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Internet de las cosas, una apuesta de país

El martes se presenta un proyecto en el que participan cinco universidades, ocho empresas nacionales, tres compañías de tecnología y el Ministerio de las TIC con la idea de generar conocimiento y productos para este sector.

Santiago La Rotta
24 de abril de 2016 - 01:55 a. m.
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Internet de las cosas es quizá uno de los términos más manidos y maltrechos en el lenguaje de la tecnología de hoy. Habría que arrancar por decir que el nombre no tiene nada de actual, pues su primera utilización parece venir de finales de los años 90. Y esto, en la escala de tiempo de la red, implica que se está hablando de un asunto viejo, por decir lo menos.

En pocas palabras, la internet de las cosas (IoT) es la red en la que objetos, equipados con sensores y software, transmiten los datos que recolectan en su uso. O sea, supone la posibilidad de que una nevera pueda comunicarse, a través de internet, con el usuario para avisar que la comida se está acabando. (Lea "La internet de las cosas ¿la próxima frontera?")

A pesar de su aparente antigüedad, la internet de las cosas es uno de los nichos de tecnología con más dinamismo actualmente y con mejor proyección: se estima que sus desarrollos contribuyan con entre US$10 y US$15 billones al PIB mundial en los próximos veinte años.

“Estamos apostando por internet de las cosas, porque es una temática en la que aún hay oportunidades para el país. En otros temas el tren puede que ya se haya ido y otros lugares nos llevan años de desarrollo. Pero acá no. Hay mucho para hacer y no todo está inventado”. Hugo Sin Triana es el gerente de Investigación, Innovación y Desarrollo del Ministerio TIC y uno de los encargados de crear el Centro de Excelencia en Internet de las Cosas, una iniciativa que oficialmente quedará instalada este próximo martes.

Pero no sólo es un asunto de oportunidad, sino también de conveniencia. O sea, internet de las cosas no sólo resulta interesante porque sigue siendo una costa vasta e inexplorada, sino porque ofrece potenciales beneficios que podrían impactar positivamente el manejo de tráfico en una ciudad o el cuidado de pacientes en un hospital, como reconoce Sin Triana.

El Centro es la segunda experiencia de su tipo que Mintic inaugura y en la cual busca juntar sector público, academia e industria para producir no sólo conocimiento y experiencia en este tema (y también en Big Data), sino soluciones para problemas puntuales, desarrollos con aplicación en la industria y en la vida diaria. “Esta idea la comenzamos a concebir en 2014, como una forma para ver cómo podíamos hacer investigación, pero agregando valor a otros sectores de la economía”, cuenta Sin Triana.

Luis Carlos Trujillo, director de Ingeniería Electrónica en la Universidad Javeriana de Bogotá, explica qué significa esto, cuál es el polo a tierra de esta visión. “Algunos de los proyectos que estamos trabajando involucran el monitoreo remoto de pacientes del Hospital San Ignacio, algo que nos permite dar de alta más pronto a la gente, pero igual seguir pendientes de su condición. Esto optimiza recursos. También estamos trabajando con Totto para crear un morral inteligente y con la Zona Franca de Bogotá para diseñar un sistema que permita saber qué sucede con un contenedor en su tránsito entre el puerto y la zona franca como tal”.

Si bien el Centro es una instalación de investigación y desarrollo, dos asuntos que, por su naturaleza, no son sinónimos de velocidad y rapidez, la inclusión de la empresa privada implica que la iniciativa también gira alrededor de la hechura de soluciones y productos. “Ya terminamos la primera fase de un proyecto con el que se miden la temperatura y l ahumedad relativa en el Hospital San Ignacio. Esta es una tarea que, por ley, se debe hacer en ciertas áreas, pero que hasta hoy se realiza de forma manual, lo que puede ser ineficiente y poco confiable. Se hizo, entonces, una red de sensores inalámbricos con once puntos que cubren nueve salas. Ya estamos analizando cómo aplicamos este mismo sistema para todo el edificio”, agrega Trujillo.

Hasta el momento, el Centro funciona de manera descentralizada, sin cuatro paredes, un techo y un letrero en la entrada. Pero con la participación de universidades como la Tecnológica de Bolívar, Autónoma de Bucaramanga, Santo Tomás y las sedes Bogotá y Cali de la Javeriana. El proyecto incluye, por lo menos, a veinte estudiantes de maestría y seis de doctorado y cuenta con una inversión de cerca de $5.000 millones, recursos tanto públicos como privados.

El potencial de la internet de las cosas no sólo está en mejorar la eficiencia de un hospital o los procesos de transporte de mercancía, sino también en agregarles más incertidumbre y peligros a la seguridad y la privacidad de la vida digital.

La multiplicación de dispositivos conectados a internet es también la multiplicación de puntos de acceso a la red, puertas que no siempre están bien resguardadas y que, en un mundo interconectado, pueden suponer una pesadilla: una cafetera inteligente podría funcionar como acceso a todos los sistemas de una casa, por poner un ejemplo alarmista. Para 2008 se calculaba que ya había más dispositivos conectados a internet que gente en el planeta.

En febrero de este año, James Clapper, director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, le dijo al Congreso de ese país que los servicios de inteligencia pueden usar los dispositivos de IoT para “identificación, monitoreo, seguimiento de ubicación, reclutamiento o para acceder a redes y credenciales de usuarios”. Clapper no mencionó a qué agencias se refería y esto, tal vez, da incluso más miedo.

Tanto Sin Triana como Trujillo son conscientes de que la investigación del Centro en IoT debe tener la seguridad y la privacidad como pilares sobre los que se construyen los desarrollos.

Triana añade: “En este campo no todo está hecho ni estandarizado. Hay mucho espacio para crecer y mejorar. Los expertos estiman que en unos años todo va a estar conectado a internet. Innovar en este sector es una oportunidad interesante para el país”.

Por Santiago La Rotta

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