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En un momento en el que la industria de los videojuegos vive su momento más dulce, impulsado en parte por cuenta de la pandemia del COVID-19, uno de los desarrolladores más importantes del mundo estaría pensando en cambiar el nombre de su título más popular, y con eso revolucionar el negocio de los deportes electrónicos para siempre.
Con las cuarentenas y la ausencia de espectáculos en vivo, entre ellos el fútbol, la pandemia hizo a millones de fanáticos desviar su atención de los partidos en vivo a los de las consolas. Las transmisiones de videojuegos vivieron un auge durante el confinamiento y al final de 2020 esta industria fue una de las pocas que reportaron ganancias durante la emergencia sanitaria. Nunca se había jugado tanto como el año pasado.
Uno de los títulos que más se jugó en 2020 fue el FIFA, el videojuego editado por Electronic Arts y que se ha convertido en algo más que un simple simulador de fútbol virtual. Alrededor de este se mueven miles de millones de dólares que no solo benefician a EA, sino también a los clubes, las ligas y a la FIFA, el órgano rector del fútbol mundial, que cedió los derechos de su nombre para el juego hace casi 30 años.
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Pero el negocio de los videojuegos es ahora muy distinto a como era en 1993, cuando Electronic Arts consultó a la FIFA sobre si podía usar su nombre para titular su nuevo simulador de fútbol. El boom de los eSports y las millonarias ganancias que el videojuego le han significado a EA (más de US$2.000 millones en 2020), hicieron que la FIFA comenzara a reevaluar su relación con la desarrolladora californiana.
A lo largo de las últimas dos décadas, las ventas del FIFA han superado los US$20.000 millones para Electronic Arts, pero los ingresos han aumentado exponencialmente en los últimos años por la inclusión del modo de juego Ultimate Team, en el que los usuarios construyen sus equipos a través de compras internas. Solo en 2020, según analistas, las transacciones en este modo de juego generaron tres veces más dinero que las que significan las ventas del juego mismo. Podría decirse que el FIFA es su gallina de los huevos de oro.
Pero la FIFA (la organización) también ha recibido parte de la tajada. La cesión del derecho del uso de su nombre en el videojuego le representa al órgano rector un ingreso cercano a los US$150 millones al año, casi el 18 % de sus ingresos anuales. Sin embargo, la organización, que en la presidencia de Gianni Infantino ha buscado incrementar sus ingresos, considera que el contrato está obsoleto y que está recibiendo menos dinero del que debería.
Relación rota
Han sido casi dos años de conversaciones para renovar el contrato que permite a Electronic Arts usar el nombre de la FIFA, pero como reportó la semana pasada The New York Times, al parecer llegaron a un punto de no retorno. La probabilidad de un divorcio después de la Copa del Mundo del próximo año en Catar -cuando termina el actual contrato por 10 años- se hizo pública en una carta que divulgó la semana pasada Cam Weber, presidente ejecutivo y director general de EA Sports.
La movida, que podría entenderse como una táctica de negociación, no gustó para nada a la FIFA, que de inmediato publicó un comunicado en su página web, en el que anunciaba su interés en “ampliar su portafolio de juegos y deportes electrónicos”. Y aunque no mencionó directamente a EA, en uno de los apartados afirma que “el futuro de los juegos debe involucrar a más de una parte que controle y explote todos los derechos”.
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Pero la FIFA no tiene muchas alternativas, como lo explica Tae Kim, periodista especializado en tecnología de Bloomberg. “No tiene sentido, financieramente, para EA pagar el doble de lo que ya le paga a la FIFA”. “Si la FIFA busca encontrar un nuevo desarrollador y crear un juego desde cero, le tomará años crear un rival que compita con Electronic Arts”.
De hecho, para la FIFA una ruptura con EA, y la pérdida de esos jugosos ingresos, podría amenazar algunas de las innovaciones que ha propuesto su presidente Gianni Infantino, como la de un Mundial cada dos años. Sin ese dinero, y teniendo en cuenta que las finanzas están todavía lejos de equilibrarse, convencer a la mayoría de los 211 países podría ser una tarea más difícil de lo que ya lo está siendo.
Aunque parezca paradójico, esta vez no es EA quien necesita a la FIFA, sino al revés. A diferencia de lo ocurrido hace tres décadas, cuando los videojuegos eran un mercado subestimado, hoy es la desarrolladora la que tiene el as bajo la manga. No por nada es una industria que genera más ingresos que la del deporte, las películas y la música combinadas.