Facebook: cuatro grandes controversias que han marcado a la red social
Los “Facebook Papers” no son el único escándalo que ha puesto en líos a la compañía de Mark Zuckerberg. Conozca cuatro controversias claves para entender las críticas que rodean a Facebook en la actualidad.
Instagram tiene efectos dañinos en la salud mental. El algoritmo de Facebook favoreció la discordia en la era Trump. La compañía le miente abiertamente a su Junta de Supervisión. Todo el conglomerado sabe lo que hace mal y no hace nada para remediarlo.
Estas son solo algunas de las denuncias más sonadas de los últimos días sobre Facebook y que enmarcan la peor crisis de credibilidad que ha tenido la compañía en años.
La publicación esta semana de los llamados “Facebook Papers” puso la cereza en el pastel. Los ‘Papers’ son 10.000 documentos revelados por un consorcio de medios internacionales que ilustran cómo Facebook conoce las problemáticas y críticas que han surgido alrededor de su conglomerado y aún así, no se atreve a tomar decisiones de peso que puedan afectar su modelo de negocio. Esta información fue entregada al Congreso de Estados Unidos por Frances Haugen, una exempleada de Facebook que testificó ante legisladores sobre los problemas que aquejan a la plataforma y, a su vez, fue la principal fuente de los documentos detrás de la extensa investigación del diario The Wall Street Journal sobre la compañía.
Le sugerimos leer: Los países de habla no inglesa deberían temerle a Facebook: las 7 claves de Haugen
Pese a la magnitud del escándalo, que el propio Mark Zuckerberg catalogó de ser un “esfuerzo coordinado para pintar una imagen falsa” de la tecnológica, no es el primero que pone en líos a la compañía. Los tropiezos y cuestionamientos a Facebook datan de mucho atrás.
Conozca cuatro controversias claves para entender las críticas que rodean a Facebook en la actualidad.
Cambridge Analytica, el escándalo que iluminó el lado oscuro de Facebook
¿Alguna vez se ha preguntado quién es usted? Debería preguntarle a los especialistas de marketing como los que trabajaban en Cambridge Analytica. Seguramente ellos lo conocen mejor que cualquiera de sus seres queridos. Y es que el escándalo de esta empresa con sede en Londres, dedicada al análisis de datos para desarrollar campañas para marcas y políticos, mostró lo fácil que puede ser etiquetar, categorizar y segmentar a las personas en las redes sociales. Solo necesitaban ver a qué le daba “me gusta”.
Lea también: El ojo de un huracán llamado Facebook
Cambridge Analytica se hizo en 2016 con información de más del 15 % de la población de Estados Unidos luego de comprársela a un profesor de la Universidad de Cambridge (Aleksandr Kogan), quien había desarrollado a modo de proyecto personal un test de personalidad para perfilar a las personas. Kogan obtuvo esta información a través de Facebook.
Lo que hizo Cambridge Analytica con esos datos fue construir un contenido especial, con un tema y tono específico en el mensaje, para cambiar la forma de pensar de los votantes de manera individual. Todo esto antes de las elecciones de 2016 en Estados Unidos (por cierto, la consultora trabajó para Donald Trump, el ganador de los comicios de ese año). Y como si fuera poco, también desarrolló noticias falsas para influir en los votantes.
¿Qué hizo Facebook? Nada. La empresa quedó “sorprendida” por lo que había pasado, y luego de reconocer algunos “errores”, dijo que “reforzaría y garantizaría la privacidad de sus usuarios”. El escándalo motivó la creación de una Junta de Supervisión (Oversight Board) que debe dirimir en los casos más complicados a nivel de regulación de contenidos, sin embargo, esta figura y su papel en la toma de decisiones de la compañía ha sido ampliamente cuestionada por la propia Haugen.
La responsabilidad de Facebook en Myanmar
Un caso que revivió a raíz de los “Papeles de Facebook” y las revelaciones de Frances Haugen fue el papel de la compañía en Myanmar, cuando el ejército birmano usó la red social en 2017 y 2018 como herramienta de persecución y limpieza étnica contra los rohingya, una minoría musulmana. Todo esto en un contexto en el que muchos ciudadanos del país no entendían por completo cómo funciona internet o cómo identificar una noticia falsa.
Facebook admitió que su plataforma fue usada para difundir discursos de odio, propaganda militar y para incitar a la violencia fuera de línea, y aunque eliminó cuentas y publicaciones de líderes militares y extremistas, dijo que “debió hacer más” para lidiar con esta campaña.
La plataforma volvió a bloquear en Instagram y Facebook al Ejército de Myanmar a principios de 2021, luego del golpe de Estado que desconectó al país y llevó a protestas masivas en las que se presentaron múltiples violaciones a los derechos humanos.
