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Aunque resulte difícil de creer, durante la década de 1990 y 2000 las personas debían salir de sus casas para alquilar una película y tenerla por un par de días. Tal vez algo impensado hoy con la era de Netflix e infinidad de plataformas de streaming. El dueño de este antiguo negocio de renta de copias era Blockbuster. Fue fundada en 1985 por David Cook en Dallas, Texas en Estados Unidos. Este hombre aprovechó sus conocimientos sobre bases de datos y la diversidad de locales dedicados a esta actividad para adueñarse del negocio.
Mientras otros establecimientos tenían un catálogo de 500 cintas, Blockbuster llevó esto a otro nivel y puso a disposición de cada tienda 6.500 filmes, además de dulces y videojuegos. Al cabo de dos años ya contaba con 35 comercios, 15 propios y 20 franquiciados. Su éxito fue tan apabullante que Nintendo, el gigante japonés del gaming desde hace casi 40 años, demandó en repetidas ocasiones a Blockbuster para evitar el deterioro en el precio de sus títulos. Sin embargo, la justicia estadounidense siempre le dio la razón a la empresa norteamericana y la casa de Mario Bros nunca pudo evitar el alquiler de juegos.
Para 1990, David Cook vendió Blockbuster por cerca de 20 millones USD a Viacom, dueña de MTV y Nickelodeon, lo que dio inició a los mejores años de esta compañía. Luego de consumir a los negocios pequeños en Estados Unidos y poner un almacén en cada rincón del país, expandió sus anaqueles llenos de películas en VHS, Betamax y DVD Por Europa y Latinoamérica. Su acuerdo con las grandes productoras de cine le permitió ofrecer precios muy bajos y alta disponibilidad de casi cualquier filme.
Todo lo anterior permitió que Blockbuster se convirtiera en una compañía de 7.700 millones USD y que cotizara en bolsa por 55 dólares cada acción. En su punto más alto generó ganancias anuales por 5.000 millones USD. Sin embargo, todo lo que sube tiene que bajar y el rechazo de una oferta fue la condena de esta empresa que cayó derrotada más pronto de lo esperado.
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La caída de Blockbuster
En el año 2000, un par de emprendedores llamados Reed Hastings, Marc Randolph se acercaron a John Antioco, CEO de Blockbuster, para proponerle la idea de alquilar películas por correo y evitarle a las personas salir de sus casas. Los jóvenes se encargarían de diseñar la página web y de coordinar los envíos. Sin embargo, Antioco no creyó en la idea, pero preguntó cuanto podría costar desarrollar el proyecto. Hastings y Randolph lanzaron la cifra de 50 millones USD a lo que el ejecutivo de Blockbuster se negó rotundamente.
Los dos emprendedores salieron de la sala de juntas decepcionados por la respuesta y con la firme convicción de hacer una realidad su empresa que bautizaron como Netflix. Al final el tiempo les dio la razón al que hoy es el gigante de streaming que en 2004 ya contaba con un millón de clientes que pagaban un cargo fijo mensual a cambio del envío ilimitado de películas a su casa. Sin embargo, John Antioco negó años más tarde que hubiera recibido una oferta formal, sino más bien una propuesta desesperada.
Lo cierto es que en 2007, cuando nació el servicio de Netflix tal cual como lo es hoy, Blockbuster también quiso competir en este segmento, pero fue demasiado tarde. Los servicios de televisión por cable y PPV (pagar por ver) acercaron a la empresa a la quiebra con perdidas por 300 millones USD. Aquí fue cuando a esta gigante cadena de almacenes se le ocurrió echar mano de una industria cada vez más grande, los videojuegos.
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Los videojuegos ¿el salvavidas final de Blockbuster?
Aunque Blockbuster ya alquilaba juegos, al ser adquirida por Carl Icahn, reorientó su modelo de negocio hacia la renta y venta de títulos. El objetivo era aprovechar las 9.000 tiendas que tenía a su disposición la compañía, además de luchar contra la piratería de DVD’s.
Esto dijo José María Gómez, director de marketing de Blockbuster España, en su momento. “La piratería está afectando mucho al alquiler de películas porque ya se pueden encontrar DVD´s ilegales a cinco o seis euros, cuando el precio del alquiler ronda los tres euros para los títulos de estreno. Por eso hemos decidido reorientar nuestro negocio en dos líneas: por un lado, potenciar el área de los videojuegos y, por otro, el trueque o compra de películas en DVD o vídeo”.
Asi, la empresa estadounidense creó la ZonaJuegos en todos sus almacenes dedicada al alquiler de entregas, que permitía, luego de al menos dos pedidos, comprar el juego por parte del cliente, restándole al valor de venta el ya pagado durante los periodos de renta. “La venta de videojuegos está creciendo a un ritmo de entre el 15 y el 20% anual en el mercado español, mientras que todo el sector de alquiler de películas estamos sufriendo un estancamiento o disminución del negocio”, concluyó José María Gómez.
Blockbuster también le sumó a esta estrategia la de apostar por el alquiler de películas de segunda mano y ofrecer su servicio dentro de algunas pizzerías. Sin embargo, nada pudo salvar a este barco del naufragio. El negocio de los videojuegos lo único que logró fue retrasar la transformación digital de la empresa y la comercialización por internet.
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Crónica de una bancarrota anunciada
En 2010, y con todavía 3.000 tiendas abiertas, la compañía quiso, por fin, competir con Netflix con su propio servicio de streaming, pero el gigante de la N roja ya le había sacado mucha ventaja en el mercado y Blockbuster se declaró en bancarrota por una deuda de más de 1.000 millones USD. Intentó reestructurarse y refinanciar sus obligaciones, pero finalmente, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ordenó su liquidación.
Lo que un día fueron más de 9.000 almacenes repartidos en todo el mundo, ahora es un recuerdo nostálgico de los millennials. Dish Network absorbió la compañía e intentó relanzarla para competir con Netflix, pero los esfuerzos no prosperaron y en 2014, el penúltimo Blockbuster cerró para siempre.
10 años después de esta vertiginosa historia, el último comercio de este gigante del entretenimiento del pasado sigue funcionando. Primero operó como lo que era, una tienda de alquiler y venta de películas en formato físico. Sin embargo, ganó tanta popularidad en las redes sociales que se convirtió también en un punto turístico de Bend, Oregón en Estados Unidos. Posteriormente, a la venta de recuerdos, le adicionó el alquiler del lugar por cuatro dólares la noche.
Esto fue posible gracias a Dish Network, dueña del nombre Blockbuster y Airbnb, una plataforma de alquiler de alojamientos en todo el mundo. La administradora del lugar, Sandi Harding, oficia como anfitriona y la experiencia incluye todos los snacks, películas y videojuegos al mejor estilo de Blockbuster en sus mejores días. No hace falta decir que el sitio tiene más de una reserva hecha y que la empresa ya no exista no significa que su legado haya muerto.