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En Colombia, los computadores cuyo precio no supera $1’815.400 y las tabletas y los celulares por debajo de los $798.776 están excluidos del impuesto al valor agregado (IVA). Estos equipos suelen ser de gama de entrada, es decir, que sus prestaciones son un poco más básicas que las de otros dispositivos de mayor precio. El beneficio del que gozan se implementó con el objetivo de que las personas de menores ingresos puedan acceder con mayor facilidad a la tecnología.
Sin embargo, un detalle que no pasó inadvertido para muchos es que estos productos ya no se encuentran en la lista de excluidos del IVA en el proyecto de reforma tributaria que radicó el Gobierno, lo que significa que todos, sin importar su precio, tendrían un impuesto del 19 %. De aprobarse la reforma tal como está, un computador que hoy cuesta $1’815.000 se elevaría a $2’159.850, mientras que un celular de $798.000 subiría de precio a $949.620.
Fabricantes y miembros de la industria de las telecomunicaciones han criticado esta propuesta, pues alegan que iría en contra de los avances del Gobierno en materia de conectividad y limitaría la masificación de la tecnología más básica, lo que en últimas choca con el propósito del presidente Iván Duque de que Colombia se convierta en “el Silicon Valley de América Latina”.
“No son ventas adicionales para las empresas del sector. Aquí no le están haciendo el favor a nadie, lo único que se está haciendo es generar más dificultad al acceso de tecnología y encareciéndola innecesariamente”, afirma Samuel Yohai, presidente de la Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones (CCIT).
Para Yohai, los constantes cambios que se hacen a nivel tributario con este tipo de reformas generan incertidumbre en las empresas del sector, lo que podría disminuir su interés a la hora de incrementar sus negocios y generar más empleo en el país.
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“En vez de incrementar los impuestos hay que mantener las exclusiones, subir los umbrales para que mejores equipos estén dentro de estas exclusiones o eliminar cosas absurdas como el impuesto al consumo. No hay mejor herramienta para formalizar la economía que tener una economía digital robusta y bien establecida”, opina.
El líder gremial también ve preocupante que la reforma grava con IVA los servicios de conexión y acceso a internet de los usuarios de estrato 3, que hoy están excluidos de este impuesto.
Tecnología, fundamental durante la pandemia
Según las cifras más recientes del DANE en materia de tenencia y uso de las TIC, un 78,1 % de la población colombiana tenía un teléfono celular inteligente (o smartphone) en 2018, mientras que un 22,6 % contaba con un celular convencional. En ese entonces, el 84,9 % de los encuestados se conectaban a internet por esta vía.
En cuanto a los computadores, la tenencia era mucho menor. Según la misma encuesta, solo un 28,8 % de los hogares en Colombia tenían computador portátil, 20,6 % tenían un computador de escritorio y 10,9 %, una tableta.
Aunque seguramente estos datos han cambiado a raíz de la pandemia, retratan la relevancia que tienen los celulares en la vida diaria de los colombianos y la falta de penetración de equipos más complejos en sus hogares, como los computadores, que podrían facilitar aún más el teletrabajo y la educación virtual en esta coyuntura.
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“A nuestro modo de ver, no debería haber gravamen para ningún tipo de solución, háblese de hardware o software, pues son, de cierta manera, la única herramienta que tiene cada colombiano para empezar a pensar en producir. Es castrar tecnológicamente el desarrollo de un país”, señala Hugo Beleño, gerente general de Asus Colombia.
Asus, de origen taiwanés, es el segundo fabricante de computadores más importante del país. Según Beleño, la pandemia llevó a que la demanda de estos equipos en Colombia llegara a un pico que todavía no se ha podido suplir, pues la coyuntura tuvo efectos en la fabricación de todos los componentes de cómputo.
A ello se suma que, según cifras de la consultora GfK, entre abril de 2020 y marzo de 2021 alrededor de la mitad de los computadores que se comercializaron en Colombia estaban por debajo de $1’750.000, es decir, no tenían IVA. De hecho, sus datos muestran que el margen de precios que registró más ventas fue $1’600.000 - $1’700.000.
Camilo Herrera, fundador de la firma Raddar, que mide el consumo en los hogares colombianos, cree que las personas seguirán comprando equipos durante la coyuntura, así esto implique un mayor esfuerzo, pues hoy son un gasto esencial.
“Si la gente necesita algo, lo compra, bien sea endeudándose o pagando, y lo puede comprar nuevo o usado. Los usados terminan siendo un mercado fundamental, además, no tienen IVA”, puntualiza Herrera. Aún así, el analista advierte que en el país hay dificultades relacionadas con el acceso a la tecnología que no necesariamente tienen que ver con los impuestos, sino con la conectividad y la ausencia de cadenas de distribución en ciertas zonas del país.
Según Raddar, en el primer trimestre de 2021, el gasto en la categoría de tecnología (computadores, celulares, tabletas, aparatos de video y sonido) fue de $1,3 billones, registrando una caída de 0,11 % en términos reales frente al mismo trimestre del año pasado.
La brecha digital
La preocupación en la que coinciden fabricantes, analistas e investigadores es en que este gravamen, por sutil que parezca, podría ampliar la brecha digital en el país, especialmente en tiempos en que el distanciamiento social ha obligado a muchos a continuar sus actividades por medio de estos equipos.
“Ya no estamos hablando de productos que son de lujo, estamos hablando de bienes de primera necesidad”, indica Amalia Toledo, experta en género y tecnología. “Son equipos de trabajo, equipos para la educación. Y las personas que consumen estos bienes (los dispositivos de gama baja) son las que menos capacidad tienen para pagarlos”.
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Toledo también señala que al dificultar el acceso a estos equipos no solo se amplía la brecha digital, sino también la brecha digital de género, pues es una carga extra para las mujeres, que son las más golpeadas por el desempleo y a quienes la falta de acceso a estos productos les podría representar una mayor dependencia económica y menos posibilidades de acceso a oportunidades.
Por su parte, Beleño, de Asus, advierte que con este gravamen los consumidores podrían preferir equipos más económicos, pero menos eficientes, lo que, según él, sería un retraso tecnológico. “Nosotros simplemente nos iríamos ajustando a la demanda del mercado, pero a medida en que se vayan incrementando los costos, la gente va a empezar a bajar de categoría y va a demandar productos con base en unas limitaciones por un 19 % que no debería existir”, concluye.