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A pesar de que millones de personas han migrado hacia el trabajo desde sus casas, laborar de forma remota no es una opción para todas las industrias. La pandemia ha puesto una presión inusitada sobre los sistemas de trabajo y la economía en todo el mundo, pero sus efectos no se sienten de manera similar en todo lado ni impactan de la misma forma a todos los individuos.
La Organización Mundial del Trabajo, por ejemplo, asegura que la crisis actual afecta especialmente a las mujeres, trabajadores en posiciones vulnerables (sin acceso a beneficios de salud o con acceso limitado a seguridad social) y a los informales. Cabe anotar que en Latinoamérica, 60 % de los trabajadores son considerados informales y 58 % de éstos, se estima, viven en condiciones de vulnerabilidad económica.
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En la medida en que los negocios luchan para reabrir sus puertas, y los trabajadores dependen de que lo hagan, muchos empleadores están comenzando a emplear tecnologías experimentales como una ayuda para navegar los riesgos de infección de COVID-19 en su fuerza de trabajo.
En los últimos meses, docenas de nuevas aplicaciones y dispositivos han llegado al mercado con la promesa de ayudar a mitigar los riesgos que el COVID-19 representa para los lugares de trabajo.
Por ejemplo, algunas tecnologías buscan rastrear la proximidad entre personas para estimar si dos trabajadores están manteniendo la distancia de dos metros indicada como medida de mitigación para el nuevo coronavirus; estos datos pueden ser usados para notificar a los trabajadores de potenciales exposiciones al COVID-19. Proximidad descentralizada por Bluetooth es una de las aproximaciones tecnológicas para medir el contacto entre personas que más minimiza los potenciales problemas de privacidad.
Si bien algunos empleadores están utilizando la tecnología con estos fines, otros están utilizando estas herramientas para rastrear a sus trabajadores con datos de GPS de sus dispositivos móviles, incluso cuando éstos se encuentran por fuera del lugar de trabajo: los datos de geolocalización son información sensible, por un lado, pero, por el otro, no son lo suficientemente granulares como para identificar contactos cercanos en pro de la mitigación del COVID-19.
Otras compañías les piden a sus empleados que entreguen información sobre su estado de salud todos los días. Algunas revisiones pueden ser simples e incluir un par de preguntas que se responden con sí o no, pero otros están recolectando datos más granulares. Entre más información obtenga una compañía, hay mayores riesgos de que pueda ser usada para detectar otras condiciones, o efectos colaterales de tratamientos, que nada tienen que ver con el COVID-19.
Encuestas de salud y aplicaciones de rastreo de contactos
Una de las categorías más comunes en la tecnología para mitigar la expansión del COVID-19 son las aplicaciones que le piden a los trabajadores que reporten su estado de salud. Una de estas es ProtectWell, desarrollada por Microsoft en cooperación con United Health, una compañía ubicada en Minnesota (EE.UU.).
La aplicación les permite a las organizaciones diseñar sus propios cuestionarios sobre el estado de salud de sus empleados. La información entregada a través de la aplicación no tiene las protecciones de los datos médicos y le permite a United Health compartir resultados de pruebas con el empleador, sin el consentimiento del trabajador, por ejemplo.
Otro ejemplo es Check-in, una suite de productos desarrollados por Price Waterhouse Cooper (PwC). La compañía les ofrece a sus clientes una aplicación que combina rastreo de ubicación mediante GPS con una herramienta que monitorea la productividad de los empleados. Una vez es descargada, la app activa el wifi y el Bluetooth para rastrear qué trabajadores han tenido contactos cercanos y utiliza el GPS del teléfono para determinar cuándo están en las instalaciones de la empresa.
PwC no provee información detallada acerca de las capacidades de rastreo de ubicación de la app. Un portavoz explicó que los datos recolectados son facilitados a los gerentes para ayudar a rastrear quién pudo haber estado en contacto con un paciente de COVID-19. La empresa no ha demostrado que los empleados hayan dado su consentimiento para este tratamiento de sus datos. Pero incluso si la política de la app pide el consentimiento, esta autorización resulta cuestionable, en la medida en que el trabajador depende económicamente de la empresa y, por tanto, su elección no representa una decisión real.
Además de aplicaciones móviles, los empleadores también pueden utilizar hardware para controlar las infecciones de COVID-19 en su organización. Muchas compañías han implementado sistemas inteligentes de video y visión para monitorear si los trabajadores están manteniendo las distancias de seguridad.
Estos productos son, efectivamente, herramientas de monitoreo de los lugares de trabajo que, a la vez, procesan cantidades enormes de información personal, comenzando por los rostros y otros datos biométricos de los empleados.
Si bien, los proveedores de este tipo de tecnologías apuntan a reducir la expansión del coronavirus al interior de las organizaciones, muchas de estas tecnologías representan amenazas severas a la privacidad de los trabajadores, entre otros derechos fundamentales.
Además, una amplia cantidad de estas herramientas no han sido suficientemente probadas.
Si bien los empleadores deben hacer todo lo que puedan para que sus trabajadores estén a salvo y sanos, este tipo de esfuerzos no puede venir con el costo colateral de afectar la privacidad de los empleados.
*La versión original de este texto fue publicada por la Electronic Frontier Fundation bajo una licencia Creative Commons. Puede ser consultado aquí.