Medios y famosos se van de X ¿perdió relevancia la red social?
La red social estadounidense Bluesky, que se reivindica como una alternativa a X, anunció este viernes que ganó un millón de usuarios en 24 horas, en momentos en que la plataforma de Elon Musk registra numerosas bajas.
Con información de agencias
Tras el anuncio de la salida de X de diarios como el británico The Guardian o el español La Vanguardia, instituciones como la Berlinale o famosos como Jamie Lee Curtis y Bette Midler, expertos de Comunicación consultados por EFE se plantean si es una decisión acertada, ya que dejaría el campo libre a la desinformación.
También consideran que estar ahora en la red propiedad de Elon Musk “es irrelevante”.Mientras, alternativas a X se benefician, como es el caso de Bluesky, impulsada entre otros por uno de los fundadores de Twitter, Jack Dorsey. Threads, que en octubre superó los 275 millones, ha registrado un incremento de su uso de un 7 por ciento tras la victoria de Trump, según la web de The Wrap. Y de X se han ido unos 115.000 usuarios, según datos de medios económicos, una cifra menor dado que la red supera los 300 millones de usuarios -aunque Musk dice que son 600-.
Pero, ¿abandonar ahora X es una decisión inteligente?. Según Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra (España), es algo cuestionable porque si se van medios de prestigio, quedaría “totalmente contaminada” por los discursos desinformativos. En una entrevista con EFE, Salaverría explica que, al contrario de lo que sucedía antes de que pasara a ser controlada por Musk en 2022, X tiene una serie de algoritmos que derivan a unos contenidos desinformativos y de “publicidad engañosa”, multiplicando los bulos “y el discurso de odio”, pero hay otras redes que también están afectadas por esta situación.
No obstante, opina que la red del multimillonario, que estará al frente del nuevo Departamento de Eficiencia del Gobierno en el Ejecutivo de Trump, se ha convertido en una fuente anecdótica en el tráfico de información y considera que el coste corporativo para este medio “es un sacrificio muy pequeño”: “Es como el que se pone a dieta y dice me voy a quitar una fresa”.
Señala además que el argumento de La Vanguardia, que ha seguido los pasos de The Guardian, es “un poco endeble” porque si uno no quiere estar en esta red social por ser un entorno de desinformación “lo que tendrías que hacer es contribuir a ofrecer una información de calidad”.
Sin embargo, el director de La Vanguardia, Jordi Juan, asegura que sí van a perder tráfico y suscriptores con esta medida, pero han preferido “arriesgarse” dejando en suspenso sus cuentas y de publicar tuits de forma directa por considerar que se ha convertido en una caja de resonancia de las teorías de la conspiración y la desinformación. Otra experta en redes sociales y desinformación, la periodista Carmela Ríos, coincide con Salaverría en que estas plataformas “no son una buena forma de obtener tráfico, es muy pequeño” para los medios de comunicación pero también defiende que “sería muy empobrecedor” cerrar la puerta a esta vía.
”Desgraciadamente está marcando la comunicación política del mundo”, subraya Ríos, y abandonar la aplicación significaría dejar de tener los datos que permitirían entender “esta gran historia contemporánea que es la mutación de los ecosistemas de información” y el mecanismo por el que los ciudadanos se están informando. La periodista apunta más a la regulación de las redes y ve increíble que la UE haya permitido que en X “se exalten ideologías que por ley están prohibidas, como son el nazismo o los fascismos” y que siga impune una compañía “que se salta a la torera día sí y día también todas las reglas de los servicios audiovisuales”. Pero también apunta a que puede entender la huida de X, que se haya convertido “en un barrio no muy recomendable”.
En la misma idea ahonda un estudio realizado con datos de nueve países y publicado en la revista científica Nature Communications, que asegura que “el abuso político es un rasgo clave de la comunicación política en la plataforma X y, tanto si se es de izquierdas como de derechas”.
Bluesky, una alternativa a X, gana 1 millón de usuarios en 24 horas
“¡Es oficial, 1.000.000 de personas se han unido a Bluesky en solo el último día! ¡Bienvenidos y gracias por estar aquí1″, escribió la plataforma en un mensaje publicado en Bluesky y X (ex Twitter).
El avance de Bluesky se da después de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, otorgara a Musk -- que es dueño de X -- un rol importante para reformar el gobierno federal, al frente de un departamento de nueva creación.
El magnate de origen sudafricano, también dueño de Tesla y de SpaceX, apoyó al republicano en su carrera a la Casa Blanca y aportó dinero a su campaña.
