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Esto es lo importante del cambio que WhatsApp acaba de hacer en su aplicación

Este es uno de los desarrollos más grandes y relevantes en el ecosistema de mensajería instantánea por internet. Aquí le contamos por qué.

Santiago La Rotta
05 de abril de 2016 - 08:53 p. m.
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WhatsApp anunció que, desde este martes, todas las comunicaciones que viajan a través de la aplicación de mensajería cuentan con cifrado de punta a punta, lo que en otras palabras significa que sólo los usuarios en una conversación pueden saber los contenidos de ésta: ni WhatsApp, tampoco las autoridades, nadie.

El anuncio cobija todos los sistemas operativos móviles, así como todas las formas de comunicación de la plataforma: video, mensajes de texto, mensajes de voz, llamadas. Esta nueva función está activada por defecto una vez el usuario actualiza a la última versión de la aplicación.

Lo que esto quiere decir es que WhatsApp acaba de entregarle comunicaciones completamente cifradas, que no requieren conocimiento técnico o instalación alguna por parte del usuario, a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo (y principalmente por fuera de Estados Unidos). (Lea "Entérese para qué sirve y cuál es la importancia del cifrado")

Este no es un asunto menor, pues en el mundo actual, en el que más gobiernos buscan intervenir (legal e ilegalmente) las conversaciones de sus ciudadanos, la aplicación acaba de hacer una entrega de medios técnicos, listos para ser usados, que impiden el espionaje electrónico. La compañía lo caracteriza de una forma tan personal, como análoga: “Es como devolvernos al poder de la conversación cara a cara”. Sí, cierto, sólo que en una escala global.

El cambio no fue un movimiento improvisado, pues la compañía duró por lo menos año y medio diseñando una plataforma para dale a cada usuario una llave privada para descifrar cada mensaje que pasa a través de la plataforma. A su vez, esas llaves deben ser compatibles entre plataformas, dispositivos y sistemas operativos. Y en un universo de más de 1.000 millones de usuarios, esta no es una tarea fácil.

Justamente, en la pasada conferencia RightsCon de Silicon Valley, que acabó este 1 de abril, un representante de la empresa se refirió al proyecto de cifrado y aseguró que estaba casi listo cuando, el 1 de marzo, la policía brasileña arrestó a un alto ejecutivo de Facebook ante la negativa de WhatsApp (propiedad de la red social) de divulgar mensajes de unos usuarios involucrados en una investigación criminal.

En ese momento, parte de la opinión pública (tanto en Brasil como afuera) estuvo a favor de las autoridades al considerar que, con una orden judicial en mano, era obligación de la aplicación de mensajería colaborar con las autoridades. Este es un debate que aún sigue abierto, pero quizá en ese momento la compañía ya no podía acceder a los mensajes por cuenta del cifrado punta a punta de su plataforma.

Uno de los asistentes a RightsCon interrogó al representante de WhatsApp acerca de por qué no comunicaron de una mejor forma cómo funcionaba la arquitectura de la plataforma para hacer entender públicamente que entregar mensajes tampoco es una cuestión sencilla, incluso con una orden judicial en la mitad. Su respuesta fue: “Sigan sintonizados”.

Y la sintonía llevó, en últimas, al momento de este martes en el que los usuarios de la plataforma comenzaron a recibir un mensaje en el que se anunciaba que la conversación con otra persona ahora era cifrada de extremo a extremo, de punta a punta.

Con cierta seguridad, el mensaje resultó no sólo inesperado, sino extraño, para muchos. Rápidamente, en foros en línea como Reddit, muchas personas comenzaron a preguntar qué significaba esto para ellos, si era un error, qué debían hacer, si podían seguir usando la aplicación.

La respuesta rápida a estas preguntas es: nada de esto afecta el uso diario de la aplicación, pues todo el trabajo de cifrado lo hace WhatsApp por debajo de la comunicación como tal, lejos de la vista del usuario. Más allá de actualizar la aplicación, no hay mucho más por hacer. Uno de los responsables del proyecto de cifrado, un programador conocido como Moxie Marlinspike (quien también está detrás de Signal, otra aplicación de mensajería cifrada), indicó que el cambio en WhatsApp aún está siguiendo su curso a través de toda la plataforma, por lo que algunos usuarios pueden experimentarlo primero que otros, pero que igual se trata de un asunto irreversible. 

El mensaje también debió resultar sorprendente para personas en la administración de justicia de Brasil, que en dos ocasiones han tomado acciones legales para intentar obtener mensajes de personas vinculadas con investigaciones criminales. Además de detener brevemente a un ejecutivo de Facebook, como ya se dijo, también tomaron la decisión de suspender el servicio de la aplicación a nivel nacional mientras la empresa entregaba las comunicaciones solicitadas. Al final del día, un juez consideró que la medida inicial era excesiva y desproporcionada y ordenó la restauración de WhatsApp en este país.

Otra de las instituciones que con cierta seguridad no debió ver con buenos ojos el anuncio, que igual en últimas era algo que ya se veía venir, es el Departamento de Justicia de Estados Unidos y el FBI. Las dos organizaciones duraron un mes de intenso debate público para obligar a Apple a romper la seguridad del iPhone de uno de los atacantes de San Bernardino, California, tiroteo en el cual murieron 14 personas.

Parte del debate en este punto gira alrededor del alcance de los gobiernos para intervenir las comunicaciones de los ciudadanos y, a su vez, de los poderes de las compañías privadas para dificultar tecnológicamente esta labor. Al final de cuentas, el FBI encontró un proveedor externo (muy posiblemente la empresa israelí Cellebrite) para desbloquear el teléfono, pero la polémica siguió viva. (Lea "Las dudas que quedaron después de la batalla entre Apple y el FBI")

En una entrevista con este diario, Javier Pallero, analista de la organización Access Now (que está detrás de la organización de RightsCon, por ejemplo) aseguró que “el hecho de que una parte de las comunicaciones estén cifradas no quiere decir que todo un aparato necesariamente está cifrado y esté en la oscuridad, más allá del alcance de las fuerzas del orden. Se puede analizar el uso de las líneas, la huella calórica de un dispositivo. También existe el monitoreo de las redes sociales que, por ejemplo, es uno de los principales medios de reclutamiento del Estado Islámico. Eso no está ni en la Deep Web, ni hace falta prohibir TOR para llegar a eso, ni frenar el cifrado. Hay más herramientas tecnológicas para lograr estos fines de vigilancia y seguridad”. (Lea "La batalla para proteger el cifrado")

El pulso por intervenir las tecnologías de cifrado no es un asunto que venga de esta semana y sus implicaciones con toda seguridad afectarán el desarrollo futuro de la tecnología misma, pero también el ejercicio de derechos como la privacidad en entornos digitales.

Las acciones de WhatsApp acaban de avivar esta discusión y, en últimas, pusieron en la realidad diaria de más de 1.000 millones de personas términos como cifrado de comunicaciones. Solamente este punto ya representa un éxito para la definición de los derechos fundamentales en la era digital.  

Por Santiago La Rotta

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