Reseña: “FIFA 23″ es un gran videojuego con preguntas por resolver
FIFA 23 es un juego que consolida todos los aprendizajes de las iteraciones anteriores y se posiciona como el mejor simulador de fútbol en el mercado, pero también muestra varios modos de juego que necesitan trabajo.
Puedo ser breve: FIFA 23 es un gran simulador de juego del fútbol y nunca se ha visto tan bien, ni ha sido tan agradecido con aquellos que se toman el tiempo de aprender sus trucos, como en la versión de este año.
Y es que reseñar un juego de FIFA es difícil porque depende del tipo de jugador al que le estoy hablando. Esta edición, que es la última que llevará el nombre “FIFA” porque EA Sports y la FIFA se pelearon muy públicamente por dinero, me tiene pensando en el pasado. Ya estoy viejo: mi primer FIFA fue la versión del 97 y desde entonces no ha habido un solo año en el que no he jugado el FIFA del año. Antes de sentarme a escribir busqué en Youtube la gloriosa intro del FIFA 98 con la Copa del Mundo. Cómo nos pasan los años...
A FIFA 23 también se le ven los años en el sentido de que EA Sports tiene que responder a una pregunta que ha plagado a la serie desde sus inicios: ¿se justifica una versión anual cuando Konami, por ejemplo, se rindió y sacó un free-to-play que se actualiza automáticamente y depende de las microtransacciones? ¿En qué se diferencia este FIFA 23 de FIFA 22, por ejemplo, que fue el primer gran salto a las nuevas consolas?
Lea también: Twitter, a un paso de quedar en manos de Musk: ¿por qué resulta preocupante?
Bueno, la respuesta está en la precisión. En cuanto a jugabilidad, este es el mejor FIFA que he experimentado (aunque tengan en cuenta que lo probé en un Xbox Series X). Con la tecnología Hypermotion 2, que introdujeron para las consolas de nueva generación, la simulación es mucho más convincente. Los partidos son más lentos, los movimientos son más fluidos. Le hicieron ajustes necesarios a los tiros de esquina y a los tiros libres que, por fin, los convierten en momentos de habilidad y no de suerte. También cambiaron los penales con un mecanismo que es mejor que el que había antes, pero al que le sigue faltando razón de ser. Hay una nueva opción de disparo al arco que lleva a goles espectaculares cuando uno se los merece. Partido tras partido, la experiencia de juego es fascinante e invita a obsesionarse con los detalles. Este es un juego delicado y, la verdad, no deja de ser una proeza tecnológica.
Más allá de los partidos es que empiezan las preguntas y vuelvo a la idea de qué tipo de jugador eres. Yo desde hace unos años solo juego FIFA en modo carrera, eligiendo el peor equipo de la League Two inglesa y lo voy mejorando a lo largo de las temporadas. Es mi forma de meditación para el estrés: prendo la Xbox y le doy a unos tres partidos. Por eso mismo he visto que el Modo Carrera ha sido uno de los grandes olvidados por EA Sports. Este año hay algunos cambios estéticos, un mejor asesoramiento al momento de hacer transferencias, pero las noticias repetitivas son la evidencia de que no se han sentado a pensar mucho en qué hacer con mi método de juego favorito. Es una lástima porque el potencial es infinito.
Lo mismo ocurre con otros modos, como Volta, que es la versión de fútbol callejero de FIFA 23. No hay suficientes incentivos para invertirle mucho tiempo. Y ni hablar del online. Toda la atención, una vez más, se la lleva FIFA Ultimate Team, que ahora tiene una nueva forma de medir la química entre los jugadores. Está diseñado para ser adictivo y frustrante, pero yo sigo soñando con modos en línea complejos que no pasen por microtransacciones. Igual, sé que es una fantasía: FUT es una de las principales razones para que FIFA reciba más de mil millones de dólares en ingresos cada año.
Entonces, ¿recomiendo FIFA 23? Por supuesto. Yo lo estaré jugando todo el año, aunque quejándome cada vez que me choque con una de sus frustraciones. Pero es entendible que este sea un año de transición y consolidación. Con el cambio de nombre inminente, la pelota está en la cancha de EA Sports: ¿cómo se ve un videojuego de fútbol en el mundo del free-to-play? A falta de esa respuesta, FIFA 23 es una experiencia cómoda, como un viejo conocido al que llevo visitando desde el siglo pasado.
