La chispa de la creación
Un error en la universidad llevó a Nathan Seidle a fundar este sitio, una de las mayores vitrinas de hardware abierto del mundo. Una buena idea de negocios, que parte del valor de compartir el conocimiento.
Santiago La Rotta
En 2002, Nathan Seidle cometió un error. Durante las horas de más cansancio, Seidle seguía estudiando para graduarse como ingeniero electrónico de la Universidad de Colorado. Esto después de trabajar en dos lugares para ayudarse a pagar los préstamos de su educación. En un descuido, puso una pieza electrónica en donde no debía, hubo chispas, un poco de humo y en un par de segundos US$150 se esfumaron. Una pequeña fortuna para un estudiante en una estricta dieta de sopas de ramen.
Pero del error salió la necesidad de encontrar un repuesto barato y de la necesidad encontró una oportunidad: nadie lo ofrecía a un buen precio y mediante un sistema de pago que no incluyera temer por la seguridad financiera de su tarjeta de crédito.
De aquel chispazo en 2002 nació SparkFun, un sitio web para buscar y comprar componentes electrónicos que, en su gran mayoría, son hardware abiertos.
Los modelos de apertura, tanto en software como en hardware, parten de la idea de que el conocimiento es un asunto hecho para compartir, lo que no significa que alguien no se pueda lucrar con él. Paralelo al modelo típico de propiedad intelectual, en el que cualquier uso tiene una base tarifaria bien establecida y resguardada, el mundo de la apertura permite reutilizar, adaptar, conocer y, ante todo, crear.
En el lado del hardware esto implica que las especificaciones, los diagramas de las piezas, son de acceso libre: sobre ellos se pueden construir nuevas creaciones, sin tener que pagar una licencia por esto obligatoriamente. El resultado de este modelo es que los dispositivos pueden ser más baratos, exponencialmente más baratos.
Y esta es una diferencia sensible, acaso vital, en algunos casos. “Cuando sucedió el terremoto, el tsunami y el desastre nuclear en Fukushima hubo una escasez de contadores Geiger, utilizados para medir la radiactividad. La demanda superó la producción local y los que había subieron demasiado de precio. Alguien diseñó uno muy básico y lo puso en SparkFun, por una fracción del costo. Se lograron distribuir cientos”. Seidle tiene la firma convicción de que la vía abierta es la vía correcta.
“A mí me enseñaron que los buenos ingenieros inventan cosas y que los mejores son los que tienen sus nombres en patentes. Y eso está muy bien. Pero la oficina de patentes de Estados Unidos representa sólo a este país, hay muchos que no son Estados Unidos”. Seidle se disculpa por la obviedad para advertir una cosa que también resulta evidente, pero poderosa: “Con internet no hay mercados locales. El hardware abierto me deja servir a todos estos usuarios, a todos estos creadores que quieren hacer cosas nuevas en todo el mundo”.
Hoy, SparkFun tiene más de 500 referencias de hardware totalmente abierto, aunque también hace negocios con proveedores que venden piezas con licencias cerradas, aunque no es la práctica más usual. Por ejemplo, el sitio fue el primer vendedor de la tarjeta Arduino, hace más de una década.
Una de las lecciones más importantes en el modelo del sitio web es la posibilidad de hacer buenos negocios cuando el conocimiento no se queda sólo en un puñado de jugadores. Las ganancias del sitio están por encima de los US$32 millones y en los primeros tres años de existencia, la plataforma despachó más de 10.000 órdenes a sus clientes (la mayoría de componentes hechos por la misma compañía, además de los de otros proveedores).
Seidle cuenta cómo, al principio de SparkFun, una persona en China logró hacer una mejor tarjeta de operaciones que la suya; “muy superior”, en sus palabras. Pero no tiene un buen sitio para venderla. “Sí, su componente es una mejoría sobre el mío, pero el mío se vende porque establecí un buen canal para hacerlo. Hay que colaborar e innovar constantemente porque alguien más puede hacer algo mejor muy prontamente. Y esto termina beneficiando al creador y a los usuarios”.
“Parte fundamental de nuestro sitio es tener buenas fotos y buena documentación para que el usuario sepa exactamente qué está comprando. Parece algo simple y quizá lo es, pero es muy importante. Otro tema es que vital es nuestro servicio al cliente y soporte técnico. Tenemos personas, de carne y hueso, que contestan el teléfono para ayudar a averiguar qué pasa con una pieza o cómo utilizarla mejor en un diseño. Nada funcionaría sin esto”.
Cada semana, el personal de SparkFun selecciona la historia más extraña en una comunidad de gente con intereses particulares. “Mi favorita es la de un cliente que quería que la puerta de su carro hiciera un sonido de Transformers cuando abriera. Y, mientras hablaba con una persona de soporte técnico, discutiendo qué piezas necesitaría, dice ‘un momento, necesito detener a alguien’. Bueno, era un aficionado a la electrónica, quien de día es policía y estaba de turno mientras consultaba cómo mejorar su vehículo personal”.
¿Qué beneficios trae el modelo abierto, por qué apostarle a esto? Seidle responde casi inmediatamente: “Uno no obtiene una patente para innovar. Una patente es para explotar una innovación y en el tiempo de explotación es donde todo sale mal porque la gente se duerme en los laureles de la propiedad intelectual en vez de seguir creando. ¿Qué pasaría si no invirtiéramos todo el tiempo que hoy gastamos en alimentar peleas de propiedad intelectual, sino en educar, en enseñar a la siguiente generación de hackers?”.