Desde que compró Twitter en 2022, Musk relajó en gran medida las reglas de moderación en la plataforma, autorizando por ejemplo el regreso a la red de cuentas vinculadas a movimentos ultraderechistas.
El diario británico The Guardian y el español La Vanguardia anunciaron esta semana que dejarán de publicar contenidos en X, al considerar que se ha convertido en una plataforma mediática "tóxica" que fomenta la desinformación.
Bluesky fue desarrollada por Jack Dorsey, creador del antiguo Twitter, y tiene una mariposa azul como logo que recuerda inevitablemente al pajarito también azul que caracterizó a aquella red social.
La red cuenta con 16 millones de usuarios, un fuerte crecimiento para una plataforma que contaba con 10 millones a mediados de septiembre.
El éxodo de anunciantes y usuarios de X
El plan de Musk era convertir su red en una “app para todo” parecida a la china WeChat, una aplicación propiedad del gigante Tencent que nació como un servicio de mensajería y que se ha ampliado hasta convertirse en básica para muchas tareas esenciales en el país asiático. Ese plan está todavía muy lejos de concretarse.
X, a día de hoy, cuenta con una gran deuda y, desde que Musk se hizo con ella, ha visto caer sus ingresos por falta de empresas que se quieran publicitar en X.
Hasta tal punto que la compañía dijo el año pasado que su valor había caído más de la mitad, unos 19.000 millones de dólares. Musk pagó 44.000 millones de dólares por hacerse con la red social.
La red social también ha perdido usuarios, sobre todo desde que Musk se convirtió en un portavoz del presidente electo Donald Trump durante su campaña este año. Algunos de los ejemplos más notorios de la salida de X en los dos últimos años son la retirada de la actriz Jamie Lee Curtis o de las cuentas de noticias oficiales del medio británico The Guardian, la radio pública estadounidense NPR o el diario español La Vanguardia.
No obstante, la plataforma sigue teniendo un gran número de usuarios y, según la web de rastreo exploding topics, en abril de 2024 X contaba con unos 611 millones de usuarios activos cada mes. Además, sigue siendo la red preferida de comunicación institucional y de la mayoría de medios de comunicación.
La red social no ha indicado cifras sobre cuántas personas abandonaron la plataforma recientemente, pero indicó que “X dominó la conversación mundial sobre las elecciones estadounidenses y alcanzó máximos históricos”, con 942 millones de publicaciones a nivel mundial.
Tras el anuncio de la salida de X de diarios como el británico The Guardian o el español La Vanguardia, instituciones como la Berlinale o famosos como Jamie Lee Curtis y Bette Midler, expertos de Comunicación consultados por EFE se plantean si es una decisión acertada, ya que dejaría el campo libre a la desinformación.
También consideran que estar ahora en la red propiedad de Elon Musk “es irrelevante”.Mientras, alternativas a X se benefician, como es el caso de Bluesky, impulsada entre otros por uno de los fundadores de Twitter, Jack Dorsey. Threads, que en octubre superó los 275 millones, ha registrado un incremento de su uso de un 7 por ciento tras la victoria de Trump, según la web de The Wrap. Y de X se han ido unos 115.000 usuarios, según datos de medios económicos, una cifra menor dado que la red supera los 300 millones de usuarios -aunque Musk dice que son 600-.
Pero, ¿abandonar ahora X es una decisión inteligente?. Según Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra (España), es algo cuestionable porque si se van medios de prestigio, quedaría “totalmente contaminada” por los discursos desinformativos. En una entrevista con EFE, Salaverría explica que, al contrario de lo que sucedía antes de que pasara a ser controlada por Musk en 2022, X tiene una serie de algoritmos que derivan a unos contenidos desinformativos y de “publicidad engañosa”, multiplicando los bulos “y el discurso de odio”, pero hay otras redes que también están afectadas por esta situación.
No obstante, opina que la red del multimillonario, que estará al frente del nuevo Departamento de Eficiencia del Gobierno en el Ejecutivo de Trump, se ha convertido en una fuente anecdótica en el tráfico de información y considera que el coste corporativo para este medio “es un sacrificio muy pequeño”: “Es como el que se pone a dieta y dice me voy a quitar una fresa”.
Señala además que el argumento de La Vanguardia, que ha seguido los pasos de The Guardian, es “un poco endeble” porque si uno no quiere estar en esta red social por ser un entorno de desinformación “lo que tendrías que hacer es contribuir a ofrecer una información de calidad”.
