Indígenas y excombatientes se unen para llevar internet al Cauca
Miembros del pueblo nasa y de la cooperativa de exguerrilleros de Caldono construyeron la “Red del viento”, que lleva este servicio a las comunidades de la zona en plena pandemia.
Valeria Cortés Bernal
Desde hace ocho meses, indígenas, campesinos y exmiembros de las antiguas Farc, que residen entre los municipios de Silvia y Caldono (Cauca), tienen acceso a internet gracias a una red comunitaria que crearon desde cero. Este proyecto lleva por nombre “Jxa’h Wejxia Casil”, que significa “Red del viento” en lengua nasa yuwe, y les ha permitido a las familias de la zona estudiar, trabajar y comunicarse durante la pandemia de COVID-19.
La idea de llevar internet a la zona no era nueva. Tanto los nasas como los habitantes de los antiguos espacios de reincorporación querían llevar conectividad a sus comunidades, pues debían desplazarse hasta los cascos urbanos para tener internet. “Nosotros estábamos trabajando en la implementación de tecnologías y vimos que los excombatientes también tenían ese sueño, pero como no hablábamos, cada uno estaba trabajando por su lado”, recuerda Édinson Camayo, miembro del resguardo de Pueblo Nuevo.
Lea también: El reto de llevar internet a las veredas durante la pandemia
Fue gracias a unos espacios gestionados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia y la organización Colnodo que decidieron aliarse para crear su propia red.
Según Lilian Chamorro, líder del equipo de redes comunitarias de Colnodo, con estos proyectos las comunidades se vuelven autoras y dueñas de su conectividad “sin limitarse a esperar a que llegue por medio de privados o de programas del Gobierno. Son ellas quienes lideran los procesos para tener servicios ajustados a sus necesidades”, explica.
La alianza incluyó a los resguardos de Pueblo Nuevo, San Lorenzo y Tumburao, campesinos de Valle Nuevo (Silvia) y residentes del antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Los Monos.
“Primero nos preguntamos qué era la red para nosotros y cómo queríamos vernos a largo plazo. Luego se dio la necesidad de capacitar al personal en sistemas, manejo de equipos e instalación. Fue un trabajo en conjunto que nos llevó a tener la red operando hoy”, dice Jhan Carlos Moreno, representante legal de Coomep, la cooperativa de excombatientes que se creó en el municipio.
En 2020, Colnodo les ayudó a identificar las necesidades de la comunidad, a diseñar una estrategia de comunicación y, posteriormente, a estructurar la red. Además, capacitó a unas 25 personas en temas de internet, herramientas de intranet, mantenimiento de redes y otros componentes para que la comunidad se apropiara tanto del manejo de la tecnología como del modelo financiero del proyecto.
A raíz de la pandemia, buena parte de los talleres se hicieron por medio de videollamadas y fueron financiados con recursos de la Misión de Verificación, que a su vez costeó una parte de la infraestructura inicial.
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“En Caldono conseguimos una empresa que nos conectó fibra óptica en una casa del cabildo. Desde allá (se extiende la señal) por medio de antenas. También utilizamos LibreRouter”, comenta Juan Pablo Camayo, uno de los encargados de hacer mantenimiento a la estructura. Estos equipos les permiten crear redes en malla en las que se pueden conectar varias personas a la vez.
La “Red del viento” cuenta con tres antenas principales que fueron fabricadas en talleres de mecánica y soldadura de la zona. Los cuatro encargados de instalarlas cuentan que en ocasiones subían hasta las lomas en moto o a caballo, pues se trata de torres que miden más de 10 metros.
El servicio de internet llegó por primera vez en junio de 2020, y actualmente hay más de 40 beneficiarios que pagan entre $25.000 y $40.000 mensuales para el sostenimiento de la red. Según Édinson Camayo, el acceso a este servicio les ha permitido difundir mensajes de cuidado entre la comunidad y a futuro esperan robustecer una intranet con información útil para los habitantes.
