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Los habitantes de países desarrollados no suelen pensar sobre el clima en términos de vida o muerte. Pero millones de personas en el mundo en desarrollo no tienen otra opción. Los países ricos tienen gobiernos estables, cuentas de ahorros, seguros y mucho más para apoyarse cuando se desata un desastre. Las personas en los países más pobres no, por lo que normalmente tienen que tomar duras decisiones en época de sequía: ¿vender el único buey por comida y labrar a mano el año que viene? ¿Sacar a los niños de la escuela y ponerlos a trabajar talando leña para conseguir dinero extra? ¿Abandonar la granja y a la familia para buscar trabajo en la ciudad?
Pero ahora, nueva información sobre precipitaciones está intentando cambiar todo esto. (Lea "La ingeniosa idea de una ciudad japonesa para enseñar cómo sobrevivir a un tsunami")
La serie de datos, llamada CHIRPS (abreviatura en inglés de Grupo de datos de Estaciones de Amenazas Climáticas y Precipitaciones Infrarrojas) incorpora información de estaciones y satélites meteorológicos con una precisión extraordinaria, proporcionando un registro detallado de precipitaciones globales desde hace más de 30 años. Al hacer posible la comparación de patrones de lluvia actuales con promedios históricos a escala barrial para casi todo el mundo, CHIRPS proporciona un sistema de alarma temprano para la sequía, haciendo posible que agencias de desarrollo, compañías de seguros y otros activen de forma más efectiva estrategias para adaptarse a los cambios.
Por ejemplo, durante El Niño, un calentamiento periódico del Océano Pacífico tropical que distorsiona los patrones climáticos mundiales y que se puede estar volviendo más intenso debido al cambio climático, las condiciones pueden empeorar horriblemente, especialmente para las comunidades rurales agrícolas lejanas que dependen de lluvias estables para ganarse la vida.
“Ahora podemos identificar de forma precisa lo horribles que son las cosas” y poner en marcha las ayudas necesarias, dice Pete Peterson, quien dirigió el desarrollo del nuevo conjunto de datos, que fue publicado en febrero de 2015 por el Grupo de Amenazas Climáticas de la Universidad de California, Santa Barbara.
Combinando datos
CHIRPS fue creado por Chris Funk, uno de los compañeros de Peterson. A principios de la década pasada, Funk había estado trabajando en Etiopía para la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna o FEWS NET, un proyecto de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, cuando los investigadores de la Universidad de Reading en el Reino Unido crearon una técnica para combinar estimaciones de precipitaciones por satélite sobre África con observaciones de escasas precipitaciones desde estaciones meteorológicas terrestres.
Funk identificó rápidamente el valor que tal enfoque tendría para mejorar la capacidad de FEWS NET para identificar hambrunas emergentes de forma temprana y para que los organismos de ayuda pudiesen responder de forma rápida. CHIRPS usa este enfoque, con mejoras significativas, y lo extiende a todo el planeta.
El equipo de Santa Barbara desarrolló el conjunto de datos de CHIRPS a través de una colaboración meticulosa con meteorólogos de todo el mundo, quienes proporcionaron datos antiguos de estaciones meteorológicas, a veces en polvorientos registros de papel. Tras digitalizar los datos de las estaciones meteorológicas locales, los miembros del equipo los usaron para estimar minuciosamente las precipitaciones en todo el mundo basados en observaciones hechas desde satélites meteorológicos. Después combinaron esta última información con un mapa global que explica detalladamente cómo varían las lluvias por localización y elevación a escala local para realizar estimaciones aún más precisas.
Nunca ha existido nada como CHIRPS hasta ahora. Esta herramienta es 100 veces más minuciosa que intentos previos de combinar datos satelitales y terrestres de lluvias y proporciona una cobertura sin precedentes transversal al tiempo y las locaciones.
Y lo mejor de todo, gracias a que ha sido financiado mediante subvenciones, los datos están disponibles libremente — una bendición para los organismos de ayuda carentes de fondos. Para algunos lugares remotos en América Latina y en el Sudeste Asiático, esta es la primera vez que se puede monitorear, a través del tiempo, una tendencia climática. La mayor revolución se encuentra en lugares como América Central y el Pacífico. “Antes de CHIRPS, no existía ningún tipo de buena monitorización aquí”, dice Funk.
Señalando la atención a la sequía
Cuando pensamos en los asuntos principales del cambio climático, normalmente pensamos en tragedias como la que está ocurriendo en Etiopía este año: ha habido una sequía terrible, y actualmente los suministros de alimentos han disminuido drásticamente.
Las escasas lluvias durante la principal estación de cultivo de Etiopía están considerablemente conectadas a El Niño. Durante el principal desastre de sequía en Etiopía en 1984, justo después del poderoso El Niño de 1982-83, cientos de miles de personas murieron porque el gobierno exacerbó la hambruna en medio de una guerra civil, y la ayuda internacional se politizó.
