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Desde hace un buen tiempo, las noticias que salen de Yahoo suelen ser malas noticias: malas noticias para Yahoo. La empresa lleva una racha de malos resultados financieros que la han llevado a entregar algunos de los peores desempeños en la historia de una compañía que solía ser un sinónimo de internet.
Ahora, esta relación es un asunto que tenía sentido cuando la red sucedía sólo desde un computador y sólo a través de un navegador. Esto, claramente, no tiene nada que ver con los dispositivos móviles o con las aplicaciones. Y, claro, no cambiaron sólo los canales de producción y distribución de información y datos, sino también las formas de hacer dinero en estos nuevos formatos. La transitiva más sencilla en este caso es: si no dominas los nuevos canales, probablemente tampoco lo hagas con las formas de hacer dinero a través de ellos.
Parte del problema de Yahoo es un poco esto: una compañía que aún atrae una audiencia mensual de más de mil millones de visitantes, pero que quizá no sabe muy bien qué quiere y en esa confusión ha intentado ser de todo. Y en casi todo ha fallado, o al menos no ha triunfado lo suficiente como para satisfacer las expectativas de los inversionistas.
Y en medio de la tormenta se encuentra Marissa Mayer, la CEO de la empresa, quien prometió sacar a Yahoo del atolladero y, en cambio, se ha enfrascado en una suerte de lucha interna que ha resultado en la salida de más de un tercio de la fuerza de trabajo de la compañía (que en su mayoría ha salido por despidos, pero también por voluntad propia). En total, se estima que más de 1.100 personas han abandonado Yahoo en poco más de un año, incluyendo a varios de los ejecutivos más importantes de la empresa.
Estos ejecutivos incluyen a Henrique de Castro, quien solía ser parte del equipo de ventas en Google. De Castrio ingresó a Yahoo como el director de operaciones y salió de la compañía 15 meses después de ser contratado debido a sus pobres resultados. Su paquete de indemnización, sin embargo, sumó poco más de US$100 millones.
Antes de entrar a Yahoo, Mayer era una de las ejecutivas de mayor rango dentro de Google y la responsable del diseño y funcionalidad de una vasta lista de productos de la compañía que van desde el buscador, pasando por Gmail, hasta los mapas.
La historia cuenta que fue la empleada número 20 de Google y la primera ingeniera que en ser contratada por la empresa. En su antiguo trabajo, era una de las caras más públicas de una empresa cuyos fundadores tienen una reconocida aversión por la prensa, los inversionistas y, en cierto sentido, por todos los demás.
Con un máster en ciencias de la computación de la Universidad de Stanford, Mayer es una ingeniera con un sentido del estilo muy particular. Es el tipo de mezcla extraña entre la cultura de los datos que corre por las venas en empresas como Google, Yahoo o Facebook y un ojo limpio y sagaz para construir una estética para esos datos.
En cierto momento, el equipo de diseñadores de la división de búsqueda en Google estaba decidiendo de qué color sería la barra de herramientas de este producto. Había dos opciones, un azul suave y un tono más cerca del verde. Mayer se inclinaba por uno, pero decidió que era mejor probar con los mismos usuarios cuál de los 41 matices en el medio era el adecuado.
Mayer vive en un penthouse de US$5 millones en San Francisco, asiste a entrevistas para comentar cuáles son sus restaurantes favoritos en la ciudad o el mejor lugar para reparar zapatos en Silicon Valley. Sus fiestas son legendarias (no al nivel de Lindsay Lohan, por supuesto) y su guardarropa pesa, cuando menos, un par de toneladas.
En una entrevista para The New York Times hace más de cuatro años, Mayer admitió que los visitantes de su penthouse tienden a preguntarle si Google se ve como su casa o al revés. Esta ingeniera, que comenzó diseñando código para el motor de búsqueda en los principios de la compañía, es responsable de la página blanca con letras de colores que, luego de unos años, se convirtió en una suerte de sinónimo de la red.
Pero para todas sus bondades, Mayer también ha sido descrita como autoritaria e impositiva. En uno de los episodios más reconocidos sobre sus problemas en Yahoo, la ejecutiva estuvo a punto de retirar un aviso vinculado al servicio de correo de la compañía porque no le gustaba la experiencia de usuario, sin tener en cuenta que sólo esa pieza publicitaria entregaba cerca de US$70 millones al año en ganancias. En una larga lista de artículos de prensa, una multitud de empleados (que suelen mantenerse anónimos) la ha denominado como terca y ególatra.
Mayer ha prometido una mejoría en divisiones como móvil y video, pero en ambos equipos se ha encontrado con la resistencia de los desarrolladores que, dice un lado de la historia, han sufrido atrasos en su entrega de productos debido a la indecisión y microgerencia de Mayer, quien al parecer suele centrarse en detalles que no están siempre relacionados con los problemas más críticos de la empresa. Su estrategia de video, que había sido anunciada como uno de los focos de crecimiento de la compañía, fue desechada a finales del año pasado y la persona responsable de esta, Kathy Savitt, también abandonó Yahoo.
Recientemente, Yahoo decidió transferir la mayoría de sus activos hacia una nueva empresa, en vez de vender su participación en Alibaba, la compañía china de comercio electrónico en la que invirtió desde 2005. Mayer había indicado inicialmente que la venta de Alibaba sería una especie de carta milagrosa para revitalizar los negocios de Yahoo.
Se rumora que para finales de este mes, Yahoo podría anunciar una nueva ola de recortes que podría incluir nuevos despidos.