“Queremos que todos los contenidos estén en el marco de nuestra cosmovisión: hablar sobre salud, educación, el cuidado de la madre tierra, valores culturales que nos han permitido garantizar una vida armónica en nuestro territorio”, explica Camayo.
Moreno, por su parte, asegura que la red les ha permitido capacitar a personal de la cooperativa de manera virtual, además de facilitar la comunicación con clientes y hacer transacciones bancarias, pues el Coomep viene desarrollando varias iniciativas productivas, como cultivos de aguacate hass, venta de cerdos y un proyecto piscícola.
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“El mundo camina hacia lo cibernético, y volvernos un poco más digitales era una urgencia”, asegura Moreno. “Además, con los resguardos y los campesinos hemos comprendido la importancia de trabajar en equipo y fortalecer conocimientos, lo que nos ha llevado a crecer de la mano de ellos y a ellos con nosotros”.
Pese a que la red se ha comportado bien durante la pandemia, ambos coinciden en que sostenerla a largo plazo no será tarea fácil, pues necesitan más recursos para ampliar la infraestructura, hacerle mantenimiento y garantizar su cobertura en veredas aledañas.
La meta es que la “Red del viento” sea más robusta por medio de fibra óptica y que las antenas puedan abastecerse por medio de paneles solares. Se espera, asimismo, que estos cambios no eleven las tarifas para los usuarios, pues la red tiene un fuerte componente solidario, especialmente en una región en donde no todos tienen computadores o celulares inteligentes.
En esa línea, para Lilian Chamorro, de Colnodo, este tipo de proyectos necesitan el apoyo de aliados que puedan asistir a las comunidades en temas técnicos y administrativos. Además, ve conveniente diseñar políticas públicas que incentiven la creación de redes comunitarias con capital semilla o incluso la posibilidad de que estos grupos puedan acceder a porciones del espectro radioeléctrico. ”Lo ideal sería que hubiera unos fondos semilla para redes comunitarias, porque estos proyectos arrancan con las uñas. El asunto es lograr que la comunidad sea cada vez más autónoma”, concluye Chamorro.
Desde hace ocho meses, indígenas, campesinos y exmiembros de las antiguas Farc, que residen entre los municipios de Silvia y Caldono (Cauca), tienen acceso a internet gracias a una red comunitaria que crearon desde cero. Este proyecto lleva por nombre “Jxa’h Wejxia Casil”, que significa “Red del viento” en lengua nasa yuwe, y les ha permitido a las familias de la zona estudiar, trabajar y comunicarse durante la pandemia de COVID-19.
La idea de llevar internet a la zona no era nueva. Tanto los nasas como los habitantes de los antiguos espacios de reincorporación querían llevar conectividad a sus comunidades, pues debían desplazarse hasta los cascos urbanos para tener internet. “Nosotros estábamos trabajando en la implementación de tecnologías y vimos que los excombatientes también tenían ese sueño, pero como no hablábamos, cada uno estaba trabajando por su lado”, recuerda Édinson Camayo, miembro del resguardo de Pueblo Nuevo.
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Fue gracias a unos espacios gestionados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Misión de Verificación de Naciones Unidas en Colombia y la organización Colnodo que decidieron aliarse para crear su propia red.
Según Lilian Chamorro, líder del equipo de redes comunitarias de Colnodo, con estos proyectos las comunidades se vuelven autoras y dueñas de su conectividad “sin limitarse a esperar a que llegue por medio de privados o de programas del Gobierno. Son ellas quienes lideran los procesos para tener servicios ajustados a sus necesidades”, explica.
La alianza incluyó a los resguardos de Pueblo Nuevo, San Lorenzo y Tumburao, campesinos de Valle Nuevo (Silvia) y residentes del antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Los Monos.
