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La revolución que está generando la automatización ha despertado preocupación sobre el futuro de la humanidad. Cada vez son más las personas que se cuestionan si sus labores podrían llegar a ser reemplazadas por una máquina.
Gran parte de estos temores han sido alimentados por la cultura pop, pues en películas y series hemos visto numerosos ejemplos de futuros distópicos donde el humano compite con robots y algoritmos.
Lo cierto es que los datos sí indican que se avecina un gran cambio. Cifras manejadas por el Banco Mundial, por ejemplo, aseguran que la proporción de empleos amenazados por la automatización alcanza el 69 % en India, así como el 77 % en China. En América Latina y el Caribe la tendencia es más moderada, con una estimación del 38 %. Aún así, en un escenario donde el desempleo es un lastre para muchas economías, es natural que estos números provoquen escozor.
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No obstante, hay que tener en cuenta que no es la primera vez que la humanidad se enfrenta a un escenario disruptivo. Tenemos la experiencia de las anteriores revoluciones industriales, donde las máquinas a vapor y el posterior estallido impulsado por la electricidad e internet impactaron ocupaciones como la mensajería, la producción textil y los operadores de centrales telefónicas, entre muchas otras.
La enseñanza que dejan esas revoluciones es que el hombre aprendió a convivir con las máquinas, siendo estas una oportunidad más que una amenaza. Expertos en la materia aseguran que la actual revolución no tiene que ser diferente. Es más, subrayan que nunca antes el talento humano ha sido más necesario.
La anterior es parte de las conclusiones que deja el primer día del Aveva World 2024, una de las conferencias anuales de software más importantes del mundo que, este año, se adelanta en la ciudad de París y reúne a más de 3.500 personas.
En su conferencia, el CEO de Aveva, Caspar Herzberg, resaltó que las personas son el elemento principal de la tecnología. “Son las que diseñan los programas; las que analizan los problemas; las personas son las que le dicen a las máquinas lo que tienen que hacer; nosotros somos los que innovamos”, puntualizó.
El mensaje que da este directivo es claro: la inteligencia artificial debe ser servidora y no ama de la transformación, y en este frente está claro que el principal desafío es combinar la inteligencia humana con la artificial.
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Grandes compañías como Microsoft también manejan este concepto. De hecho, una de sus principales herramientas de inteligencia artificial generativa ha sido llamada Copilot (copiloto, en español), reafirmando la idea de que esta tecnología está para ayudar a pilotar la nave (cualquier proyecto o trabajo que se emprenda), más no para tomar que tome el timón.
Sobre esto, el presidente de Schneider Electric, Jean Pascal, manifestó en el Aveva World que la clave está en cómo los líderes de las grandes industrias convencen a las personas de ser parte de la transformación, entendiéndose esta como un proceso en el que no solo los directivos y colaboradores de una empresa u organización tienen un rol protagónico en su desarrollo, sino también los consumidores. En otras palabras, más que las herramientas, son las personas las que aportan al crecimiento.
Para ejemplificar su punto señaló la importancia de lo accidental, es decir, de aquellos hallazgos no planeados que se obtienen a partir de las interacciones humanas (la llamada serendipia). Esto no es algo que pueda brindar una tecnología, pues la conciencia y la inventiva son atributos muy humanos. En otras palabras, aunque desarrollos como la inteligencia artificial han demostrado tener un enorme potencial para la innovación, por sí sola esta no puede lograr grandes resultados si no se incluye el factor humano.
Tanto Pascal como Herzberg destacan la relevancia de la colaboración, lo que en la era de los datos (que es lo que alimenta a todas estas tecnologías) se traduce en compartir los desarrollos y la información, con el ánimo de construir en conjunto y alcanzar mayores y mejores resultados. Ejemplo de esto son los software de código abierto, que por sí mismos se muestran transparentes de cara al usuario e incentivan el trabajo en conjunto.
Sobre los empleos que serán reemplazados por la automatización, las orientaciones que dan los expertos es en avanzar en la capacitación del talento humano para atender las necesidades laborales que están naciendo (porque serán más las plazas laborales que se generen que las eliminadas). Habilidades como la programación, el análisis de datos y la ciencia de datos están experimentando una alta demanda.
Activistas de los derechos humanos, como la abogada internacional Amal Clooney (quien también participó en el evento), hablan de la responsabilidad que tienen las compañías inmersas en estos procesos de automatización de brindar garantías a las personas. En algunas legislaciones se están adoptando políticas públicas con las que, por ejemplo, se fomentan planes de reconversión laboral en las empresas que afrontan procesos de automatización, con la intención del impacto que estos cambios generan en el empleo, amén de brindar oportunidades para que las personas adquieran nuevas habilidades que les permita producir con las nuevas tecnologías.
En suma, aunque los desafíos son muchos, el talento humano sigue siendo indispensable, pues desarrollos como la inteligencia artificial son concebidas (y se espera que así lo sean) como herramientas dispuestas a aumentar nuestro potencial. No es humanos versus máquinas; es humanos apoyándose en las máquinas.
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