Lo que tiene que saber sobre los desnudos falsos que se usan para extorsionar
La sextorsión ha alcanzado un nuevo nivel por el uso malintencionado que le están dando los delincuentes a las inteligencias artificiales. ¿Cómo defenderse de esta amenaza?
Como su nombre lo indica, sextorsión se conoce al acto de extorsión que emplea material de desnudos o pornográfico en el que aparece la víctima. Usualmente se cobra una determinada cantidad de dinero a cambio de no publicar esas fotografías o videos.
Con el auge de las inteligencias artificiales, que son capaces de recrear imágenes, videos, audios y demás material multimedia a demanda, ya no hace falta que el victimario hackee el computador de su víctima, o la engañe para acceder a este tipo de material. Basca con tener una fotografía de su rostro para, mediante computación, pegarlo a un cuerpo desnudo o al de una persona que está cometiendo un acto sexual.
Lea también: Las “Fake News” evolucionan a “Deep Fakes”
A esto se le conoce como deep fake (o mentira profunda), lo que vendría siendo la evolución de las conocidas fake news (o noticias falsas). Si bien este no es un tema nuevo (de hecho, en El Espectador llevamos años alertando sobre las amenazas que implican este tipo de falsedades) el acceso cada vez más masivo que están teniendo las inteligencias artificiales han hallando el terreno para que delincuentes adelanten este tipo de extorsiones.
Hace un mes el FBI lanzó una alerta sobre el incremento de este tipo de ciberdelitos, en el que también se incluye el uso de fotografías de menores de edad para la creación de material con contenido de abuso sexual.
“Los actores maliciosos usan tecnologías y servicios de manipulación de contenido para explotar fotos y videos, generalmente capturados de la cuenta de redes sociales de un individuo, Internet abierto o solicitados por la víctima, en imágenes de temática sexual que parecen reales en semejanza a una víctima, luego circularlos en las redes sociales, foros públicos o sitios web pornográficos. Muchas víctimas, entre las que se incluyen menores, no saben que sus imágenes fueron copiadas, manipuladas y distribuidas hasta que otra persona les llamó la atención. Luego, las fotos son enviadas directamente a las víctimas por actores malintencionados para sextorsión o acoso, o hasta que se descubren en Internet. Una vez que circula, las víctimas pueden enfrentar desafíos importantes para evitar que se comparta continuamente el contenido manipulado o que se elimine de Internet”, explica el FBI.
Para Phil Muncaster, quien es investigador en la firma de seguridad informática ESET, el problema con estas tecnologías es que cada vez son más disponibles para cualquiera, a lo que se suma que su sofisticación está madurando al punto en que los resultados son bastante convincentes.
¿Qué hacer?
Batallar con una herramienta que pareciera hacer cualquier cosa con tan solo una fotografía, aparentemente es muy poco lo que podamos hacer para defendernos, entendiendo que casi todos tenemos perfiles en redes sociales en donde nuestro rostro es de fácil acceso.
En primer lugar, la gran defensa ante este tipo de amenazas es el refuerzo en los controles éticos y legales que tienen estos software de inteligencia artificial para funcionar. Entrenar a sus redes neuronales para hacer imposible la creación de este tipo de materiales es clave para detener su propagación.
Le puede interesar: Ojo con los videos “deepfake”, una nueva amenaza para la desinformación
Mientras las leyes y la ciberseguridad avanza en esta materia, tanto el FBI como ESET elaboraron una serie de recomendaciones que pueden mitigar este tipo de amenazas.
En primer lugar es importante revisar las configuraciones de privacidad de nuestras redes sociales, es decir, verificar quiénes tienen acceso a nuestras fotografías, y a quiénes se lo negamos. La recomendación es reducir el acceso a amigos, familiares, conocidos y demás personas que generen confianza.
“Siempre piénselo dos veces al publicar imágenes, videos y otro contenido personal. Teóricamente, el contenido más inocuo podría ser utilizado por malos actores sin su consentimiento para convertirse en un deepfake”, precisa ESET.
También se recomienda no enviar fotografías o videos a personas que no conoce (así el contacto lo hayan tenido mediante aplicaciones de citas o redes sociales). Desconfíe de aquellos “amigos” que comienzan a comportarse de forma inusual (es posible que su cuenta haya sido pirateada).
“Realice búsquedas periódicas en línea para identificar cualquier información personal o contenido de video/imagen que esté disponible públicamente. Considere realizar búsquedas inversas de imágenes para encontrar fotos o videos que se hayan publicado en línea sin su conocimiento”, agrega ESET.
