La comunidad amazónica que navega en internet gracias a la energía solar
En la espesura del bosque, a unos 350 kilómetros de la ciudad más cercana, 520 familias indígenas y campesinas navegan en Internet, cursan programas universitarios y hasta tienen consultas médicas con profesionales. Un proyecto de energía solar, con inversión privada, conecta un territorio con el mundo.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
La conexión a internet llegó por río a la comunidad de Boa Esperança, en el Amazonas brasileño, a través de dos contenedores, los mismos que cruzan los mares del mundo transportando mercancías entre un puerto y otro.
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La conexión a internet llegó por río a la comunidad de Boa Esperança, en el Amazonas brasileño, a través de dos contenedores, los mismos que cruzan los mares del mundo transportando mercancías entre un puerto y otro.
En este caso particular los contenedores transportaban paneles solares y computadores portátiles, y una vez llegaron al destino su estructura fue adaptada para crear un recinto en donde cerca de 1.600 personas de las comunidades indígenas y campesinas a orillas del río Madeira buscan diluir las barreras geográficas que los separan del mundo.
La vida en la Amazonia
Llegar a Boa Esperança no es sencillo. Desde Manaos, la capital amazónica de Brasil, se puede tomar un barco que tarda unas seis horas. Sin embargo, puede que en el momento el río no sea navegable para embarcaciones de gran calado, algo usual en esta región, que puede quedar incomunicada hasta seis meses cada año.
La otra opción es tomar una avioneta (de hora y media de duración) desde Manaos hasta el municipio de Manicoré, para luego subirse a una lancha de motor. Al cabo de una hora más de viaje estará llegando a Boa Esperança, una comunidad en el interior de la Reserva de Desarrollo Sostenible del Río Amapá.
En esta zona habitan unas 520 familias, tanto campesinas como pertenecientes a las etnias indígenas mura, tenharim y apurinã, y más de la mitad se dedican a la agricultura, principalmente al cultivo de mandioca (una especie amazónica de yuca que luego procesan hasta convertirla en harina), frutas y nueces de Brasil. Estos alimentos son su sustento.
Si necesitan atención médica deben trasladarse hasta Manaos, lo cual les puede tomar hasta 18 horas a bordo en sus botes. En lo que respecta a educación, la única escuela en la zona solo forma a niños menores de 10 años, por lo que quienes quieran recibir educación secundaria deben trasladarse a otras comunidades; aquí muchos tienen el sueño de cursar una carrera universitaria, pero tener que desplazarse hasta Manaos e incluso a otras capitales del país es una barrera casi que infranqueable.
Los habitantes de Boa Esperança afirman vivir en armonía con el bosque, a sabiendas de que la riqueza natural que los rodea está amenazada: primero, por la deforestación (la superficie deforestada en Brasil creció un 22,3 %, 2,05 millones de hectáreas en 2022, según Mapbiomas), y segundo, por la minería ilegal, que ha contaminado las aguas del río Madeira con elementos tóxicos, y con ello afectando la fuente de agua de esta comunidad.
Boa Esperança (Buena Esperanza en español) quiere cambios y, junto a fundaciones y empresas, hoy intenta transitar en ese camino.
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Los hub solares
Así como en Boa Esperança, en el mundo hay más de una veintena de estos recintos de energía solar. Tienen por nombre Solar Community Hubs y son una iniciativa impulsada por Computer Aid, una organización sin fines de lucro, cuya primera unidad solar se construyó en Lagos, Nigeria, y a partir de ahí se ha extendido a Sudáfrica, Kenia, Marruecos, México, Brasil (el de Boa Esperança) y Colombia (en Cazucá, Soacha, que fue inaugurado en 2016).
Para hacer realidad el primer hub solar en la Amazonia, Computer Aid se unió con las empresas tecnológicas Dell Technologies e Intel, en colaboración con la Fundación Amazonia Sustentable (FAS).
La idea empezó a tomar forma en 2021, cuando estas organizaciones eligieron a Boa Esperança y a sus habitantes como los beneficiarios de la iniciativa de los Solar Community Hubs. Luego del arribo de los contenedores y la tecnología solar, las entidades detrás de la iniciativa empezaron a trabajar junto a la comunidad para adecuar este recinto.
Hombres y mujeres de la zona se sumaron a este propósito y, mientras adecuaban el hub, lo fueron “haciendo suyo”: recubrieron todo el exterior con madera local con el propósito de disminuir la temperatura al interior del recinto. Cada una de estas personas dejó su huella en el hub, literalmente, pues con pintura dejaron plasmadas las manos que contribuyeron a llevar la conectividad al bosque amazónico brasileño.
“Queremos mejorar el mundo con la tecnología. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo en SCH”, dijo Claudia Muchaluat, directora general de Intel Brasil.
