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Un nuevo reporte de la Web Foundation arroja luz sobre las brechas de género que hay en el sector tecnología en diez países en desarrollo, incluyendo Colombia. La investigación es una de las primeras en enfocarse, más que en el alcance y penetración de las conexiones, en el uso que se le da a la red por género. En pocas palabras, el documento trata de responder varias preguntas, entre estas: ¿Para qué usan la red las mujeres? El informe global fue presentado ayer en Suecia en el marco del Foro de Internet de Estocolmo.
La investigación se centró en comunidades urbanas de escasos recursos en países como Kenia, Uganda, India, Indonesia y Colombia, entre otros. En estos lugares se aplicó un cuestionario común que, globalmente, arrojó los siguientes resultados: las mujeres tienen 50 % menos probabilidad de utilizar la red en sus comunidades, en comparación con los hombres, y aquellas que sí acceden a internet, lo hacen entre 30 % y 50 % menos que los hombres para incrementar sus ingresos o participar en la vida pública.
“En Colombia uno no ve una gran diferencia en cuanto a acceso a la red. Pero cuando se comienza a hacer preguntas acerca de para qué usan la red las mujeres nos encontramos con que los hombres la utilizan más para buscar información, para asuntos relacionados con política o para comentar temas de sus comunidades; las mujeres, en cambio, la utilizan para fines de entretenimiento, para entrar a redes sociales o para pasar el rato”, en palabras de Amalia Toledo, coordinadora de proyectos de la Fundación Karisma, organización encargada del capítulo colombiano del documento de la Web Foundation.
Toledo añade: “Cuando se les pregunta si han usado internet para expresarse sobre un tema polémico, por ejemplo, la respuesta es que nunca lo han hecho para esto o para buscar información sobre derechos sexuales y reproductivos, entre otras cosas”.
De los lugares analizados, Colombia es uno de los que están más adelantados en temas de acceso a tecnologías de la información. Las brechas de acceso en el país no son tan grandes como en otros lugares, pero igual existe una diferencia en el uso que se le da a internet, según el documento. “Este estudio muestra que aún hay camino por recorrer para lograr que la web sea considerada no sólo un medio para buscar información, para la expresión y el ejercicio de derechos, sino también para usarla como una herramienta de empoderamiento”, se lee en la investigación local.
Casi 70 % (68 %) de las mujeres que participaron en la investigación aseguraron que la red es importante para ellas para encontrar entretenimiento y 61 % para ayudar a sus familias con asuntos escolares. “El uso de redes sociales no está asociado con participación política o ciudadana, activismo social, generación de ingresos y contenido o búsqueda de trabajo”, dice el documento colombiano.
Aunque en el país existen varias iniciativas para incrementar el alfabetismo digital, Toledo recomienda que este tipo de conocimiento se integre más en el currículo de educación (desde la primaria en adelante): la idea es que no se reduzca a clases de informática en la que se aprendan a manejar herramientas y programas, sino también a entender el potencial de la web para mejorar las condiciones de vida de una persona o para participar políticamente en sus comunidades, entre otras cosas.
El documento local también tiene un apartado en el que analiza la violencia de género en línea, un asunto que aún parece muy difuso en varios términos. De las encuestadas, sólo 5 % reportó haber experimentado por lo menos una vez amenazas o matoneo personal y directo a través de internet (principalmente en Facebook). “Uno de los problemas con este tema es que nadie parece entenderlo muy bien, ni los legisladores, la judicatura o la Policía. Una sola amenaza en Twitter puede que no parezca gran cosa, pero cuando se lee en su conjunto sí tiene una afectación sobre la persona. En el informe, tanto en el global, como en el local, uno de los puntos que más llama la atención es el aparente bajo porcentaje de mujeres que recibe violencia en línea. No es un tema sencillo de tratar y puede que no se sepa muy bien qué la constituye y qué no”, dice Toledo.
La recomendación en este tema incluyen mirar si el marco legal colombiano en contra de la violencia de género es aplicable en entornos digitales y, de no serlo, sopesar muy bien el escenario antes de diseñar legislación que, con la intención de proteger a las mujeres en línea, termine por afectar la red y a los usuarios en general. Un poco como sucede en otros temas, como el llamado derecho al olvido, el llamado acá es a entender bien el fenómeno en su entorno digital antes de actuar.
Una de las recomendaciones más interesantes de la investigación local tiene que ver con el acceso a internet a través de plataformas como internet.org, conocidas como zero rating. “La verdad es que, a pesar de que ofrecen una entrada a la red, éstas no son el primero paso para aprovechar las ventajas del potencial democrático de internet; al contrario, crean dependencia y resignación a un número limitado de servicios”, se lee en el documento, a lo que Toledo añade que “este tipo de paquetes hace que la gente no entre completamente a la red y se siga perpetuando la web como un bien de consumo y no como una herramienta de empoderamiento y participación política”.
El informe, en sus versiones local y global, llama a dirigir los esfuerzos para cerrar la brecha digital (en temas de género en este caso) no sólo en aspectos de conectividad e infraestructura, sino también en el uso de una herramienta que ofrece beneficios económicos y sociales, si tan sólo se sabe cómo aprovecharlos. Esa parte del camino aún falta por ser recorrida.