La tecnología, más allá los celulares
El evento también alberga apuestas de largo plazo en sectores como investigación en salud o el diseño de nuevos materiales para la industria aeronáutica.
Santiago LaRotta/ @troskiller.
La tecnología es una hija, a veces bastarda, de la ciencia y la experimentación. Más allá de las selfis y las mejoras en procesamiento de imagen para generar filtros con cara de perro, buena parte de la industria móvil piensa un poco más en grande: analizar muestras de sangre para la detección temprana de infecciones, diseñar estándares de seguridad para internet de las cosas o desarrollar hologramas para interpretar imágenes diagnósticas.
Estos son algunos de los ejemplos de tecnología futura, y acaso en etapa de prototipo, que se encuentran en el pabellón más experimental del Mobile World Congress de Barcelona, el mayor evento de tecnología móvil del planeta.
Es un espacio refrescante y necesario en el marco de una feria dedicada a la parte más masiva del mercado. Aquí la cosa cambia un poco y una buena porción de los expositores son centros de investigación y universidades que, con ciertos proyectos, buscan alianzas para industrializar un dispositivo o una solución que bien podría cambiar el curso de las cosas en un campo específico.
Graphene Flasgship es una iniciativa apoyada por la Unión Europea que invierte más de 1.000 millones de euros en la investigación y el desarrollo del grafeno, un material que pareciera ser una especie de unicornio en tecnología: es el más delgado en este planeta, tiene una resistencia extrema (pues es 200 veces más fuerte que el acero), aunque con poco peso (un metro cuadrado no llega a un gramo) y su conductibilidad es mayor que la del silicio. El proyecto cuenta con unos 150 socios en 23 países.
Este año, dos de las iniciativas presentadas en el MWC incluyen la posibilidad de tener un detector de infecciones y virus mediante el análisis de sangre en un teléfono móvil. En pocas palabras, la tecnología utiliza el grafeno como un conector entre la electrónica de los dispositivos y los lectores fotónicos, que analizan la sangre mediante la proyección de luz infrarroja en la muestra.
“El grafeno permite integrar ambas cosas, plataformas electrónicas existentes con los métodos de medición de la sangre, un mayor volumen y menor costo de lo que tenemos ahora”, dice Arne Quellmalz, uno de los responsables del proyecto en el Instituto Real de Tecnología de Suecia.
Por su parte, Filippo Valorosi, del Instituto Italiano de Tecnología, trabaja en combinar grafeno con placas de fibra de carbón para instalar en las alas de los aviones y mejorar los procesos de descongelamiento. “El grafeno distribuye más homogéneamente la temperatura debido a su alta conductividad térmica, que está entre las más altas de cualquier material conocido”, cuenta.
HoloDigilog es el acrónimo, en inglés, para el Human Media Research Center, que, entre otras cosas, se enfoca en desarrollar hologramas con los cuales se pueda interactuar. El centro arrancó actividades hace casi una década y en 2011 fue nombrado la institución nacional más destacada en investigación en ingeniería de Corea del Sur.
Este centro persigue una tecnología que parece salida de Star Wars. Uno de sus portavoces reconoce que, aunque tiene una representación en la ciencia ficción, los beneficios potenciales del desarrollo pueden sentirse en campos como la medicina o la producción y distribución de noticias y entretenimiento.
La institución combina el talento de al menos siete universidades en este país y colabora con 15 compañías y 50 centros de investigación internacionales, como el MIT, la Universidad de Cambridge (ambas en EE. UU.) y la Ben-Gurion (Israel).
Cerca del stand de HoloDigilog hay por lo menos dos compañías (ambas japonesas) dedicadas a fabricar sensores para analizar el estado de los alimentos en una línea de producción (pero con dispositivos del tamaño de la yema de un dedo) o medidores de oxígeno para el sector salud.
Este espacio del MWC también acoge a entidades como la Alianza LoRa, que se dedica a desarrollar protocolos y estándares para la llamada internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), que representa una de las tendencias más fuertes en el Congreso, así como uno de los sectores que más preocupan a los expertos en seguridad digital en el mundo.
En una presentación el martes, Cristopher Young, presidente de la firma McAfee, reconoció que IoT es uno de los sectores más vulnerables en el ecosistema digital (así como uno de los espacios de mayor lucro para las firmas de ciberseguridad). La creación de estándares de seguridad es una de las tareas más urgentes para cerrar las brechas y problemas futuros de un renglón de la tecnología que ha evolucionado sin ningún control o actor central.
El pabellón también alberga un grupo de empresas fabricantes de drones. Hay un poco de todo: desde dispositivos que no superan el tamaño de un celular (con autonomía de cuatro minutos de vuelo), hasta vehículos con óptica especializada en la revisión de infraestructura, uno de los segmentos que más están impulsando la adopción de drones a escala industrial.
“Claro, la gente suele interesarse por los drones más sencillos y baratos, pero lo que hemos visto es que el mercado se está diversificando y creciendo lo suficiente como para soportar todo tipo de vehículos: pequeños y livianos, hasta equipos con cámaras y sensores sofisticados. Es un crecimiento sostenido y que, anticipamos, se mantendrá en el futuro cercano”, de acuerdo con un portavoz de Aee Aviation Technology, una firma con sedes en Europa, China y Norteamérica.