Facebook, WhatsApp e Instagram: ¿la creación de un monopolio?
Facebook, al igual que otros gigantes como Google, Amazon y Apple, ha comparecido varias veces ante el Congreso de Estados Unidos para testificar por presuntas prácticas de monopolio. Varias de ellas relacionadas con la adquisición de compañías como WhatsApp e Instagram, esta última una competencia directa de la red social Facebook.
En 2020, la Comisión Federal de Comercio (FTC) de EE. UU. y 48 estados demandaron a la compañía por posibles violaciones a las normas antimonopolio. Este caso, que se suma a otras investigaciones de legisladores de ese país, es considerado por muchos como un primer paso hacia la desmembración de la compañía, uno de los escenarios más temidos por Zuckerberg.
Tanto Instagram, especializada en fotos, como WhatsApp, enfocada en mensajería, han provisto una buena cantidad de usuarios para alimentar el modelo de negocio de Facebook: la primera tiene cerca de 1.000 millones de usuarios, mientras que la segunda alcanzó los 2.000 millones en 2020.
Lea también: ¿Qué es el metaverso y por qué Facebook le apuesta a esta visión tecnológica?
La compañía se ha defendido con fuerza y ha insistido en que al tener todas las aplicaciones bajo una misma sombrilla puede facilitar la comunicación de sus usuarios con otras personas. De hecho, WhatsApp e Instagram ya son plataformas en las que se puede comprar y vender de la mano de Facebook. Y aunque estos procesos podrían tardar años en resolverse, se han convertido en una alerta para millones de usuarios que ponen todos sus datos en un solo conglomerado.
Los medios australianos que desaparecieron de la red social
En febrero de 2021, perfiles de medios de comunicación, servicios de emergencia, organizaciones no gubernamentales e incluso páginas del gobierno con información sobre el COVID-19 desaparecieron de Facebook. El bloqueo fue una movida de Facebook en respuesta a un proyecto de ley que iba a obligar a Facebook y a Google a pagar por las noticias que difunden.
La medida, que fue temporal, hizo que los australianos no pudieran ver ni replicar noticias hechas por medios de comunicación. A su vez, usuarios en el resto del mundo no pudieron acceder ni difundir artículos de editores situados en Australia. Y aunque Facebook admitió que se excedió con el bloqueo y el proyecto de ley la obliga a invertir en contenido de noticias durante los próximos tres años, analistas, usuarios y el propio gobierno australiano vieron la prohibición como un pulso de poder del conglomerado para poner las reglas de juego en la economía de internet.
La prohibición, inédita en la historia de la compañía, también reveló el impacto que su ausencia puede tener en un país cuya información más vital se divulga, en gran parte, a través de esta red social.
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Instagram tiene efectos dañinos en la salud mental. El algoritmo de Facebook favoreció la discordia en la era Trump. La compañía le miente abiertamente a su Junta de Supervisión. Todo el conglomerado sabe lo que hace mal y no hace nada para remediarlo.
Estas son solo algunas de las denuncias más sonadas de los últimos días sobre Facebook y que enmarcan la peor crisis de credibilidad que ha tenido la compañía en años.
La publicación esta semana de los llamados “Facebook Papers” puso la cereza en el pastel. Los ‘Papers’ son 10.000 documentos revelados por un consorcio de medios internacionales que ilustran cómo Facebook conoce las problemáticas y críticas que han surgido alrededor de su conglomerado y aún así, no se atreve a tomar decisiones de peso que puedan afectar su modelo de negocio. Esta información fue entregada al Congreso de Estados Unidos por Frances Haugen, una exempleada de Facebook que testificó ante legisladores sobre los problemas que aquejan a la plataforma y, a su vez, fue la principal fuente de los documentos detrás de la extensa investigación del diario The Wall Street Journal sobre la compañía.
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Pese a la magnitud del escándalo, que el propio Mark Zuckerberg catalogó de ser un “esfuerzo coordinado para pintar una imagen falsa” de la tecnológica, no es el primero que pone en líos a la compañía. Los tropiezos y cuestionamientos a Facebook datan de mucho atrás.
Conozca cuatro controversias claves para entender las críticas que rodean a Facebook en la actualidad.
Cambridge Analytica, el escándalo que iluminó el lado oscuro de Facebook
¿Alguna vez se ha preguntado quién es usted? Debería preguntarle a los especialistas de marketing como los que trabajaban en Cambridge Analytica. Seguramente ellos lo conocen mejor que cualquiera de sus seres queridos. Y es que el escándalo de esta empresa con sede en Londres, dedicada al análisis de datos para desarrollar campañas para marcas y políticos, mostró lo fácil que puede ser etiquetar, categorizar y segmentar a las personas en las redes sociales. Solo necesitaban ver a qué le daba “me gusta”.