Sin embargo, el director de La Vanguardia, Jordi Juan, asegura que sí van a perder tráfico y suscriptores con esta medida, pero han preferido “arriesgarse” dejando en suspenso sus cuentas y de publicar tuits de forma directa por considerar que se ha convertido en una caja de resonancia de las teorías de la conspiración y la desinformación. Otra experta en redes sociales y desinformación, la periodista Carmela Ríos, coincide con Salaverría en que estas plataformas “no son una buena forma de obtener tráfico, es muy pequeño” para los medios de comunicación pero también defiende que “sería muy empobrecedor” cerrar la puerta a esta vía.
”Desgraciadamente está marcando la comunicación política del mundo”, subraya Ríos, y abandonar la aplicación significaría dejar de tener los datos que permitirían entender “esta gran historia contemporánea que es la mutación de los ecosistemas de información” y el mecanismo por el que los ciudadanos se están informando. La periodista apunta más a la regulación de las redes y ve increíble que la UE haya permitido que en X “se exalten ideologías que por ley están prohibidas, como son el nazismo o los fascismos” y que siga impune una compañía “que se salta a la torera día sí y día también todas las reglas de los servicios audiovisuales”. Pero también apunta a que puede entender la huida de X, que se haya convertido “en un barrio no muy recomendable”.
En la misma idea ahonda un estudio realizado con datos de nueve países y publicado en la revista científica Nature Communications, que asegura que “el abuso político es un rasgo clave de la comunicación política en la plataforma X y, tanto si se es de izquierdas como de derechas”.
Bluesky, una alternativa a X, gana 1 millón de usuarios en 24 horas
“¡Es oficial, 1.000.000 de personas se han unido a Bluesky en solo el último día! ¡Bienvenidos y gracias por estar aquí1″, escribió la plataforma en un mensaje publicado en Bluesky y X (ex Twitter).
El avance de Bluesky se da después de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, otorgara a Musk -- que es dueño de X -- un rol importante para reformar el gobierno federal, al frente de un departamento de nueva creación.
El magnate de origen sudafricano, también dueño de Tesla y de SpaceX, apoyó al republicano en su carrera a la Casa Blanca y aportó dinero a su campaña.
Desde que compró Twitter en 2022, Musk relajó en gran medida las reglas de moderación en la plataforma, autorizando por ejemplo el regreso a la red de cuentas vinculadas a movimentos ultraderechistas.
El diario británico The Guardian y el español La Vanguardia anunciaron esta semana que dejarán de publicar contenidos en X, al considerar que se ha convertido en una plataforma mediática "tóxica" que fomenta la desinformación.
Bluesky fue desarrollada por Jack Dorsey, creador del antiguo Twitter, y tiene una mariposa azul como logo que recuerda inevitablemente al pajarito también azul que caracterizó a aquella red social.
La red cuenta con 16 millones de usuarios, un fuerte crecimiento para una plataforma que contaba con 10 millones a mediados de septiembre.
El éxodo de anunciantes y usuarios de X
El plan de Musk era convertir su red en una “app para todo” parecida a la china WeChat, una aplicación propiedad del gigante Tencent que nació como un servicio de mensajería y que se ha ampliado hasta convertirse en básica para muchas tareas esenciales en el país asiático. Ese plan está todavía muy lejos de concretarse.
X, a día de hoy, cuenta con una gran deuda y, desde que Musk se hizo con ella, ha visto caer sus ingresos por falta de empresas que se quieran publicitar en X.
Hasta tal punto que la compañía dijo el año pasado que su valor había caído más de la mitad, unos 19.000 millones de dólares. Musk pagó 44.000 millones de dólares por hacerse con la red social.
La red social también ha perdido usuarios, sobre todo desde que Musk se convirtió en un portavoz del presidente electo Donald Trump durante su campaña este año. Algunos de los ejemplos más notorios de la salida de X en los dos últimos años son la retirada de la actriz Jamie Lee Curtis o de las cuentas de noticias oficiales del medio británico The Guardian, la radio pública estadounidense NPR o el diario español La Vanguardia.
No obstante, la plataforma sigue teniendo un gran número de usuarios y, según la web de rastreo exploding topics, en abril de 2024 X contaba con unos 611 millones de usuarios activos cada mes. Además, sigue siendo la red preferida de comunicación institucional y de la mayoría de medios de comunicación.
La red social no ha indicado cifras sobre cuántas personas abandonaron la plataforma recientemente, pero indicó que “X dominó la conversación mundial sobre las elecciones estadounidenses y alcanzó máximos históricos”, con 942 millones de publicaciones a nivel mundial.