La tecnología es una hija, a veces bastarda, de la ciencia y la experimentación. Más allá de las selfis y las mejoras en procesamiento de imagen para generar filtros con cara de perro, buena parte de la industria móvil piensa un poco más en grande: analizar muestras de sangre para la detección temprana de infecciones, diseñar estándares de seguridad para internet de las cosas o desarrollar hologramas para interpretar imágenes diagnósticas.
Estos son algunos de los ejemplos de tecnología futura, y acaso en etapa de prototipo, que se encuentran en el pabellón más experimental del Mobile World Congress de Barcelona, el mayor evento de tecnología móvil del planeta.
Es un espacio refrescante y necesario en el marco de una feria dedicada a la parte más masiva del mercado. Aquí la cosa cambia un poco y una buena porción de los expositores son centros de investigación y universidades que, con ciertos proyectos, buscan alianzas para industrializar un dispositivo o una solución que bien podría cambiar el curso de las cosas en un campo específico.
Graphene Flasgship es una iniciativa apoyada por la Unión Europea que invierte más de 1.000 millones de euros en la investigación y el desarrollo del grafeno, un material que pareciera ser una especie de unicornio en tecnología: es el más delgado en este planeta, tiene una resistencia extrema (pues es 200 veces más fuerte que el acero), aunque con poco peso (un metro cuadrado no llega a un gramo) y su conductibilidad es mayor que la del silicio. El proyecto cuenta con unos 150 socios en 23 países.
Este año, dos de las iniciativas presentadas en el MWC incluyen la posibilidad de tener un detector de infecciones y virus mediante el análisis de sangre en un teléfono móvil. En pocas palabras, la tecnología utiliza el grafeno como un conector entre la electrónica de los dispositivos y los lectores fotónicos, que analizan la sangre mediante la proyección de luz infrarroja en la muestra.
“El grafeno permite integrar ambas cosas, plataformas electrónicas existentes con los métodos de medición de la sangre, un mayor volumen y menor costo de lo que tenemos ahora”, dice Arne Quellmalz, uno de los responsables del proyecto en el Instituto Real de Tecnología de Suecia.
Por su parte, Filippo Valorosi, del Instituto Italiano de Tecnología, trabaja en combinar grafeno con placas de fibra de carbón para instalar en las alas de los aviones y mejorar los procesos de descongelamiento. “El grafeno distribuye más homogéneamente la temperatura debido a su alta conductividad térmica, que está entre las más altas de cualquier material conocido”, cuenta.
HoloDigilog es el acrónimo, en inglés, para el Human Media Research Center, que, entre otras cosas, se enfoca en desarrollar hologramas con los cuales se pueda interactuar. El centro arrancó actividades hace casi una década y en 2011 fue nombrado la institución nacional más destacada en investigación en ingeniería de Corea del Sur.
Este centro persigue una tecnología que parece salida de Star Wars. Uno de sus portavoces reconoce que, aunque tiene una representación en la ciencia ficción, los beneficios potenciales del desarrollo pueden sentirse en campos como la medicina o la producción y distribución de noticias y entretenimiento.
La institución combina el talento de al menos siete universidades en este país y colabora con 15 compañías y 50 centros de investigación internacionales, como el MIT, la Universidad de Cambridge (ambas en EE. UU.) y la Ben-Gurion (Israel).
Cerca del stand de HoloDigilog hay por lo menos dos compañías (ambas japonesas) dedicadas a fabricar sensores para analizar el estado de los alimentos en una línea de producción (pero con dispositivos del tamaño de la yema de un dedo) o medidores de oxígeno para el sector salud.
Este espacio del MWC también acoge a entidades como la Alianza LoRa, que se dedica a desarrollar protocolos y estándares para la llamada internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), que representa una de las tendencias más fuertes en el Congreso, así como uno de los sectores que más preocupan a los expertos en seguridad digital en el mundo.
En una presentación el martes, Cristopher Young, presidente de la firma McAfee, reconoció que IoT es uno de los sectores más vulnerables en el ecosistema digital (así como uno de los espacios de mayor lucro para las firmas de ciberseguridad). La creación de estándares de seguridad es una de las tareas más urgentes para cerrar las brechas y problemas futuros de un renglón de la tecnología que ha evolucionado sin ningún control o actor central.
El pabellón también alberga un grupo de empresas fabricantes de drones. Hay un poco de todo: desde dispositivos que no superan el tamaño de un celular (con autonomía de cuatro minutos de vuelo), hasta vehículos con óptica especializada en la revisión de infraestructura, uno de los segmentos que más están impulsando la adopción de drones a escala industrial.
“Claro, la gente suele interesarse por los drones más sencillos y baratos, pero lo que hemos visto es que el mercado se está diversificando y creciendo lo suficiente como para soportar todo tipo de vehículos: pequeños y livianos, hasta equipos con cámaras y sensores sofisticados. Es un crecimiento sostenido y que, anticipamos, se mantendrá en el futuro cercano”, de acuerdo con un portavoz de Aee Aviation Technology, una firma con sedes en Europa, China y Norteamérica.