Europa busca combatir la pandemia sin atentar contra la privacidad
La Comisión Europea pidió a los grandes operadores telefónicos que le transmitan datos homologados y anónimos sobre los desplazamientos de la población, obtenidos a partir de la conexión de los dispositivos a las antenas de las redes móviles.
AFP.
En Europa responsables políticos, especialistas de sanidad e ingenieros buscan la manera de utilizar los teléfonos móviles para luchar contra el coronavirus sin atentar a la vida privada de los ciudadanos.
La Comisión Europea pidió a los grandes operadores telefónicos europeos que le transmitan datos homologados y anónimos sobre los desplazamientos de la población, obtenidos a partir de la conexión de los teléfonos a las antenas de las redes móviles.
En Francia, el operador Orange ya transmite estos datos al Inserm (Instituto de investigación médica). Los datos agregados son la base de grupos geográficos correspondientes a unas 50.000 personas, definidos por el instituto de estadística francés.
El operador SFR también transmite datos similares al organismo que gestiona los hospitales de París (AP-HP) y al Instituto Nacional de Investigación de Ciencias y Tecnología Digital (Inria).
En Alemania, Deutsche Telekom alimenta en datos al Instituto Robert-Koch, el establecimiento público de referencia en el país en materia de sanidad pública.
Google publicará por su parte estadísticas de datos de localización de sus usuarios para ayudar a los poderes públicos a evaluar la eficacia de las medidas de distanciamiento social.
Lea también: Google muestra cómo la cuarentena ha cambiado las rutinas de los colombianos
El director de Orange, Stéphane Richard, y el gobierno alemán esperan poner en marcha, además de los datos masivos y anónimos, un sistema que permita usar los datos de los teléfonos de particulares.
El objetivo no es solo evaluar el desplazamiento de la población sino informar a cada individuo si estuvo en contacto en las dos últimas semanas (el tiempo de incubación del virus) con una persona infectada.
El sistema funciona con Bluetooth, una tecnología que permite a los teléfonos identificar aparatos cercanos (auriculares, altavoces, impresoras, etc).
Las autoridades de la ciudad-Estado crearon una aplicación llamada Trace Together, que se puso en marcha el 20 de marzo, y guarda en memoria la identificación de los teléfonos que pasan cerca.
Si luego el usuario declara estar contagiado, da estos datos al ministerio de Salud, que los descifra para ponerse en contacto con las personas con las que se cruzó el enfermo.
El sistema solo funciona entre personas que hayan descargado la aplicación, por lo que hace falta un número suficiente de usuarios para que tenga efecto.
En Singapur, hasta el 1 de abril, la aplicación fue descargada un millón de veces, según un recuento del gobierno para una población total de 5,7 millones de personas. Otros sistemas usan un principio similar pero en base a datos de geolocalización.
El riesgo para la vida privada
El riesgo de intrusión en la vida privada depende de si se trata de agregación de datos para seguir los desplazamientos de la población o de seguimiento individual.
En el primer caso, investigaciones como la del belga Yves-Alexandre de Montjoye demuestran que con un conjunto de datos de geolocalización anónimos es posible identificar todos los desplazamientos de un individuo en un 95 % de casos, a condición de que se conozcan cuatro lugares por los qué pasó y a qué hora.
La agregación permite en principio reducir el riesgo de espionaje individual. En el caso de la aplicación de Singapur, el riesgo teórico de atentar a la vida privada es mucho más elevado.
Si una persona está infectada, tiene que compartir la información con una autoridad que recibirá la identificación de las personas con las que se cruzó los últimos 14 días. Las autoridades de Singapur aseguran que el sistema tiene varias salvaguardias.
Primero el hecho de que los datos de las personas con las que se cruza un individuo se almacenan en su teléfono, y no en un fichero centralizado. Además la única información personal que usa el sistema son números de teléfono e identificadores temporales cifrados que solo puede descifrar el ministerio de Sanidad.
Por otra parte, la descarga de la aplicación es voluntaria, aunque la presión social podría aumentar para los que se nieguen a hacerlo.