“Primero nos preguntamos qué era la red para nosotros y cómo queríamos vernos a largo plazo. Luego se dio la necesidad de capacitar al personal en sistemas, manejo de equipos e instalación. Fue un trabajo en conjunto que nos llevó a tener la red operando hoy”, dice Jhan Carlos Moreno, representante legal de Coomep, la cooperativa de excombatientes que se creó en el municipio.
En 2020, Colnodo les ayudó a identificar las necesidades de la comunidad, a diseñar una estrategia de comunicación y, posteriormente, a estructurar la red. Además, capacitó a unas 25 personas en temas de internet, herramientas de intranet, mantenimiento de redes y otros componentes para que la comunidad se apropiara tanto del manejo de la tecnología como del modelo financiero del proyecto.
A raíz de la pandemia, buena parte de los talleres se hicieron por medio de videollamadas y fueron financiados con recursos de la Misión de Verificación, que a su vez costeó una parte de la infraestructura inicial.
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“En Caldono conseguimos una empresa que nos conectó fibra óptica en una casa del cabildo. Desde allá (se extiende la señal) por medio de antenas. También utilizamos LibreRouter”, comenta Juan Pablo Camayo, uno de los encargados de hacer mantenimiento a la estructura. Estos equipos les permiten crear redes en malla en las que se pueden conectar varias personas a la vez.
La “Red del viento” cuenta con tres antenas principales que fueron fabricadas en talleres de mecánica y soldadura de la zona. Los cuatro encargados de instalarlas cuentan que en ocasiones subían hasta las lomas en moto o a caballo, pues se trata de torres que miden más de 10 metros.
El servicio de internet llegó por primera vez en junio de 2020, y actualmente hay más de 40 beneficiarios que pagan entre $25.000 y $40.000 mensuales para el sostenimiento de la red. Según Édinson Camayo, el acceso a este servicio les ha permitido difundir mensajes de cuidado entre la comunidad y a futuro esperan robustecer una intranet con información útil para los habitantes.
“Queremos que todos los contenidos estén en el marco de nuestra cosmovisión: hablar sobre salud, educación, el cuidado de la madre tierra, valores culturales que nos han permitido garantizar una vida armónica en nuestro territorio”, explica Camayo.
Moreno, por su parte, asegura que la red les ha permitido capacitar a personal de la cooperativa de manera virtual, además de facilitar la comunicación con clientes y hacer transacciones bancarias, pues el Coomep viene desarrollando varias iniciativas productivas, como cultivos de aguacate hass, venta de cerdos y un proyecto piscícola.
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“El mundo camina hacia lo cibernético, y volvernos un poco más digitales era una urgencia”, asegura Moreno. “Además, con los resguardos y los campesinos hemos comprendido la importancia de trabajar en equipo y fortalecer conocimientos, lo que nos ha llevado a crecer de la mano de ellos y a ellos con nosotros”.
Pese a que la red se ha comportado bien durante la pandemia, ambos coinciden en que sostenerla a largo plazo no será tarea fácil, pues necesitan más recursos para ampliar la infraestructura, hacerle mantenimiento y garantizar su cobertura en veredas aledañas.
La meta es que la “Red del viento” sea más robusta por medio de fibra óptica y que las antenas puedan abastecerse por medio de paneles solares. Se espera, asimismo, que estos cambios no eleven las tarifas para los usuarios, pues la red tiene un fuerte componente solidario, especialmente en una región en donde no todos tienen computadores o celulares inteligentes.
En esa línea, para Lilian Chamorro, de Colnodo, este tipo de proyectos necesitan el apoyo de aliados que puedan asistir a las comunidades en temas técnicos y administrativos. Además, ve conveniente diseñar políticas públicas que incentiven la creación de redes comunitarias con capital semilla o incluso la posibilidad de que estos grupos puedan acceder a porciones del espectro radioeléctrico. ”Lo ideal sería que hubiera unos fondos semilla para redes comunitarias, porque estos proyectos arrancan con las uñas. El asunto es lograr que la comunidad sea cada vez más autónoma”, concluye Chamorro.