Ciertamente, una pregunta interesante.
En 2002, Nathan Seidle cometió un error. Durante las horas de más cansancio, Seidle seguía estudiando para graduarse como ingeniero electrónico de la Universidad de Colorado. Esto después de trabajar en dos lugares para ayudarse a pagar los préstamos de su educación. En un descuido, puso una pieza electrónica en donde no debía, hubo chispas, un poco de humo y en un par de segundos US$150 se esfumaron. Una pequeña fortuna para un estudiante en una estricta dieta de sopas de ramen.
Pero del error salió la necesidad de encontrar un repuesto barato y de la necesidad encontró una oportunidad: nadie lo ofrecía a un buen precio y mediante un sistema de pago que no incluyera temer por la seguridad financiera de su tarjeta de crédito.
De aquel chispazo en 2002 nació SparkFun, un sitio web para buscar y comprar componentes electrónicos que, en su gran mayoría, son hardware abiertos.
Los modelos de apertura, tanto en software como en hardware, parten de la idea de que el conocimiento es un asunto hecho para compartir, lo que no significa que alguien no se pueda lucrar con él. Paralelo al modelo típico de propiedad intelectual, en el que cualquier uso tiene una base tarifaria bien establecida y resguardada, el mundo de la apertura permite reutilizar, adaptar, conocer y, ante todo, crear.
En el lado del hardware esto implica que las especificaciones, los diagramas de las piezas, son de acceso libre: sobre ellos se pueden construir nuevas creaciones, sin tener que pagar una licencia por esto obligatoriamente. El resultado de este modelo es que los dispositivos pueden ser más baratos, exponencialmente más baratos.
Y esta es una diferencia sensible, acaso vital, en algunos casos. “Cuando sucedió el terremoto, el tsunami y el desastre nuclear en Fukushima hubo una escasez de contadores Geiger, utilizados para medir la radiactividad. La demanda superó la producción local y los que había subieron demasiado de precio. Alguien diseñó uno muy básico y lo puso en SparkFun, por una fracción del costo. Se lograron distribuir cientos”. Seidle tiene la firma convicción de que la vía abierta es la vía correcta.
“A mí me enseñaron que los buenos ingenieros inventan cosas y que los mejores son los que tienen sus nombres en patentes. Y eso está muy bien. Pero la oficina de patentes de Estados Unidos representa sólo a este país, hay muchos que no son Estados Unidos”. Seidle se disculpa por la obviedad para advertir una cosa que también resulta evidente, pero poderosa: “Con internet no hay mercados locales. El hardware abierto me deja servir a todos estos usuarios, a todos estos creadores que quieren hacer cosas nuevas en todo el mundo”.
Hoy, SparkFun tiene más de 500 referencias de hardware totalmente abierto, aunque también hace negocios con proveedores que venden piezas con licencias cerradas, aunque no es la práctica más usual. Por ejemplo, el sitio fue el primer vendedor de la tarjeta Arduino, hace más de una década.
Una de las lecciones más importantes en el modelo del sitio web es la posibilidad de hacer buenos negocios cuando el conocimiento no se queda sólo en un puñado de jugadores. Las ganancias del sitio están por encima de los US$32 millones y en los primeros tres años de existencia, la plataforma despachó más de 10.000 órdenes a sus clientes (la mayoría de componentes hechos por la misma compañía, además de los de otros proveedores).
Seidle cuenta cómo, al principio de SparkFun, una persona en China logró hacer una mejor tarjeta de operaciones que la suya; “muy superior”, en sus palabras. Pero no tiene un buen sitio para venderla. “Sí, su componente es una mejoría sobre el mío, pero el mío se vende porque establecí un buen canal para hacerlo. Hay que colaborar e innovar constantemente porque alguien más puede hacer algo mejor muy prontamente. Y esto termina beneficiando al creador y a los usuarios”.
“Parte fundamental de nuestro sitio es tener buenas fotos y buena documentación para que el usuario sepa exactamente qué está comprando. Parece algo simple y quizá lo es, pero es muy importante. Otro tema es que vital es nuestro servicio al cliente y soporte técnico. Tenemos personas, de carne y hueso, que contestan el teléfono para ayudar a averiguar qué pasa con una pieza o cómo utilizarla mejor en un diseño. Nada funcionaría sin esto”.
Cada semana, el personal de SparkFun selecciona la historia más extraña en una comunidad de gente con intereses particulares. “Mi favorita es la de un cliente que quería que la puerta de su carro hiciera un sonido de Transformers cuando abriera. Y, mientras hablaba con una persona de soporte técnico, discutiendo qué piezas necesitaría, dice ‘un momento, necesito detener a alguien’. Bueno, era un aficionado a la electrónica, quien de día es policía y estaba de turno mientras consultaba cómo mejorar su vehículo personal”.
¿Qué beneficios trae el modelo abierto, por qué apostarle a esto? Seidle responde casi inmediatamente: “Uno no obtiene una patente para innovar. Una patente es para explotar una innovación y en el tiempo de explotación es donde todo sale mal porque la gente se duerme en los laureles de la propiedad intelectual en vez de seguir creando. ¿Qué pasaría si no invirtiéramos todo el tiempo que hoy gastamos en alimentar peleas de propiedad intelectual, sino en educar, en enseñar a la siguiente generación de hackers?”.
Ciertamente, una pregunta interesante.