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Cambridge Analytica se hizo en 2016 con información de más del 15 % de la población de Estados Unidos luego de comprársela a un profesor de la Universidad de Cambridge (Aleksandr Kogan), quien había desarrollado a modo de proyecto personal un test de personalidad para perfilar a las personas. Kogan obtuvo esta información a través de Facebook.
Lo que hizo Cambridge Analytica con esos datos fue construir un contenido especial, con un tema y tono específico en el mensaje, para cambiar la forma de pensar de los votantes de manera individual. Todo esto antes de las elecciones de 2016 en Estados Unidos (por cierto, la consultora trabajó para Donald Trump, el ganador de los comicios de ese año). Y como si fuera poco, también desarrolló noticias falsas para influir en los votantes.
¿Qué hizo Facebook? Nada. La empresa quedó “sorprendida” por lo que había pasado, y luego de reconocer algunos “errores”, dijo que “reforzaría y garantizaría la privacidad de sus usuarios”. El escándalo motivó la creación de una Junta de Supervisión (Oversight Board) que debe dirimir en los casos más complicados a nivel de regulación de contenidos, sin embargo, esta figura y su papel en la toma de decisiones de la compañía ha sido ampliamente cuestionada por la propia Haugen.
La responsabilidad de Facebook en Myanmar
Un caso que revivió a raíz de los “Papeles de Facebook” y las revelaciones de Frances Haugen fue el papel de la compañía en Myanmar, cuando el ejército birmano usó la red social en 2017 y 2018 como herramienta de persecución y limpieza étnica contra los rohingya, una minoría musulmana. Todo esto en un contexto en el que muchos ciudadanos del país no entendían por completo cómo funciona internet o cómo identificar una noticia falsa.
Facebook admitió que su plataforma fue usada para difundir discursos de odio, propaganda militar y para incitar a la violencia fuera de línea, y aunque eliminó cuentas y publicaciones de líderes militares y extremistas, dijo que “debió hacer más” para lidiar con esta campaña.
La plataforma volvió a bloquear en Instagram y Facebook al Ejército de Myanmar a principios de 2021, luego del golpe de Estado que desconectó al país y llevó a protestas masivas en las que se presentaron múltiples violaciones a los derechos humanos.
Facebook, WhatsApp e Instagram: ¿la creación de un monopolio?
Facebook, al igual que otros gigantes como Google, Amazon y Apple, ha comparecido varias veces ante el Congreso de Estados Unidos para testificar por presuntas prácticas de monopolio. Varias de ellas relacionadas con la adquisición de compañías como WhatsApp e Instagram, esta última una competencia directa de la red social Facebook.
En 2020, la Comisión Federal de Comercio (FTC) de EE. UU. y 48 estados demandaron a la compañía por posibles violaciones a las normas antimonopolio. Este caso, que se suma a otras investigaciones de legisladores de ese país, es considerado por muchos como un primer paso hacia la desmembración de la compañía, uno de los escenarios más temidos por Zuckerberg.
Tanto Instagram, especializada en fotos, como WhatsApp, enfocada en mensajería, han provisto una buena cantidad de usuarios para alimentar el modelo de negocio de Facebook: la primera tiene cerca de 1.000 millones de usuarios, mientras que la segunda alcanzó los 2.000 millones en 2020.
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La compañía se ha defendido con fuerza y ha insistido en que al tener todas las aplicaciones bajo una misma sombrilla puede facilitar la comunicación de sus usuarios con otras personas. De hecho, WhatsApp e Instagram ya son plataformas en las que se puede comprar y vender de la mano de Facebook. Y aunque estos procesos podrían tardar años en resolverse, se han convertido en una alerta para millones de usuarios que ponen todos sus datos en un solo conglomerado.
Los medios australianos que desaparecieron de la red social
En febrero de 2021, perfiles de medios de comunicación, servicios de emergencia, organizaciones no gubernamentales e incluso páginas del gobierno con información sobre el COVID-19 desaparecieron de Facebook. El bloqueo fue una movida de Facebook en respuesta a un proyecto de ley que iba a obligar a Facebook y a Google a pagar por las noticias que difunden.
La medida, que fue temporal, hizo que los australianos no pudieran ver ni replicar noticias hechas por medios de comunicación. A su vez, usuarios en el resto del mundo no pudieron acceder ni difundir artículos de editores situados en Australia. Y aunque Facebook admitió que se excedió con el bloqueo y el proyecto de ley la obliga a invertir en contenido de noticias durante los próximos tres años, analistas, usuarios y el propio gobierno australiano vieron la prohibición como un pulso de poder del conglomerado para poner las reglas de juego en la economía de internet.
La prohibición, inédita en la historia de la compañía, también reveló el impacto que su ausencia puede tener en un país cuya información más vital se divulga, en gran parte, a través de esta red social.
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