Considerar cuánto ha llovido parece básico en aquellos países de los que poseemos muchos datos como los Estados Unidos. Pero en lugares como Etiopía es difícil encontrarse con datos veraces de estaciones meteorológicas. Así como parte del mundo en desarrollo está dejando atrás los combustibles fósiles y los teléfonos fijos por energías renovables y teléfonos móviles, monitorear las precipitaciones desde satélites elimina la necesidad de invertir y mantener miles de pluviómetros y ayuda a que agencias y gobiernos puedan tener un mejor registro de eventos climáticos extremos.
Gracias a CHIRPS y otras tecnologías, ahora podemos anticipar emergencias de sequía y ver cómo se desarrollan muchísimo mejor que en 1984. En julio del año pasado, el grupo de CHIRPS observó que su conjunto de datos mostraba una casi total falta de lluvia en partes de Etiopía, en una época que, normalmente, es la más húmeda del año. Funk se contactó con el servicio meteorológico etíope para verificar de forma independiente lo que, inicialmente, sospechaba que podía ser un error.
“Este proceso es nuevo y queremos asegurarnos de que no lo estamos haciendo mal” dice Funk. “Así que cuando vemos estas enormes anomalías, intentamos rastrearlas”. El sistema fue capaz de poner la escasa información de CHIRPS en contexto para producir una predicción del impacto de la sequía en plantas, lo que, combinado con informes de campo de ganado muerto y cosechas fallidas, indicaron un desastre en desarrollo.
Funk llama a la identificación temprana de la sequía de Etiopía la «mayor contribución» del equipo hasta ahora.
“Existe la respuesta a los desastres, y luego existe la adaptación mejorada, y lo último es lo que realmente queremos ver”, dice Funk. “A veces hacemos bien nuestro trabajo pero la acción no llega a tiempo. […] Este año, hay muchos desastres compitiendo. Es una tormenta perfecta”.
Informando a las aseguradoras
CHIRPS también está siendo determinante en llevar seguros a las regiones vulnerables del clima por primera vez. Durante 10 años, Etiopía ha sido un banco de pruebas para un nuevo tipo de seguro agrícola basado en las precipitaciones, llamado seguro basado en índices, que muestra un potencial para incrementar la resistencia a los desastres. La idea básica es que los agricultores de subsistencia puedan comprar el derecho a compensación financiera durante años de escasas lluvias a través de programas de seguros financiados por gobiernos y organismos de ayuda centrados en el clima. El problema es que hasta ahora ha sido un gran problema encontrar registros fiables de lluvias para establecer las tasas y determinar los pagos para aldeas remotas. Con la aparición de CHIRPS, este tipo de seguro podría estar disponible más rápidamente en áreas rurales que lo necesitan en todo el mundo.
Agrotosh Mookerjee, un actuario que asesora a gobiernos y proyectos humanitarios sobre seguros basados en el clima está considerando cambiarse al conjunto de datos de CHIRPS para expandir un proyecto en Zambia que usa medidas de precipitaciones por satélite para establecer tasas, determinar pagos y asegurar 60.000 hogares de agricultores. En Zambia, dice Mookerjee, algunos agricultores están a cientos de kilómetros de la estación meteorológica más próxima. Hay carencias en los datos y algunas estaciones meteorológicas antiguas han dejado de funcionar. Para expandir este proyecto aún más, Mookerjee necesita datos meteorológicos fiables para las comunidades rurales, y está considerando adoptar los de CHIRPS para la estación venidera.
Los proyectos de seguros como estos, que sirven a los productores de alimentos viviendo al borde de la supervivencia, han conseguido la atención de las Naciones Unidas y otras organizaciones que buscan enfoques basados en el mercado sobre la adaptación del cambio climático. El grupo de naciones del G7, por ejemplo, presentó una iniciativa recientemente para ayudar a que más de 400 millones de personas del mundo en desarrollo se acojan a algún tipo de seguro contra estos desastres para 2020.
No hay tiempo que perder
El clima de Etiopía está evolucionando hacia sequías más frecuentes, y cerca del 80 por ciento de los etíopes se ganan la vida con la agricultura, así que lo que se está observando este año puede que sea un presagio de futuros problemas. Y, por supuesto, Etiopía no es el único lugar que está en crisis actualmente. El Niño ha provocado sequías en gran parte de América Central, África Austral y el Sudeste Asiático y ha llevado inundaciones a Sudamérica. En cualquier parte del mundo en la que estas condiciones aparecen, CHIRPS está disponible para ayudar a agencias de ayuda sobrecargadas para que prioricen su atención al nivel local.
Mientras tanto, en Santa Barbara, Funk y sus compañeros ya están trabajando en su próximo proyecto: un conjunto de datos de CHIRPS sobre la temperatura global. El calor extremo puede perturbar el ganado y los cultivos en países en desarrollo tanto como la falta de lluvia —existen menos fuentes fiables de datos de temperatura que de datos de precipitaciones.
Y no hay tiempo que perder. Con la urgencia añadida de El Niño, el equipo de Santa Barbara está corriendo a contrarreloj para crear algo de valor para las personas más vulnerables en el planeta.
*La versión original de este texto fue publicada en el portal de Ensia. Fue reproducido por Global Voices con autorización. La traducción es de Francisco Fontao. Licencia Creative Commons.