👽👽👽 ¿Ya está enterado de las últimas noticias de tecnología? Lo invitamos a visitar nuestra sección en El Espectador.
Puedo ser breve: FIFA 23 es un gran simulador de juego del fútbol y nunca se ha visto tan bien, ni ha sido tan agradecido con aquellos que se toman el tiempo de aprender sus trucos, como en la versión de este año.
Y es que reseñar un juego de FIFA es difícil porque depende del tipo de jugador al que le estoy hablando. Esta edición, que es la última que llevará el nombre “FIFA” porque EA Sports y la FIFA se pelearon muy públicamente por dinero, me tiene pensando en el pasado. Ya estoy viejo: mi primer FIFA fue la versión del 97 y desde entonces no ha habido un solo año en el que no he jugado el FIFA del año. Antes de sentarme a escribir busqué en Youtube la gloriosa intro del FIFA 98 con la Copa del Mundo. Cómo nos pasan los años...
A FIFA 23 también se le ven los años en el sentido de que EA Sports tiene que responder a una pregunta que ha plagado a la serie desde sus inicios: ¿se justifica una versión anual cuando Konami, por ejemplo, se rindió y sacó un free-to-play que se actualiza automáticamente y depende de las microtransacciones? ¿En qué se diferencia este FIFA 23 de FIFA 22, por ejemplo, que fue el primer gran salto a las nuevas consolas?
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Bueno, la respuesta está en la precisión. En cuanto a jugabilidad, este es el mejor FIFA que he experimentado (aunque tengan en cuenta que lo probé en un Xbox Series X). Con la tecnología Hypermotion 2, que introdujeron para las consolas de nueva generación, la simulación es mucho más convincente. Los partidos son más lentos, los movimientos son más fluidos. Le hicieron ajustes necesarios a los tiros de esquina y a los tiros libres que, por fin, los convierten en momentos de habilidad y no de suerte. También cambiaron los penales con un mecanismo que es mejor que el que había antes, pero al que le sigue faltando razón de ser. Hay una nueva opción de disparo al arco que lleva a goles espectaculares cuando uno se los merece. Partido tras partido, la experiencia de juego es fascinante e invita a obsesionarse con los detalles. Este es un juego delicado y, la verdad, no deja de ser una proeza tecnológica.
Más allá de los partidos es que empiezan las preguntas y vuelvo a la idea de qué tipo de jugador eres. Yo desde hace unos años solo juego FIFA en modo carrera, eligiendo el peor equipo de la League Two inglesa y lo voy mejorando a lo largo de las temporadas. Es mi forma de meditación para el estrés: prendo la Xbox y le doy a unos tres partidos. Por eso mismo he visto que el Modo Carrera ha sido uno de los grandes olvidados por EA Sports. Este año hay algunos cambios estéticos, un mejor asesoramiento al momento de hacer transferencias, pero las noticias repetitivas son la evidencia de que no se han sentado a pensar mucho en qué hacer con mi método de juego favorito. Es una lástima porque el potencial es infinito.
Lo mismo ocurre con otros modos, como Volta, que es la versión de fútbol callejero de FIFA 23. No hay suficientes incentivos para invertirle mucho tiempo. Y ni hablar del online. Toda la atención, una vez más, se la lleva FIFA Ultimate Team, que ahora tiene una nueva forma de medir la química entre los jugadores. Está diseñado para ser adictivo y frustrante, pero yo sigo soñando con modos en línea complejos que no pasen por microtransacciones. Igual, sé que es una fantasía: FUT es una de las principales razones para que FIFA reciba más de mil millones de dólares en ingresos cada año.
Entonces, ¿recomiendo FIFA 23? Por supuesto. Yo lo estaré jugando todo el año, aunque quejándome cada vez que me choque con una de sus frustraciones. Pero es entendible que este sea un año de transición y consolidación. Con el cambio de nombre inminente, la pelota está en la cancha de EA Sports: ¿cómo se ve un videojuego de fútbol en el mundo del free-to-play? A falta de esa respuesta, FIFA 23 es una experiencia cómoda, como un viejo conocido al que llevo visitando desde el siglo pasado.
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