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Cambios en Boa Esperança
Desde marzo de 2022, la unidad solar de Boa Esperança es una realidad. Esta funciona en su totalidad con energía solar y, como lo señalaron las empresas detrás de la iniciativa (Intel y Dell) proporciona acceso a internet, computadores y otros servicios que se desprenden de estas tecnologías para 420 personas (beneficiadas en el último año).
A este hub solar no solo acuden locales, sino también otras comunidades ribereñas e indígenas atraídas por las ventajas de la tecnología, por lo que la cifra de beneficiados puede sobrepasar los 1.000, muchos de los cuales nunca habían navegado por internet o manipulado un computador, lo que más que un dato anecdótico también resalta la brecha de uso y apropiación que separa dos cosas fundamentales: acceder a una máquina y saber qué hacer con ella.
Entrar al hub es dejar de oír el barullo de los pájaros y los insectos amazónicos, para escuchar el tecleo de los computadores. En este lugar, jóvenes y adultos aprenden de turismo, agricultura y administración de tierras, cuidado de la salud, herramientas informáticas, entre otros contenidos. De acuerdo con la comunidad, en este momento hay personas cursando carreras universitarias en modalidad virtual y los niños aprenden de conservación de la biodiversidad mediante recursos online.
Marilson Rodrigo da Silva, coordinador técnico de proyectos de la Fundación Amazonia Sustentable (FAS), da cuenta de los impactos reales del hub en la cotidianidad de la comunidad. Da Silva dice que los productores de harina han aprendido Excel para llevar un mejor control de la producción de sus cultivos. Y añade que, con la conectividad que proporciona esta infraestructura, las familias de la zona están más comprometidas con la conservación, puesto que el hub también permite el monitoreo ambiental frente al avance de la deforestación en la región. En 2022, funcionarios de FAS capacitaron a siete jóvenes para el cuidado de 13,5 hectáreas de bosque nativo y 211 hectáreas de capoeira (un tipo de vegetación).
Asimismo, la conexión a internet ha permitido que la telemedicina llegue a Boa Esperança. Desde que el hub solar entró en operación, todos los miembros de la comunidad han sido atendidos de forma online por profesionales médicos que están en ciudades como São Paulo. En la misma línea, la comunidad ha aprendido a realizar un triage efectivo y así actuar de la mejor manera ante una emergencia médica. Por otro lado, al hub le fue instalado un sistema de captación y filtrado de agua lluvia que facilita el acceso a la comunidad al agua potable.
Así funciona el hub solar
El Solar Community Hub del Amazonas cuenta con 18 paneles solares en su techo. Para conectarse a internet usa ondas de radio y proporciona una velocidad de conexión de aproximadamente 100 megabytes por segundo (Mb/s). No obstante, se tiene contemplado transitar a una conexión vía satelital, a través del servicio Starlink (de Elon Musk).
“En un principio, los Solar Community Hubs se orientaban a la educación, pero fueron evolucionando y hoy son centros de servicios basados en tecnología y la energía solar. En Brasil hay regiones con grandes necesidades; el Amazonas es un territorio remoto y las personas tienen dificultades de acceso a servicios. Buscábamos una comunidad lejana y que estuviera abierta a abrazar la tecnología y a trabajar con nosotros, y por eso elegimos a Boa Esperança”, explica Leonardo Tiajaru, gerente de ESG de Dell para Latinoamérica.
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¿Un proyecto de largo aliento?
Maria Ana Hipi da Costa, más conocida como doña Ana, es la lideresa de la comunidad de Boa Esperança. Sobre la iniciativa conjunta de Intel, Dell y FAS opina que “la fama de esto (el hub) se extiende muy lejos y muchas personas vienen aquí para ser atendidas. Llegó para unir a toda una comunidad”.
Si bien el liderazgo de los más mayores ha impulsado el hub solar, los jóvenes se han apropiado de este. Además, de ellos depende la continuidad del proyecto, dado que las compañías detrás de la iniciativa contemplan ir disminuyendo sus inversiones paulatinamente, para que así la infraestructura pase a ser 100 % comunitaria.
Y ya se ven brotes verdes de lo anterior. Por ejemplo, Isaías Hipi, hijo de doña Ana, es actualmente profesor de informática en el hub de Boa Esperança, labor que realiza por pura pasión.
Estas empresas coinciden en que, en un futuro próximo, cuando el hub sea operado y mantenido en su totalidad por la comunidad, esto será una forma de apostarle al empoderamiento de sus miembros y así “enseñarles a pescar”, como dice el refrán.
Una semilla fue plantada en Boa Esperança y su comunidad deberá preguntarse: ¿estamos en capacidad de asumir la operación del hub para que esta historia, como el bosque que rodea a la comunidad, eche raíces?
*Este viaje se realizó por invitación de Intel.