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Las emisiones vinculadas a la computación en la nube no son consideradas adecuadamente en los cálculos de carbono, lo que podría sobreestimar el avance de las empresas en las promesas de cero emisiones netas y obstaculizar el esfuerzo más amplio para frenar los gases de efecto invernadero.
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“Se ha convertido en una especie de problema de emisiones ocultas”, dijo John Ridd, director ejecutivo de Greenpixie, una empresa con sede en el Reino Unido que diseña software para identificar emisiones de la nube.
Las emisiones derivadas de la nube están aumentando a medida que más empresas trasladan el procesamiento de datos de servidores físicos a servidores basados en internet operados por empresas como Amazon.com, matriz de Google, Alphabet Inc. y Microsoft Corp. Y cada vez resulta más difícil conseguir datos de emisiones para medir la huella de carbono de las plataformas de computación en la nube.
Los reguladores están cada vez más preocupados por la gran cantidad de agua y electricidad que consumen las grandes operaciones computacionales. Compañías como Meta Platforms Inc., Alphabet, Microsoft y Amazon han tenido dificultades en los últimos meses para conseguir permisos de planificación para ciertos centros de datos, según un informe del 8 de noviembre de Bloomberg Intelligence. Los Países Bajos e Irlanda establecieron moratorias para proyectos en el último año, mientras que algunos en Estados Unidos han enfrentado dificultades por el consumo de agua en áreas afectadas por sequías.
Alrededor del 90% de los datos del mundo se generó en los últimos dos años, según Ridd, lo que refleja desde el aumento de las videollamadas de negocios hasta el uso de teléfonos inteligentes y la popularidad de Netflix. Las emisiones digitales totales representan alrededor del 4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo que supera el 2,4% atribuido a los vuelos comerciales, según Greenpixie.
Las emisiones digitales vinculadas a la mayoría de los usuarios corporativos de datos entran en una categoría conocida como Scope 3, lo que significa que no ocurren en las propias instalaciones de la empresa sino en la cadena de suministro. Para algunas empresas de tecnología, hasta la mitad de sus emisiones Scope 3 proviene de la nube, indicó Ridd.
El Reino Unido es uno de los pocos países que está intentando abordar el problema. Desde 2018, todos los departamentos gubernamentales y del sector público han tenido que evaluar sus emisiones basadas en servicios de tecnología digital.
“Scope 3 todavía no es parte de la respuesta normal cuando solicitamos datos”, dijo Adam Turner, encargado de sostenibilidad digital del Departamento de Medio Ambiente, Alimentos y Asuntos Rurales del Reino Unido. “Está distante del usuario final”.
Las empresas de almacenamiento en la nube son reacias a revelar sus huellas de carbono completas, agregó Turner, porque “eso invitaría al escrutinio”.
Si los datos estuvieran disponibles, podrían estimular esfuerzos para reducir el impacto de carbono de la computación en la nube. Los proveedores podrían instalar servidores más nuevos y con bajas emisiones de carbono. Los centros de datos podrían ubicarse donde la energía renovable sea de fácil acceso. “Las emisiones de la nube se pueden reducir considerablemente si tenemos datos detallados de proveedores de la nube”, dijo Ridd.