Lenovo planta su bandera
En la primera edición de esta feria en Pekín, la firma tecnológica reafirmó sus lazos con Microsoft e Intel y se enfocó en inteligencia artificial y hologramas, los puntos de discusión.
Juan David Torres Duarte (Pekín, China)
En China, la tecnología es una rama del misticismo. En el Centro de Convenciones de China, en Pekín, más de 3.500 personas de edades dispares se congregaron el jueves, desde muy temprano, frente a un auditorio que parecía en esencia un montaje musical o el sagrado atril de una misión evangelizadora: una pantalla rutilante y anchurosa al fondo, dos torres como cíclopes vigilantes a lado y lado, amplificadores con bajos bramantes, luces fosforescentes desde los tonos más cegadores del amarillo hasta el verde más pasivo. Lenovo presentaba su nueva imagen (y sus adelantos tecnológicos) después de 32 años de creación.
Fue en 1983 cuando se fundó con un nombre distinto, sonoro aunque común: Legend. Por entonces, Legend era una empresa pequeña que proponía soluciones tecnológicas en una economía todavía cerrada al mundo, sometida a su propio interior. El fracaso (siempre posible) parecía la única certeza. Fue abriéndose, sin embargo, hasta el punto que a principios de este año compró Motorola y en esos 32 años ha llenado su bolsa con IBM, NEC (Japón) y CCE (Brasil).
Entendieron que los productos tienen que ajustarse a la gente y no al revés. Entendieron que la tecnología permite crear una vida más práctica y que el usuario es quien da sentido a esa practicidad. Están en los primeros lugares del mercado de los PC en Rusia, Sudáfrica, Brasil, China e India. Por eso Liu Jun, presidente de la sección de móviles de Lenovo, fue recibido en el escenario con ovaciones y gritos y acaso con la misma inspirada obsesión que se prodiga a las estrellas. Por eso cada vez que alguno de los expositores decía que la tecnología era un modo de la creación y la inteligencia humanas, y que ustedes, los usuarios, serían los creadores de la tecnología de Lenovo, se ponían de pie y en ocasiones, como un ejército riguroso, lanzaban un solo grito que retumbaba más que la voz vibrante que venía de los amplificadores.
En una presentación de dos horas, Lenovo dio cara a su nueva imagen, introdujo algunos adelantos de productos que verán la luz el próximo año (ver recuadro) y, sobre todo, reafirmó sus intenciones de competir en un mercado que ya parece copado por Samsung y Apple: las tablets y los móviles. La reciente compra de Motorola, una compañía que apenas comienza el empalme con las maneras de Lenovo, resulta diciente en ese sentido: no es una forma de encontrar el éxito en el presente, sino de esperar mejores noticias en el futuro. Lenovo desea un mercado que todavía se le escapa de las manos —su línea Yoga de tablets tuvo cierto éxito, pero no tanto como se esperaba— y desea, además, ponerse a la vanguardia de sus productos. Eso fue, sobre todo, el Lenovo Tech World: una sutil declaración de ataque.
“No diré que el computador está muerto, que la tablet está muerta”, dijo Peter Hortensius, vicepresidente sénior de Lenovo. “Cada uno tiene su lugar”. Las variaciones sobre productos que ya son familiares, como el PC, comprenden un cambio que también es necesario dado el ambiente en que Lenovo intenta extenderse. No son sólo Apple y Samsung, también las interfaces, los sistemas de reconocimiento de imagen y voz y las posibilidades de la inteligencia artificial.
Lenovo no puede proveer eso por su propia mano, de modo que (como suele pasar en un mercado que se forma y en cuyos intereses se cruzan numerosas empresas) se unió a otras como Intel y Microsoft, que desarrollan programas de manera más efectiva, y los provee de manufactura y una entrada inicial a un mercado desconocido. Gianfranco Lanci, vicepresidente ejecutivo de la compañía, aceptó que su cercanía con Motorola les permitirá aprender del sistema Android.
Con la perspectiva de ampliar su influencia en China, que hace once meses y medio eliminó la ley del hijo único y tendrá un amplio cambio demográfico, Lenovo presentó productos cuya efectividad aún pende de ajustes. Dos fueron los temas esenciales de esas presentaciones: la inteligencia artificial (personificada en el sistema Cortana, de Microsoft) y los hologramas, una tecnología de Intel y que produjo robustas filas en su stand.
Ambas están relacionadas con un posible efecto práctico, incluso en las funciones más cotidianas. El CEO de Baidu, Robin Li, ejemplificó los desarrollos de inteligencia artificial en smartphones con un traductor que recibe comandos de voz y traduce de inmediato. Hace posible, en resumen, una conversación en tiempo real con alguien cuya lengua es desconocida. Su fiabilidad, sin embargo, todavía no está probada y en ese sentido un cambio de vanguardia (que requiere, ante todo, un cambio en la vida cotidiana de los usuarios) tardará.
La ambición de Lenovo es crear escuela y jugar en varios terrenos, como los móviles y las tabletas (donde hay muchos competidores), y con la esperanza de abrirse a mercados como Estados Unidos y (sonará a sorpresa) Corea del Norte. La apertura de Lenovo es signo de una época en que las empresas tecnológicas se rinden ante la competencia feroz y prefieren la cooperación mutua. El mercado, más allá de la innovación, ha formado ya sus prospectos, basados en un elemento esencial y sencillo, pero profundo: la utilidad. La gente, dijo Hortensius, podría escribir su tesis de doctorado en el móvil. Pero poder no significa deber.
