sus dispositivos sus propios gestores de contraseñas. Para la marca de la manzana, por ejemplo, estas claves se activan con el previo reconocimiento facial del usuario, por lo que se considera uno de los bancos de contraseñas más seguros que existe.
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Sobre los gestores de contraseñas, le recomendamos informarse bien sobre el que elija antes de instalarlo. Revise en blogs comentarios sobre los mismos, para cerciorarse de que sea seguro.
Otra importante recomendación es activar el doble factor de autenticación en sus cuentas (algo disponible en redes sociales y servicios de mensajería como Gmail). Este mecanismo lo que hace es que cuando usted digita la contraseña, como dato adicional le pide insertar un código que es enviado a su correo electrónico, o como mensaje de texto a su celular. De esta forma, así el ciberdelincuente logre dar con su contraseña, no podrá acceder porque no tiene a la mano el segundo factor de autenticación.
Sí, todas estas herramientas pueden parecer engorrosas y hasta molestas en nuestra cotidianidad. Pero su uso es importante, y más cuando cobramos conciencia de la importancia que tienen los datos que almacenamos en plataformas como redes sociales y correos electrónicos.