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En un informe presentado este año por Digital Science y Figshare, compañías de manejo de datos, se dieron a conocer los resultados de una encuesta realizada a 2.000 investigadores para evaluar el panorama mundial sobre datos abiertos y prácticas de intercambio. Los académicos expresaron su opinión frente a la apertura de sus propios datos de investigación y los incentivos que recibirían a cambio.
Parte de las inquietudes que surgieron entre los científicos fueron si el fácil acceso a su información significaría más trabajo para ellos sin ningún reconocimiento o una posible demanda en caso de compartir datos errados. También, si era una manera de que otros ganaran ingresos a expensas de su labor o si podrían poner en duda sus análisis y conclusiones.
En todo caso, a pesar de la incertidumbre, aproximadamente tres cuartos de los encuestados ya han compartido sus investigaciones con el público, especialmente académicos del área de ciencias sociales. Con miras hacia el futuro, el informe concluye que el 90% de los científicos que nunca han compartido los resultados de sus investigaciones, piensan hacerlo en el futuro para colaborar a otros académicos en sus trabajos.
Sin embargo, el gran problema está en la desconfianza de los entrevistados con respecto a las remuneraciones que recibirían en caso de intercambiar sus datos y las licencias para compartirlos. Prueba de ello es que el 60% de los académicos no están seguros de las condiciones de concesión de licencias que permitirían a otros acceder y reutilizar sus datos. Inclusive, temen no saber quién cubriría los costos de la apertura de su información. Ante esto, el 50% de los académicos aseguró necesitar orientación sobre el cumplimiento de las políticas que regirían a sus posibles financiadores.
Latinoamérica y el libre intercambio de datos
El cono sur es el segundo continente, después de Asia, menos familiarizado con la práctica de intercambio de datos. El 69% de los académicos latinos conocen la posibilidad de que otras personas accedan, reutilicen y redistribuyan los resultados de sus investigaciones, siendo Brasil el único país donde los científicos están familiarizados con este tema. Australasia, por su parte, es el continente con más académicos enterados del libre intercambio de datos con un 87%.
El desafío, entonces, es promover la producción y consumo de la información que normalmente sería reservada. Así como también es crucial desarrollar una política donde se reglamente el libre intercambio de datos y los beneficios para los académicos que comparten los resultados de sus investigaciones. Según Sir Nigel Shadbolt, cofundador del Instituto de Datos Abiertos, el intercambio de información “permitiría que hubiera un colectivo de genios, incluyendo miles de investigadores, que podrían hacer más análisis e invenciones que un individuo aislado con sus datos propios”.