Lanzamientos en el Tech World
En China, la tecnología es una rama del misticismo. En el Centro de Convenciones de China, en Pekín, más de 3.500 personas de edades dispares se congregaron el jueves, desde muy temprano, frente a un auditorio que parecía en esencia un montaje musical o el sagrado atril de una misión evangelizadora: una pantalla rutilante y anchurosa al fondo, dos torres como cíclopes vigilantes a lado y lado, amplificadores con bajos bramantes, luces fosforescentes desde los tonos más cegadores del amarillo hasta el verde más pasivo. Lenovo presentaba su nueva imagen (y sus adelantos tecnológicos) después de 32 años de creación.
Fue en 1983 cuando se fundó con un nombre distinto, sonoro aunque común: Legend. Por entonces, Legend era una empresa pequeña que proponía soluciones tecnológicas en una economía todavía cerrada al mundo, sometida a su propio interior. El fracaso (siempre posible) parecía la única certeza. Fue abriéndose, sin embargo, hasta el punto que a principios de este año compró Motorola y en esos 32 años ha llenado su bolsa con IBM, NEC (Japón) y CCE (Brasil).
Entendieron que los productos tienen que ajustarse a la gente y no al revés. Entendieron que la tecnología permite crear una vida más práctica y que el usuario es quien da sentido a esa practicidad. Están en los primeros lugares del mercado de los PC en Rusia, Sudáfrica, Brasil, China e India. Por eso Liu Jun, presidente de la sección de móviles de Lenovo, fue recibido en el escenario con ovaciones y gritos y acaso con la misma inspirada obsesión que se prodiga a las estrellas. Por eso cada vez que alguno de los expositores decía que la tecnología era un modo de la creación y la inteligencia humanas, y que ustedes, los usuarios, serían los creadores de la tecnología de Lenovo, se ponían de pie y en ocasiones, como un ejército riguroso, lanzaban un solo grito que retumbaba más que la voz vibrante que venía de los amplificadores.
En una presentación de dos horas, Lenovo dio cara a su nueva imagen, introdujo algunos adelantos de productos que verán la luz el próximo año (ver recuadro) y, sobre todo, reafirmó sus intenciones de competir en un mercado que ya parece copado por Samsung y Apple: las tablets y los móviles. La reciente compra de Motorola, una compañía que apenas comienza el empalme con las maneras de Lenovo, resulta diciente en ese sentido: no es una forma de encontrar el éxito en el presente, sino de esperar mejores noticias en el futuro. Lenovo desea un mercado que todavía se le escapa de las manos —su línea Yoga de tablets tuvo cierto éxito, pero no tanto como se esperaba— y desea, además, ponerse a la vanguardia de sus productos. Eso fue, sobre todo, el Lenovo Tech World: una sutil declaración de ataque.
“No diré que el computador está muerto, que la tablet está muerta”, dijo Peter Hortensius, vicepresidente sénior de Lenovo. “Cada uno tiene su lugar”. Las variaciones sobre productos que ya son familiares, como el PC, comprenden un cambio que también es necesario dado el ambiente en que Lenovo intenta extenderse. No son sólo Apple y Samsung, también las interfaces, los sistemas de reconocimiento de imagen y voz y las posibilidades de la inteligencia artificial.
Lenovo no puede proveer eso por su propia mano, de modo que (como suele pasar en un mercado que se forma y en cuyos intereses se cruzan numerosas empresas) se unió a otras como Intel y Microsoft, que desarrollan programas de manera más efectiva, y los provee de manufactura y una entrada inicial a un mercado desconocido. Gianfranco Lanci, vicepresidente ejecutivo de la compañía, aceptó que su cercanía con Motorola les permitirá aprender del sistema Android.
Con la perspectiva de ampliar su influencia en China, que hace once meses y medio eliminó la ley del hijo único y tendrá un amplio cambio demográfico, Lenovo presentó productos cuya efectividad aún pende de ajustes. Dos fueron los temas esenciales de esas presentaciones: la inteligencia artificial (personificada en el sistema Cortana, de Microsoft) y los hologramas, una tecnología de Intel y que produjo robustas filas en su stand.
Ambas están relacionadas con un posible efecto práctico, incluso en las funciones más cotidianas. El CEO de Baidu, Robin Li, ejemplificó los desarrollos de inteligencia artificial en smartphones con un traductor que recibe comandos de voz y traduce de inmediato. Hace posible, en resumen, una conversación en tiempo real con alguien cuya lengua es desconocida. Su fiabilidad, sin embargo, todavía no está probada y en ese sentido un cambio de vanguardia (que requiere, ante todo, un cambio en la vida cotidiana de los usuarios) tardará.
La ambición de Lenovo es crear escuela y jugar en varios terrenos, como los móviles y las tabletas (donde hay muchos competidores), y con la esperanza de abrirse a mercados como Estados Unidos y (sonará a sorpresa) Corea del Norte. La apertura de Lenovo es signo de una época en que las empresas tecnológicas se rinden ante la competencia feroz y prefieren la cooperación mutua. El mercado, más allá de la innovación, ha formado ya sus prospectos, basados en un elemento esencial y sencillo, pero profundo: la utilidad. La gente, dijo Hortensius, podría escribir su tesis de doctorado en el móvil. Pero poder no significa deber.
Lanzamientos en el Tech World