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Si no ha estado muy pendiente de las noticias últimamente, puede que no esté muy enterado de que hay una crisis global de producción que amenaza el desempeño de varias industrias, desde los fabricantes de teléfonos celulares, hasta los de automóviles. Y no, no se trata de la pandemia, aunque está relacionada parcialmente con ella.
La crisis de la que hablamos es bastante más silenciosa, mucho menos letal (nadie muere per se por ella), pero sus efectos económicos igual han demostrado ser globales y profundos.
Se trata de la escasez de chips y semiconductores, piezas de tecnología vitales para prácticamente cualquier dispositivo que funcione con electricidad por estos días y que, en parte debido a la pandemia, ha generado problemas en la cadena de producción y abastecimiento de varias industrias.
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Para 2020, las ventas de semiconductores llegaron a US$439.000 millones, un aumento del 6,5 % frente a los números registrados en 2019 (US$412.300 millones), de acuerdo con la SIA, gremio global de los fabricantes de esta tecnología. El incremento se explica como efecto colateral del COVID-19: las necesidades de la vida remota dispararon la demanda de todo tipo de aparatos electrónicos (desde portátiles y celulares, hasta las olvidadas impresoras de casa, por poner un ejemplo).
Y esto se dio en medio de problemas de producción en todo el mundo por cuenta de las restricciones para mitigar el avance de la pandemia, que pegó primero en varios países de Asia, en donde se concentra una porción importante de la fabricación de estos dispositivos.
Estamos hablando de un escenario de tormenta perfecta, con concentración de fabricantes, un salto en la demanda, además de una pandemia que impulsó sus propias restricciones y problemas de producción. Y bueno, a esto hay que sumarle otros elementos.
En este punto, es probable que la situación empeore antes de mejorar. La rara tormenta invernal en Texas acabó con franjas de la producción estadounidense. Un incendio en una fábrica clave de Japón cerrará las instalaciones durante un mes. Samsung Electronics advirtió sobre un “grave desequilibrio” en la industria, al tiempo que Taiwan Semiconductor Manufacturing dijo que no puede mantenerse al día con la demanda a pesar de tener sus plantas a más de 100 % de su capacidad.
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El problema con los chips nació de un comprensible error de cálculo cuando la pandemia de coronavirus golpeó el año pasado. A medida que el COVID-19 comenzó a extenderse desde China al resto del mundo, muchas empresas anticiparon que la gente reduciría los costos en tanto que los tiempos se pusieran difíciles.
Las personas que quedaron atrapadas en casa comenzaron a comprar tecnología, y siguieron comprando. Compraron mejores computadoras y pantallas más grandes para poder trabajar de forma remota. Les dieron a sus hijos nuevas computadoras portátiles para el aprendizaje a distancia. Adquirieron televisores 4K, consolas de juegos, espumadores de leche, freidoras y licuadoras de inmersión para hacer la vida en cuarentena más agradable. La pandemia se convirtió en un Black Friday extendido.
El problema con las consolas
La crisis, claramente, también le ha pegado a los fabricantes de consolas de videojuegos. En febrero de este año, Sony aseguró que probablemente no cumpliría su meta de ventas de este año para la PS5 por cuenta de la escasez de chips. Microsoft, fabricante de Xbox, proyectó que los problemas en las líneas de producción se irían bien entrado el segundo semestre del año.
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La situación para fabricantes como Sony o Microsoft es, de cierta forma, crítica: ambos lanzaron las versiones más recientes de sus consolas a finales del año pasado, por lo que el desempeño en ventas de éste es vital para todo el andamiaje detrás de estos dispositivos. Dicho de otra forma: quien logre ganar la guerra de las consolas puede recibir un impulso extra para el ecosistema alrededor de su marca, un asunto que incluye también a los diseñadores de los videojuegos.
Por ejemplo, Sony había estimado el año pasado que para finales del mes pasado tendría en el mercado unos 15 millones de PS5. Sin embargo, según cifras citadas por Bloomberg, este número es de sólo 11 millones, en parte por los problemas que ha tenido con AMD, uno de los mayores fabricantes de chips del planeta.
Por cierto, AMD es otra de las compañías que anticipa que los problemas de abastecimiento de chips podrían extenderse al segundo semestre de este año.
De acuerdo con cifras de la industria (firmas de análisis de mercado y gremios del sector, principalmente), los juegos de consola llegaron a más de 720 millones de personas el año pasado, un crecimiento de casi 7 % (uno de los más pronunciados en media década). A pesar de la pandemia, la industria tuvo un crecimiento de más de 9 % en 2020.
Pero esas cifras bien podrían verse impactadas por los problemas en la cadena logística de la industria por cuenta de la escasez global de chips.