Un centenar de ONG, entre ellas Amnistía Internacional, Privacy International y Human Rights Watch, firmaron un llamamiento que aunque no descarta usar datos contra el coronavirus pide garantizar la vida privada, como limitar en el tiempo el uso de esos sistemas y la prohibición de utilizar los datos para fines comerciales.
En Europa responsables políticos, especialistas de sanidad e ingenieros buscan la manera de utilizar los teléfonos móviles para luchar contra el coronavirus sin atentar a la vida privada de los ciudadanos.
La Comisión Europea pidió a los grandes operadores telefónicos europeos que le transmitan datos homologados y anónimos sobre los desplazamientos de la población, obtenidos a partir de la conexión de los teléfonos a las antenas de las redes móviles.
En Francia, el operador Orange ya transmite estos datos al Inserm (Instituto de investigación médica). Los datos agregados son la base de grupos geográficos correspondientes a unas 50.000 personas, definidos por el instituto de estadística francés.
El operador SFR también transmite datos similares al organismo que gestiona los hospitales de París (AP-HP) y al Instituto Nacional de Investigación de Ciencias y Tecnología Digital (Inria).
En Alemania, Deutsche Telekom alimenta en datos al Instituto Robert-Koch, el establecimiento público de referencia en el país en materia de sanidad pública.
Google publicará por su parte estadísticas de datos de localización de sus usuarios para ayudar a los poderes públicos a evaluar la eficacia de las medidas de distanciamiento social.
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El director de Orange, Stéphane Richard, y el gobierno alemán esperan poner en marcha, además de los datos masivos y anónimos, un sistema que permita usar los datos de los teléfonos de particulares.
El objetivo no es solo evaluar el desplazamiento de la población sino informar a cada individuo si estuvo en contacto en las dos últimas semanas (el tiempo de incubación del virus) con una persona infectada.
El sistema funciona con Bluetooth, una tecnología que permite a los teléfonos identificar aparatos cercanos (auriculares, altavoces, impresoras, etc).
Las autoridades de la ciudad-Estado crearon una aplicación llamada Trace Together, que se puso en marcha el 20 de marzo, y guarda en memoria la identificación de los teléfonos que pasan cerca.
Si luego el usuario declara estar contagiado, da estos datos al ministerio de Salud, que los descifra para ponerse en contacto con las personas con las que se cruzó el enfermo.
El sistema solo funciona entre personas que hayan descargado la aplicación, por lo que hace falta un número suficiente de usuarios para que tenga efecto.
En Singapur, hasta el 1 de abril, la aplicación fue descargada un millón de veces, según un recuento del gobierno para una población total de 5,7 millones de personas. Otros sistemas usan un principio similar pero en base a datos de geolocalización.
El riesgo para la vida privada
El riesgo de intrusión en la vida privada depende de si se trata de agregación de datos para seguir los desplazamientos de la población o de seguimiento individual.
En el primer caso, investigaciones como la del belga Yves-Alexandre de Montjoye demuestran que con un conjunto de datos de geolocalización anónimos es posible identificar todos los desplazamientos de un individuo en un 95 % de casos, a condición de que se conozcan cuatro lugares por los qué pasó y a qué hora.
La agregación permite en principio reducir el riesgo de espionaje individual. En el caso de la aplicación de Singapur, el riesgo teórico de atentar a la vida privada es mucho más elevado.
Si una persona está infectada, tiene que compartir la información con una autoridad que recibirá la identificación de las personas con las que se cruzó los últimos 14 días. Las autoridades de Singapur aseguran que el sistema tiene varias salvaguardias.
Primero el hecho de que los datos de las personas con las que se cruza un individuo se almacenan en su teléfono, y no en un fichero centralizado. Además la única información personal que usa el sistema son números de teléfono e identificadores temporales cifrados que solo puede descifrar el ministerio de Sanidad.
Por otra parte, la descarga de la aplicación es voluntaria, aunque la presión social podría aumentar para los que se nieguen a hacerlo.
Un centenar de ONG, entre ellas Amnistía Internacional, Privacy International y Human Rights Watch, firmaron un llamamiento que aunque no descarta usar datos contra el coronavirus pide garantizar la vida privada, como limitar en el tiempo el uso de esos sistemas y la prohibición de utilizar los datos para fines comerciales.