Si llega a ser víctima de este tipo de extorsiones, y le piden dinero, la recomendación que dan los expertos es que no lo envíe; pues se ha demostrado que esto generará que le pidan más. En su lugar, denuncie ante las autoridades lo sucedido, así como en la plataforma de redes sociales correspondiente.
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Como su nombre lo indica, sextorsión se conoce al acto de extorsión que emplea material de desnudos o pornográfico en el que aparece la víctima. Usualmente se cobra una determinada cantidad de dinero a cambio de no publicar esas fotografías o videos.
Con el auge de las inteligencias artificiales, que son capaces de recrear imágenes, videos, audios y demás material multimedia a demanda, ya no hace falta que el victimario hackee el computador de su víctima, o la engañe para acceder a este tipo de material. Basca con tener una fotografía de su rostro para, mediante computación, pegarlo a un cuerpo desnudo o al de una persona que está cometiendo un acto sexual.
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A esto se le conoce como deep fake (o mentira profunda), lo que vendría siendo la evolución de las conocidas fake news (o noticias falsas). Si bien este no es un tema nuevo (de hecho, en El Espectador llevamos años alertando sobre las amenazas que implican este tipo de falsedades) el acceso cada vez más masivo que están teniendo las inteligencias artificiales han hallando el terreno para que delincuentes adelanten este tipo de extorsiones.
Hace un mes el FBI lanzó una alerta sobre el incremento de este tipo de ciberdelitos, en el que también se incluye el uso de fotografías de menores de edad para la creación de material con contenido de abuso sexual.
“Los actores maliciosos usan tecnologías y servicios de manipulación de contenido para explotar fotos y videos, generalmente capturados de la cuenta de redes sociales de un individuo, Internet abierto o solicitados por la víctima, en imágenes de temática sexual que parecen reales en semejanza a una víctima, luego circularlos en las redes sociales, foros públicos o sitios web pornográficos. Muchas víctimas, entre las que se incluyen menores, no saben que sus imágenes fueron copiadas, manipuladas y distribuidas hasta que otra persona les llamó la atención. Luego, las fotos son enviadas directamente a las víctimas por actores malintencionados para sextorsión o acoso, o hasta que se descubren en Internet. Una vez que circula, las víctimas pueden enfrentar desafíos importantes para evitar que se comparta continuamente el contenido manipulado o que se elimine de Internet”, explica el FBI.
Para Phil Muncaster, quien es investigador en la firma de seguridad informática ESET, el problema con estas tecnologías es que cada vez son más disponibles para cualquiera, a lo que se suma que su sofisticación está madurando al punto en que los resultados son bastante convincentes.
¿Qué hacer?
Batallar con una herramienta que pareciera hacer cualquier cosa con tan solo una fotografía, aparentemente es muy poco lo que podamos hacer para defendernos, entendiendo que casi todos tenemos perfiles en redes sociales en donde nuestro rostro es de fácil acceso.
En primer lugar, la gran defensa ante este tipo de amenazas es el refuerzo en los controles éticos y legales que tienen estos software de inteligencia artificial para funcionar. Entrenar a sus redes neuronales para hacer imposible la creación de este tipo de materiales es clave para detener su propagación.
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En primer lugar es importante revisar las configuraciones de privacidad de nuestras redes sociales, es decir, verificar quiénes tienen acceso a nuestras fotografías, y a quiénes se lo negamos. La recomendación es reducir el acceso a amigos, familiares, conocidos y demás personas que generen confianza.
“Siempre piénselo dos veces al publicar imágenes, videos y otro contenido personal. Teóricamente, el contenido más inocuo podría ser utilizado por malos actores sin su consentimiento para convertirse en un deepfake”, precisa ESET.
También se recomienda no enviar fotografías o videos a personas que no conoce (así el contacto lo hayan tenido mediante aplicaciones de citas o redes sociales). Desconfíe de aquellos “amigos” que comienzan a comportarse de forma inusual (es posible que su cuenta haya sido pirateada).
“Realice búsquedas periódicas en línea para identificar cualquier información personal o contenido de video/imagen que esté disponible públicamente. Considere realizar búsquedas inversas de imágenes para encontrar fotos o videos que se hayan publicado en línea sin su conocimiento”, agrega ESET.
Si llega a ser víctima de este tipo de extorsiones, y le piden dinero, la recomendación que dan los expertos es que no lo envíe; pues se ha demostrado que esto generará que le pidan más. En su lugar, denuncie ante las autoridades lo sucedido, así como en la plataforma de redes sociales correspondiente.
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