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A medida que la tecnología avanza, cada vez se cuenta con más opciones de alcanzar lugares que parecían imposibles de explorar hace unos años. Esto es lo que sucedió con la nave especial Juno, dedicada a estudiar el planeta Júpiter y sus lunas. Con el paso del tiempo, se van descubriendo más detalles sobre estos lugares, lo que permite observar sus satélites de una manera nunca antes vista y llevándose varias sorpresas.
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La nave espacial Juno fue lanzada el 5 de agosto de 2011 desde el Centro Especial Kennedy en Florida, Estados Unidos. Esta sonda llegó a la órbita del quinto planeta del sistema solar el 5 de julio de 2016 y su misión es estudiar la atmósfera, estructura, evolución, formación, así como de algunos de los satélites que lo orbitan.
Importante hallazgo de la NASA en una de las lunas de Júpiter
Durante los meses de diciembre de 2023 a febrero de 2024, Juno sobrevoló la luna Ío, uno de los satélites que orbita al planeta gaseoso, logrando estar a 1.500 kilómetros de distancia, lo que permitió observar una anomalía que llamó la atención de los científicos.
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Durante el sobrevuelo se pudo observar un gigantesco lago de lava denominado Loki Patera, el cual tiene una extensión de 200 kilómetros de longitud. Este, según mencionó la NASA, realiza tantas erupciones que muchas de estas pueden ser vistas desde los telescopios en la Tierra. Aunque este lleva siendo observado desde hace muchos años, es hasta ahora que se puede llegar a detallar con una enorme precisión y permite contemplarlo de una manera nunca antes vista.
Es importante resaltar que la lava se está enfriando en el centro del lago y este, está rodeado por magma fundido. El físico espacial, Scott Bolton, comentó: “El reflejo especular que nuestros instrumentos registraron del lago sugiere que partes de la superficie de Ío son tan lisas como el vidrio, que recuerda al vidrio de obsidiana creado volcánicamente en la Tierra”.
Loki Patera también cuenta con islas empinadas de roca formadas en el medio del lago. Lo que llama la atención de Ío y la Tierra son los únicos cuerpos celestes del sistema solar, descubiertos hasta el momento, que cuenten con actividad volcánica activa en su superficie en la actualidad. Las imágenes captadas por Juno permiten comprender la actividad volcánica de este satélite, así como su evolución y las dinámicas de fuerzas de marea.
Según menciona la revista Science, Ío podría haber estado en erupción de forma continua desde hace varios miles de millones de años, incluso hay quienes creen podría haber estado activo desde la misma formación del sistema solar.